Middenheim;
Han
pasado dos semanas desde nuestra investigación sobre Hannah Fleischer, hija de
un carnicero local. La niña no ha sido encontrada, ni tampoco Hans el joven
estudiante, y pretendiente. Tanto el carnicero como todos los de sus negocios
han sido ajusticiados por pertenencia a las hordas del caos. Middenheim ha
sufrido un duro golpe, ya que sus ejércitos han sido alimentados por
carne corrupta durante días, quién sabe si meses. Muchos de los soldados han
sido mancillados por la mano del caos y han sufrido un grotesco cambio en su
organismo, transformándose en horribles engendros de Nurgle. Aunque descubrimos
gran parte de la trama, no fue suficiente, llegamos demasiado tarde y no
pudimos detener a Emil Stark. La Faustschlag tardará tiempo en recuperarse.
Desde
entonces, los rumores sobre un nuevo mal no cesan. Los pobres, los enfermos y
los desprotegidos ven la mano del Caos detrás de todas las muertes, allá donde
mire, la plebe ve a un enemigo. Desde Altdorf han llegado noticias en las que
el Emperador, ¡que Ulric guíe su juicio!, ha llamado a la corte a los condes
electores, según el rumor más extendido planea asestar el que será el último
golpe a las Hordas del Caos que invadieron el Imperio. En las cercanías, los
viajeros que llegan a la ciudad hablan sobre los ataques que han sufrido por el
camino imperial, asaltantes, bandidos, nada extraño, pero los ataques de
mutantes y hombres-bestia, de manera tan abierta no son nada normales. Todo el
mundo teme que las bandas dispersas del enemigo se hayan reagrupado en el
Drakwald y estén preparando un ataque devastador contra la Ciudad del Lobo
Blanco. Todas estas noticias no ha servido sino para acrecentar los miedos.
Barack
Gurnisson, un enano portador de runas; Thomas un cazador de ratas de la ciudad;
mi buen amigo Eddrick Skombros y yo, seguimos reuniéndonos una vez por semana
en la vieja taberna del Lobo Sediento (recuerdos pendencieros, de alcohol y
mujeres vienen a mi memoria, los cuales elimino rápidamente, todo ello
pertenece a otra vida, a otra persona, todo ha cambiado….). Cada vez que nos
reunimos el regusto amargo de nuestro último trabajo nos persigue y nos ponemos
al día sobre noticias y rumores que nos pongan tras la pista del paradero de la
pobre chica desaparecida, si al menos aun pudiéramos encontrarla….
Esta
noche, Barack nos cuenta que ha escuchado que una niña ha desparecido en las
cercanías de la ciudad. Una compañía de hombres armados que se encontraba
camino de Altdorf fue atacada por un grupo de asaltantes y una doncella de alta
cuna, a la que escoltaban hacia la capital, fue raptada. Todo esto ha ocurrido
a día y medio de aquí. La zona del ataque se encuentra dentro de los dominios
del condado de Ander Steiger, un noble de la zona. Pensamos que puede estar
relacionado con nuestro caso, ¿otra niña desaparecida? Puede que sea
casualidad, pero debemos averiguarlo.
Antes
de partir, Me presento ante mi Orden para pedir permiso para salir de la ciudad
y pernoctar en el exterior, mientras mis amigos se pertrechan con algunas
raciones y algo de abrigo, para el camino que nos espera. Tras esperar cerca de
una hora a ser recibido por mi superior, Sumo Sacerdote de la Orden del Lobo
Aullante, Matías Weschenfeller, éste me recibe en audiencia junto al anciano
padre Blind Odo, les informo de nuestras sospechas y de mi intención de
acompañar a mis amigos siempre y cuando me sea concedido el permiso.
Se
produce un largo silencio en el que ambos superiores cruzan miradas, entonces el
sacerdote de más edad se estremece y comienza a hablar con una voz seca y
ronca.
-Fue
terrible-
comienza a relatar el Padre Odo - De repente, la oscuridad habitual de mis
ojos despareció, y me encontré en un bosque oscuro y profundo. Delante de mí se
alzaba una gran piedra, en lo alto de un montículo de hierba. Alrededor de su
base se amontonaban cientos de cráneos y huesos. Mientras miraba, la sangre
comenzó a caer desde la parte superior de la piedra, corriendo por sus lados y
empapando el montículo. La sangre comenzó a brillar con una luz roja, como si
fuese fuego, y el suelo comenzó a temblar. Por último, el montículo se
abrió y descubrió a un hombre alto,
vestido con una armadura negra, en el escudo llevaba la marca de Khorne, el
sangriento Dios del Caos. Alrededor de su cuello, en una pesada cadena de
hierro negro, colgaba un cráneo de bronce con cuernos. La misma luz roja salía
de sus ojos, como si estuviera vivo (o mejor dicho como un no- muerto).Traté de
rezar a Ulric para que me diese fuerza y protección, pero mis labios no se
movían. Caí al suelo ante la mirada de esta terrible abominación. Entonces, se
dirigió a mí, estoy seguro de que era el cráneo el que hablaba, y no el
guerrero, porque vi como su mandíbula se movía. Dijo, “¡Voy a ser libre!"
El
Padre Odo se estremece de nuevo, un escalofrío recorre mi cuerpo, parece como
si de repente la temperatura de la estancia hubiese descendido, como si el
mismísimo Ulric ratificase las palabras del Padre Odo con su presencia.
-Ahora
puedo sentir su presencia- añade con
una voz débil. -¡Es como si esa abominación me estuviese mirando!
-Gran
parte de nuestro ejército está fuera de Middenheim o ha sido destruido durante
el asedio.– Dice apesadumbrado Weschenfeller que se levanta del sillón y continúa
con más ánimo.-Aun así el propio ArUlric ha dictaminado que un escuadrón de
Caballeros del Lobo Blanco parta inmediatamente de Middenheim y se interne en
lo más profundo del Drakwald con la misión de encontrar y destruir a esta
abominación. El Padre Odo les acompañará. Estamos seguros de que el lugar que
vio se encuentra en algún lugar del Drakwald y cree ser capaz de guiarlos hasta
él, a pesar de su ceguera.- Tras una eterna pausa en la que el Sumo
Sacerdote Ulricano clava su penetrante mirada en mí como si estuviese
escrutando mi interior, frunce el ceño y continúa. -El Comandante
Schutzsteiner habla muy bien de ustedes y nuestra situación es desesperada.
Debéis encontrar esa chica e intentar averiguar si tiene alguna relación con
las visiones del Padre Odo. Mientras tanto, nuestros investigadores tratarán de
descubrir cómo se puede destruir esa cosa o al menos cómo expulsar la devuelta
a su mundo. Que Ulric guíe vuestros pasos.-
Tras
meditarlo unos minutos deciden que sería conveniente que alguien perteneciente
a la Orden de Ulric y a la vez prescindible a ésta, investigue la desaparición
de la niña, pues piensan que puede estar en relación con los casos que ocurren
en Middenheim. Me comentan que deberé de
anotar minuciosamente todos nuestros pasos a fin de demostrar que hemos obrado
correctamente.
Mientras
nos alejamos a pie de Middenheim conversamos con algunos de los campesinos y
mercaderes que se dirigen en abarrotadas carretas tiradas por bueyes a la
ciudad para intentar vender sus mercancías en la marketplatz.. Barak habla con
algunos viajeros y recaba alguna información, que junto a la que yo voy
obteniendo nos van dando datos sobre lo que ocurre en los condados circundantes
a la gran ciudad del Lobo Blanco. De esta forma llegamos a saber que sir Naton Lugus se dirige a Altdorf, a
participar en un torneo que se celebra en la capital en honor al Emperador ,
¡bendito sea!. Sir Naton continua soltero, y es
un caballero muy hábil con la espada, no como su hermano.
Nuestro
caminar nos dirige hacia el sur, es tranquilo, incluso luce un buen día aunque
el frío del invierno todavía duerme los campos, los labradores que quedan, los
que no están siendo reclutados por sus señores en esta calma antes de la
tempestad, preparan sus campos para la próxima siembra. Al medio día llegamos a
una posada, paramos para almorzar, las raciones de viaje que portamos las
reservamos para cuando no podamos comer caliente, o por si nos debemos de
adentrar en el espeso bosque.
El
edificio es reciente, de dos plantas, hecho con grandes troncos de madera,
probablemente edificada sobre las ruinas de la antigua posta que fue derruida
durante la invasión del Caos. En un edificio contiguo se encuentran las cuadras
donde hay nueve caballos protegidos por armaduras de anchos pechos y patas
musculosas. Una vez en el interior de la posta, buscamos el calor del fuego, e
intentamos llenar nuestros estómagos, aunque sea con un plato de gachas
calientes, que con el frío del exterior dan vida a nuestros cansados cuerpos.
En la posta se encuentra un variopinto grupo de parroquianos, pero nos
percatamos en un grupo que parece estar de paso. Ocupan unas mesas al fondo de
la posada, son un total de siete hombres fornidos, vestidos con piezas de
armaduras de gran valor. Es un grupo vario pinto, tres imperiales comparten
mesa junto con dos tileano, un kislevita y un bretoniano. Tienen aspecto de
haber estado en combate hace poco pues parecen magullados y algo desastrados en
sus vestimentas. Creemos que se tratan de un grupo de mercenarios.
Barack
es el primero es abandonar nuestra mesa y dirigirse hacia la barra de la
posada, pide un gran número de jarras de cerveza y se acerca a la mesa, donde los
soldados mantienen alegres conversaciones, y juegan a los dados. Se percata que
algunos de ellos hablan en tileano, y que otro de ellos, un enorme y robusto
norteño, es kislevita. Y saluda efusivamente a nuestro amigo, sus camaradas de
armas parecen recelar un poco ante la visión del enano, pero parece no que no
se lo han tomado a mal.
-Vamos hacia el
sur, ¿es peligroso el viaje?- pregunta Barack ofreciendo la cerveza
que llevaba en las manos.
-Los caminos son
peligrosos, en esta época todo el mundo se ha vuelto loco.- responde el
kislevita apurando la jarra de un gran trago.
-Hemos oído que
han secuestrado a la hija de un noble de la zona.- interroga
sutilmente Barack, mientras realiza un nuevo brindis.
-¿La niña? Si
que corren los rumores.- carcajea el norteño, a la vez que sus compañeros
perecen estar incómodos por su respuesta y le atizan con una mirada de
desaprobación.
-Podemos
ayudaros.-
se ofrece el enano.
-¡Calla de una
vez idiota!-
le increpa uno de los tileanos -si sigues
hablan do nuestra reputación caerá por los suelos.-
-¡Dejadme en
paz!- dice
el nórdico que se levanta bruscamente haciendo caer su silla al suelo y se va
hacia la barra a seguir bebiendo.-No queremos ninguna ayuda.-contesta el
bretón. -Nuestro jefe ya está
solucionando este entuerto. Largaos.- el bretón que forma parte del grupo
se levanta.
-¿Ayudarnos?- se ríe uno de
los tileanos.
-¿Reputación? ¿Quiénes
sois? Me llamo Barack.-
-Yo soy Igor
Kassarev.-
responde muy efusivamente.
-Hace poco
estuvimos buscando una niña y queremos averiguar si se trata de la misma.- responde
Barack. En ese momento, el enano se percata como otro de los tileanos le
susurra en su idioma algo, y el bretón deja la conversación y se reúne con el
grupo. Ante la imposibilidad de poder conversar con el resto del grupo
presente, Barack invita a Igor a un par más de jarras de alcohol frente a la
barra donde trabaja el tabernero. El resto del grupo observan con precaución y
no parecen muy contentos.
- Los vinos del
señor Steiger son muy buenos caldos.- sentencia el kislevita.
-¿Has probado la
cerveza enana? ¡Salud!-
Mientras
esto ocurre, dos tileanos de semejante parecido, hablan entre ellos. Creo que
son gemelos.
El
enano sigue con una jarra en la mano y continua bebiendo tras tomar se unos
tragos de esa bebida negruzca que el posadero vende como cerveza y que no llega
ni a meados de goblin.
-El señor
Steiger nos había contratado para acompañar a su única hija a Altdorf, pero la
perdimos y fuimos derrotados. No sabemos ni por quién, ni cómo. Te juro que no
estaba borracho aquel día. Ninguno recordamos nada de lo que pasó.- en su palabras,
el kislevita muestra estar avergonzado -Nuestro jefe, Stefano Lacarta está
intentando arreglar el entuerto.
-Y la niña,
¿cómo era?-
pregunta Barack, atento a la conversación.
-Era una
doncella de unos 16 años, muy bella y culta, morena de ojos verdes claros.- En ese momento
son interrumpidos por el bretón, que obliga a su camarada a volver a la mesa
donde se halla en resto de la cuadrilla.
Entretanto,
Eddrick me comenta que un lugareño le ha dicho que la zona está plagada de
bandidos, se han vuelto muy osados. Hay cadáveres de hombres armados a pocos
días de aquí, comida para cuervos. Hay un hombre encapuchado sentado cerca de
la entrada dicen que es uno de los bandidos. Por mi parte me he descubierto que
soldados pertenecientes a la casa Steiger entraron arrasando en las tierras de
la Casa Dannet. Pero el joven Adam Dannet los repelió. Aún
así, mataron a muchos granjeros y a personas inocentes, entre ellos mujeres y
niños. Destrozaron unas cuantas aldeas. El joven Adam, viendo que era incapaz
de parar los asaltos de los Steiger ha partido en dirección a Altdorf, para
presentar su caso ante el Emperador ¡loado sea! Lleva consigo un escudo como
prueba de tan viles acciones.
Tras
almorzar tranquilamente la camarera nos dice que encontraremos otra posada a
medio día de viaje, si nos damos prisa llegaremos antes de que anochezca. El
grupo de mercenarios se encuentran sentados en el exterior de la posta, parecen
estar esperando a alguien. Recogemos nuestro escaso equipaje y nos disponemos a
partir. Todo aquel que comparte nuestro camino avanza deprisa y en silencio,
dicen tener miedo a un asalto de los bandidos durante la noche. Empieza a
oscurecer y no hay rastro alguno de posadas o refugio, hace ya largo rato que
no vemos a nadie más en la calzada, quizás deberíamos de haberle preguntado a
la camarera si se refería a mediodía de camino a pie o acaballo. Cuando empieza
a caer el sol, descubrimos como en mitad del camino se alza una columna de humo
y el resplandor de un pequeño fuego. Eddrick se adelanta, y sigilosamente a
apresta a averiguar que hay junto a ella. Al aproximarse, entre las sombras que
proyecta el fuego en el forraje del bosque, es capaz de discernir un grupo de
cuatro hombres cocinando junto al fuego, y junto a lo que parece una tienda de
lona.
Nos
acercamos, ¡que Ulric nos guíe! Cuando nos ven, parece que nos hacen una señal
a forma de saludo. Es justo en ese momento, ante nuestra sorpresa, que lo que
parecía una tienda se alza lentamente y avanza en nuestra dirección. La tela se
va desplazando y deja al descubierto una bestia
de tres metros, su piel es de color ceniza y cada uno de sus brazos son
más grandes que Barack, debajo de un tabardo azulado enorme abulta una inmensa panza redondeada en
la que cabría una persona adulta. Una desmesurada cabeza se gira hacia nosotros
olisqueando, de su boca sobresalen unos desproporcionados dientes con restos
aun de su ultima comido, incluso a más de cinco metros su pútrido aliento nos
hace retroceder, aunque quizás ser el primer ogro que vemos de cerca también
haya ayudado. En el extremo de sus manazas sostiene en alto un garrote del mismo
tamaño que Eddrick. Olisquea el viento.
- No Rokatanski,
son amigos, baja el garrote.- el ogro parece responder a las órdenes de los
humanos reunidos en torno al fuego.
-Soy Kiefer.- me presento aún
sobrecogido por la presencia del ogro.
Walter
Lhontern, parece ser quién comanda el pequeño grupo de hombres armados, nos
cuentan que han parado para hacer noche. Que estos son los terrenos de su
señor, y que podemos descansar tranquilos, pues su señor es lord Ander Steiger.
Nos ofrecen un lugar junto al fuego, y un plato de comida caliente. Mientras
nosotros hacemos acopio de unas gachas y un poco de carne de caballo asada.
Tenemos que ver el dantesco espectáculo de ver como el ogro termina con el
resto de equino.
Barack
pone en la conversación el tema de la niña desaparecida. Y que nos gustaría
poder hablar con el señor Steiger.
-El destino
parece que a veces juega con nosotros. Íbamos en dirección a Middenheim en
busca de gente adecuada para que nos ayudara en encontrar a la hija de nuestro
señor. Os podemos pagar 200 Karls si nos ayudáis a encontrar a la pobre
Illesia, y una vez que esté a salvo, partir y acompañarlo durante todo el viaje
a Altdorf. ¿Están dispuestos?-
-Sí.- digo en nombre
del grupo.
-La doncella se
llama Illesia Steiger, y ha sido prometida en matrimonio con el primo de uno de
los condes electores. En Altdorf será la presentación de la pedida de mano.
Díez hombres de arma de alquiler que parecía competentes debía de protegerla,
pero la perdieron el primer día en el que estuvo a su cargo. Y ahora se
justifican diciendo que olvidaron todo cuanto les pasó.-
-¿Dónde?- pregunta
Barack.
-Según lo que
cuenta el condotteri de los mercenarios, fue en una pequeña aldea cercana a un
cementerio. Dicen que pasaron la noche allí, y que la perdieron. A dos días al
sur. La aldea pertenece al señor Steiger.-
-¿Y qué ocurre
con los Dannet? Pudieron ser ellos.-
-Ellos no. Son
unas víboras, esos bastardos, el propio Adam Dannet repudió a la heredera. Su
padre Alfred Dannet aprobó el matrimonio de Illesia con su hijo mayor Sofred.
Pero cuando éste murió, y se le ofreció la mano de Illesia a su segundo hijo, Adam,
éste la repudió. Ahora él es el heredero de la casa por encima de su hermana
mayor Isid. También nos cuentan cosas acerca de los vecinos; al sur se encuentran
los terrenos de la familia Lugus, el patriarca de la familia Conrad tiene
dinero, pero su familia está venida a menos, tiene tantos hijos, 11 en total,
que se matan entre ellos por ser herederos de la familia.-
Llegado
este momento, Walter saca papel y pluma, y comienza a escribir un pergamino,
que una vez redactado, nos muestra y resulta ser un contrato. Además de ello,
de un cofre que cargan con ellos extrae un par de bolsas que contienen un gran
número de monedas, 200 Karls nos dice Walter.- con esas palabras los ojos de
Barack se abren de tal manera temo que se le vayan a caer tras haber escuchado
la palabra oro tras esa cifra. Coge el contrato y lo introduce en una de las
sacas de monedas y se las entrega al ogro, –Cuando
llevéis a Illesia a Altdorf se las entregas.- y dirigiéndose a nosotros nos
dice. - Tres de mis hombres os
acompañarán, además de Rokatanski.-
-Trato hecho.- dice
atropelladamente el enano con una sonrisa de oreja a oreja. Por un momento empiezo a pensar si hemos
hecho bien en aceptar este acuerdo.
Pasamos
la noche, junto al fuego, acompañados por los hombres de la casa Steiger. En la
madrugada Walter habla con Rokatanski y le instruye, pero no me entero de lo
que le dice y a continuación abandona la zona, él sólo se va.
Al
amanecer emprendemos la marcha, acompañados por los hombres fieles a Steiger,
incluido el Ogro.
-Tienes las
bolsas con las monedas- le pregunta Barack a Rokatanski, intentando que el
ogro nos deje su custodia a nosotros.
-Al trabajo.- gruñe el ogro a
modo de respuesta. Tras ello, Barack decide que es mejor no importunar mucho al
ogro.
-Rocatanski
cuando era pequeño como tu amigo Barack, señor Steiger me adoptó.- me cuenta el
ogro a algunas dudas que tenía acerca de la lealtad de dicha criatura.
Mientras
continuamos camino, los compañeros del ogro nos relatan como el primer
compromiso de matrimonio de Illesia con Sofred Dannet se rompió por la muerte
del prometido semanas antes de la propia boda. La pedida de mano que se efectuó
dos años antes se festejó, pues trajo paz entre ambas familias. Pero ahora la
cosa ha vuelto a enrarecer, pues Adam repudió a Illesia. También nos cuentan
sobre otro de los vecinos, la Casa Lugus, nos comentan que Naton Lugus el
heredero, ya gobierna sobre sus terrenos, pero que no saben cuánto durará hasta
que alguno de su hermanos acabe con su vida.
Con
la llegada del mediodía, nos acercamos a una zona de granjas, que han sido
quemadas. Buscamos entre los rescoldos si hay algún superviviente. Lo único que
encontramos son varios cadáveres de hombres de campo. Además encontramos un
hombre de armas fallecido, con el brazo izquierdo fracturado portando un
escudo, el blasón se compone de una granada partida por una flecha roja, que
rápidamente identifican con el blasón de la Casa Dannet. El lugar es una
completa masacre, cadáveres de animales y hombres se mezclan columna de
hilachos de humo, en donde el fuego no se a extinguido por completo. Eddrick se
toma su tiempo y rastrea los alrededores de la pequeña comunidad, y nos alerta
de haber encontrado un pisadas, se asemejan a las del ganado vacuno, pero de
mayor tamaño y profundidad.
- Un minotauro – sentencia Eddrick,
y se apresura a seguir el rastro dejado, se adentra en el espeso bosque, las
huellas parecen dirigirse hacia el norte. Eddrick intenta continuar el rastro
pero poco a poco las va perdiendo hasta que finalmente llega un punto en el que
no sabe por dónde continuar. Debatimos por un momento si debemos continuar
buscando al responsable de las huellas, o debemos continuar nuestro camino
hasta la aldea donde desapareció Illesia. Finalmente, ante las presiones del
ogro – Al trabajo.- continuamos
camino hacia el sur.
Tras
un camino que se hace algo más agradable tras encontrar los restos de la
matanza anterior, finalmente, tras subir una colina localizamos la aldea donde
los mercenarios comentaron que perdieron a Illesia. El lugar son apenas cuatro
construcciones rodeando un pozo de agua, y a su vez rodeado por cuidados campos
de cultivo. Da la sensación de que la Tormenta del Caos no ha llegado a este
rincón. A simple vista parece que no hay actividad, así que decidimos
acercarnos, tomando precauciones ante una posible emboscada. Cuando empezamos a
adentrarnos en la pequeña comunidad, encontramos, que el centro, junto al pozo
de agua hay sentado un hombre. A simple vista parece demacrado y está en parte
desnudo, solo cubriéndose con una desgarrada túnica. A sus pies, reposa los
restos de una armadura. Al acercarnos más, observamos que en su mano derecha
lleva una daga. Le saludo, pero no obtengo respuesta, parece ido. Con
dificultad conseguimos nos hacemos entender con él.
-¿Quién eres,
qué haces aquí? -
le interroga Barack, en ese momento vuelve la mirada hacia atrás, un gesto de
terror parece dibujarse en su rostro.
Observo
como levanta la daga y temo por un momento que se abalance contra nosotros,
pero en lugar de eso, se realiza un corte en su antebrazo izquierdo. Me percato
de que ya lleva otros dos cortes más. Barack alza su ronca voz, intentando que
se concentre en la conversación, y de un rápido movimiento se apodera de la
daga.
-El silencio.- balbucea el
demente.
-Quién te habla- le interroga
Barack, parece que está completamente ido, se vuelve y mira a un punto en el
horizonte con terror; lo buscamos con la mirada. No hay nada.
-El silencio.- vuelve a decir
totalmente aterrado.
Por
un momento empiezo a estar harto de esta situación y desenfundo mi mazo y le
amenazo para que cuente donde está la niña. Parece ignorar mi vehemencia, y
continua aterrado por algo que supone está tras él. Eddrick parece que se
contagia del nerviosismo y intenta golpearlo con su hacha, en ese momento me
percato de la situación e intento detener el golpe del leñador, e intento
calmarlo, más que a él, intento recuperar yo mismo la calma. En ese momento, el
loco parece revolverse e intenta recuperar su daga, una vez la consigue se
vuelve a cortar en el antebrazo. La situación nos vuelve alerta. Intento
arrebatarle nuevamente del arma, forcejeo con él, y en eso momento le arranco
la túnica y descubrimos con asombro que tiene el resto del cuerpo cubierto de
sangre, cientos de pequeños cortes, al igual que los que tenía el antebrazo,
cubren su piel.
-El silencio.-
Lo
dejamos en su locura e intentamos encontrar en aquel lugar cual puede haber
sido la causa de volver a un antiguo clérigo de sigmarita en demente como el
que hemos encontrado. Me apresuro a cogerlo y llevarlo al interior de una de
las casas. Una vez el clérigo ha entrado, parece calmarse y es más coherente con lo que dice, intento
hablar con él, mientras el resto revisa la zona. Intento limpiarle la sangre y
hacer algo con los cortes que presenta.
-Me llamo Klaus
Koverton-
vuelve a decir, más calmado, mientras lo atiendo de su heridas. -Soy de Stapelhügel en Middenland.-
-Y ¿la niña?
Dónde está.-
le pegunto
-Se la llevaron.
El silencio.-
-Adónde. -
-Lacarta ordenó
pasar aquí la noche. Luego aparecieron y se la llevaron.- responde Klaus.- Él no se ha ido. El silencio.-
-¿El silencio te
ordena que te cortes?-
-El silencio.-
Entre
tanto Barack y Eddrick revisan las casas, y descubren que todas ellas han sido
saqueadas. Además, movidos por la curiosidad se acercan al lugar hacía donde el
clérigo miraba, allí encuentran un gran número de pisadas de caballos, Eddrick
afirma que son de hace un par de días, al menos. Barack también descubre que
quien quiera que hiciera esto, ha envenenado el pozo arrojando los restos de una
cabra. Así mismo, nos quedamos con el equipo que portaba Klaus, cota de malla y
peto de calidad, pero magullados y golpeados en combate. Eddrick sigue buscando
en los alrededores, no quiere dejar desprotegido el lugar por si vamos a pasar
la noche en él. Va siguiendo los rastro
de alimañas, y adentrándose en el bosque encuentra un enorme caballo muerto,
tiene una pata rota y múltiples heridas de arma blanca, se apresura a
registrarlo y encuentra cuerdas, mantas, papel, un yesquero, bolsas con joyas y
monedas, raciones de comidas, así como ungüento y pociones de curación entre la
ropa con símbolos clericales. Que rápidamente afirmo que pertenecen a la
iglesia de Sigmar. Ante éste encuentro, seguimos buscando, y alejado de este
primer resto, encontramos otro equino muerto, Eddrick dice que sus herraduras
son distintas a las que encontró en la comunidad. Junto al animal muerto
encontramos restos de armas, entre ellas una espada con una empuñadura labrada
con forma de lobo, en un material que bien pudiera ser jade, el trabajo es muy
refinado. El símbolo del lobo además de ser el emblema de Middenheim, lo portan
muchas casas nobles en la región, sin ir más lejos en el tabardo que portan los
hombres de la Casa Steiger también aparece las fauces de este animal. El ogro se apodera de los caballos, y dice que
serán su cena y desayuno, parece que nadie está dispuesto a contradecir a esta
bestia.
Decidimos
que es mejor pasar la noche bajo techo en una de las casas de la aldea, tememos
que el lugar no sea seguro del todo, así que nos proponemos, y formamos turnos
de guardia. Eddrick incluso sitúa algunas trampas ante la posibilidad de ser
sorprendidos esta noche. Y parece que no iba desencaminado, pues a mitad de la
noche un ruido me desvela, y rápidamente nos levantamos y corremos a ver qué
ocurre. Encontramos a Eddrick, de pie, era su turno de guardia, está exaltado y
su respiración en muy fuerte, está cubierto de sangre. Le preguntamos qué ha
ocurrido y parece que no se acuerda de nada, dice que no ha pasado nada durante
su guardia. Me acerco a atenderle, a simple vista parece no tener ninguna
herida, tras un reconocimiento más pausado, no encuentro ninguna brecha. La
sangre debe de ser de otra persona. ¿Pero quién ha podido ser? En el exterior
no hay nadie, ninguna de las trampas ha saltado. Seguimos alerta, y decidimos
que es mejor permanecer la vela por si ocurre un nuevo incidente.
Ya
con la llegada del nuevo día, Eddrick sale rastrear la zona, y descubres sus
huellas en lo que parecen sus movimientos de combate, pero él afirma no
recordar haber salido. Mientras desayunamos, preparamos nuestros equipajes para
emprender el camino. Al enterarse Klaus, se niega a salir, pero aún pese a su
oposición, le obligamos a venir con nosotros.
Nuestro
destino una pequeña aldea cercana, así que guiados por los hombres de Steiger
continuamos la marcha. Aún no habíamos avanzado mucho, cuando en las
proximidades del camino escuchamos el relincho de un caballo. Nos apresuramos a
investir, y descubrimos a un grupo de tres personas y dos caballos que están
detenidos en la lindera de un sotobosque. Parece que nos oyen llegar, pues uno
de ellos se pone en pie, y desenfunda sus armas, señal de sentirse amenazados.
Uno de ellos está herido, le falta la mano izquierda, el muñón sangrante lo
tiene cubierto con un vendaje. Por la indumentaria, las armas y los sombreros
de ala ancha, parecen cazadores de brujas.
- Jajaja,- ríe uno de
ellos, -nos extrañaba no volver a veros.-
todos ellos llevan un parche en el mismo ojos, en este caso el derecho. Al
vernos parecen relajarse, y comienzan a bajar sus armas.
- La última vez
eráis seis, creo que todavía no ha llegado la hora.- dice el que
está herido.
-No nos
conocemos.-
les digo, creo que se han confundido.
-Amigo Kiefer
cuantas cosas hemos vivido para que nos digas esto.- contesta otro de
ellos.
-Te confundes todavía
no es el tiempo.- le
recrimina el que parece ser el líder, Wilfred Torehbud, junto a él, el más
joven de los tres Julian Tennann, y el herido responde al nombre de Jack
Harhness.
-Combatimos
contra hombres-bestias hace dos noches, nos sorprendieron. Ya lo sabéis- comenta Julian.
-No, todavía no
lo saben.- le
interrumpe Torehbud.
-Seguíamos a un
grupo de mercenarios, llevaban consigo a una doncella.- les comenta
Barack.- La llevaban a Altdorf.-
-Los hombres-bestia les atacaron para raptar
a la doncella, pero es pronto para que os lo diga.- responde Torehbud
-Klaus afirma
que quien les atacó fue el silencio. Qué es el silencio.- vuelve a hablar
Barack.
-El silencio es
el silencio.-
responde de forma escueta el líder de los cazadores de brujas.
-Puedo curarles
esas heridas.-
me ofrezco.
-No te molestes
ya es la última vez que nos veamos, y la primera, ya nos olvidareis cuando nos
volvamos a ver.-
responde el líder a mi ofrecimiento.
-Entonces ¿qué
hacéis aquí?-
les vuelvo a preguntar.
-Seguimos a un
culto adoradores de Tzeentch, pensábamos que lo encontraríamos en Middenheim,
pero huyeron de allí.-
-¿El silencio es
parte de ese culto?-
interrumpe Barack.
-No, es algo
mayor.-
-¿Cómo podemos
ayudarles?-
pregunto.
-Para poder
vencer al silencio, es importante que cada uno de nosotros siga su camino.-
-¿Cómo lo
sabes?-
interroga Barack.
-Porque es la
última vez que nos vamos a ver. El culto está interesado en la muchacha, llevan
tiempo siguiéndola, desde casi hace seis meses. La niña es un instrumento, la
utilizarán para llegar a la Corte, al Emperador.
-La doncella iba
camino Altdorf.-
respondo.
-Te equivocas,
la tienen en un cementerio, tenemos que llegar antes de la noche.- comenta
Wilfred.
En
ese momento de entre la espesura, sin oírlos debido a que estamos concentrados
en la conversación, surgen un grupo de seis hombres bestias encabezados por un
gigantesco minotauro. Cargan contra nosotros, Rokatanski se encara contra el
minotauro, los demás hacemos frente contra el resto. Los poderosos golpes son
casi imposibles de detener, escuchamos gritos y las descargas de las armas de
fuego de los cazadores de brujas.
-Huid, sois
necesarios en otro lugar, no aquí.- grita Wilfred en mitad del combate, -nosotros nos encargamos de ellos.-
Pese
a sus órdenes, no voy a huir de este combate, y al igual que yo, el ogro
permanece haciendo frente a las embestidas de la enorme criatura del Caos.
Nuestros golpes parecen no hacer daño, en cambio los suyos son imparables. De
pronto el ogro caer, una gran brecha le ha abierto la cabeza, el minotauro no
se detiene a comprobar si sigue con vida y carga contra el grupo que forman los
cazadores de brujas. Eddrick y yo conseguimos hacer caer nuestros enemigos y
acudimos al auxilio de los compañeros que permanecen enfrascados en combate.
Acudo a la ayuda de Barack, y entre los dos conseguimos hacer caer a la bestia.
En ese momento, Jack Harhness corre en dirección donde se halla Barack, le
entrega algo con la mano,-¡Iros ya!- y seguidamente desenfunda su arma y carga
contra la enorme bestia que continua en pie.
El
enorme minotauro golpea a Jack, que yace muerto a causa del golpe. Wilfred es
el único que permanece el pie, incluso nuestros aliados de la casa Steiger han
caído bajo las hachas de las terribles bestias. Una nueva embestida de la
criatura hace que el cazador de brujas caiga. En ese momento, se vuelve,
olfatea el aire, y carga contra nosotros. A dura penas, tras recibir varios
golpes entre todos podemos reducir al engendro y hacerle morder el polvo.
Compruebo
que el ogro continúa con vida, le atiendo la herida, de la que le quedará una
fea cicatriz cruzará ahora la fea cara del ogro,
Me
acercó al cuerpo de Wilfred, parece que aún continua con vida, intento
aplicarle unos cuidados, pero parece que su destino ya está escrito en los
brazos de Morr.
-Corred
insensatos, debéis encontrar la niña antes de que anochezca.- balbucea entre
esputos de sangre, y un último aliento con el que escapa su vida.
Corremos
en dirección al cementerio...
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