viernes, 9 de marzo de 2012

Capítulo II


Tras curar nuestras heridas cogemos los dos caballos que han dejado los cazadores de brujas, a ellos ya no les serán útiles y recuperaremos algo de tiempo.  Los soldados han muerto, solo el ogro sobrevive. Klaus no se encuentra entre los caídos, pero al parecer ha aprovechado la refriega para marcharse. Nos dirigimos al cementerio, debemos llegar antes del anochecer.
 Barack nos da un parche a  Eddrick  y otro a mí.
-Me los dio el cazador de brujas manco antes de morir.- Dice algo apesadumbrado.
-Esto no vale para nada.-  Digo después de probarme el parche en ambos ojos. Lo tiro al suelo, pero Eddrick  lo recoge, cree que será importante.
   Avanzamos en silencio por el  frío bosque, el ogro nos guía hacia el cementerio que nos indicaron los extraños cazadores de brujas. Tras varias horas de marcha llegamos a última hora de la tarde a una pequeña aldea, no son más que seis o siete casas alrededor de una pequeña taberna. Al entrar nos sorprende encontrarnos con Thomas sentado junto a un nórdico tomando una cerveza.
-¡¡Amigos, que pequeño es Middenland!! - Saluda  alegremente. -Sentaos y tomaros algo, este es Gotthold Schurz, le he acompañado desde Middenheim, tiene que entregar un mensaje a alguien.-
-¿A quién?- Contesto.
-La verdad es que no lo sabemos.- contesta Thomas tras cerrar un momento los ojos y rememorar en su cabeza el extraño encuentro.
Bebiendo en una posada de Middenheim, en un rato de tranquilidad, una buena mañana, de esas que ni son fría ni cálidas. Mientras el joven cazarratas se ausentaba en sus labores. Al segundo trago de una cerveza no muy aguada. Alguien interrumpe. Una mirada... y son tres, todos ellos con el ojo derecho cubierto por un parche, y con los rostros cansados, el cubretodo cubierto de polvo, y las botas gastadas....
- Saludos maese Gotthold.- dice uno de ellos retirándose el sombrero de ala ancha. Su aspecto de hombre rechoncho y calvo, pero la mirada parece darle el porte que la primera impresión le quita.
Que te llamen por tu nombre en tierra extraña hace que casi te atragantes con el tercer buche que iba a darle a la jarra.
-¿Cómo me conocéis?- pregunta tras sobreponerse a la tos.
- Sé que buscáis trabajo. Después de la guerra un miliciano necesita un trabajo para llevarse algo decente a la boca. Me llamo Wilfred Torehbud... necesito que llevéis esta carta a su destino.- Del interior del cubretodo saca un sobre de pergamino con un gran sello lacrado. Debéis llevarlo a una aldea cerca de la residencia del conde Ander Steiger.
- Creo que está un poco desviado de mi camino.- responde, intentando llevar la negociación.
- ¿Serán suficientes dos coronas de oro? Debéis de entregar este sobre antes del anochecer.-
Se sorprendió que antes de darse cuenta tenía el sobre en la mano, y una moneda entre los dientes. Su resistencia y sabor... verificaban la autenticidad. En el sobre... las letras OF se incrustaba en el lacrado. Y con buena caligrafía un nombre...
-Solo me dieron esto-  añade Gotthold a la vez que muestra un papel lacrado. -Me pagaron dos Karls por traer esto a este pueblucho.-
-¿Puedo verlo?-   Mi sorpresa es mayúscula cuando veo que el mensaje va dirigido a mí. Gotthold no se fía que sea cierto y Barack tiene que ratificar que es para mí antes de que el desconfiado nórdico acepte. El mensaje es algo enigmático… conoce a tu enemigo.
-¿Quién te lo dio?-
-Un hombre calvo, con sombrero y un parche en el ojo me lo entregó hace dos días. -Contesta Gotthold.
¡¡¡Uno de los cazadores de brujas  le entregó la nota antes de conocernos y además sabía que estaríamos en esta aldea!!!  Parece que nuestros amigos saben todos nuestros pasos incluso antes de que los demos. Será mejor que vayamos al cementerio antes de se haga de noche tal y como nos advirtieron.
Barack  acuerda un precio con Gotthold para contratar sus servicios como mercenario. Nos pertrechamos con una antorcha y tras atar los caballos en los establos de la posada nos dirigimos al cementerio que se encuentra a unos cien pasos de la taberna, en la cima de una pequeña colina. Parece ser que Rokatanski ha decidido que es más útil  si se queda comiéndose uno de los caballos que lleva todo el día arrastrando que acompañándonos, ¡¡ogros!!
Abrimos la verja. Silencio. Coronando la pequeña colina se encuentran unos cuantos mausoleos, logramos distinguir el reflejo de un fuego entre las paredes. A ambos lados del camino hay dos figuras de mármol, una representación de Morr, un hombre con túnica juntando las manos en un rezo, de la espalda le sobresalen dos enormes alas. Me dirijo directamente hacia el fuego, Ulric siempre toma el camino directo, mientras mis compañeros me flanquean a ambos lados del camino. Parece que se escuchan unas voces apagadas.
A mitad de camino nos encontramos con otras dos estatuas idénticas a las anteriores. Eddrick  y Barack  vuelven al camino y contemplan recelosos las dos nuevas efigies. Al volver la vista hacia la entrada del cementerio nos sorprende ver a las otras dos figuras inmóviles en mitad del camino algo más cerca de nosotros. De pronto Eddrick  corre hacia los mausoleos, ¿habrá visto algo que los demás ignoramos?, le sigo. Thomas se oculta del camino y avanza sigilosamente. Barack se pone un parche en el ojo  y avanza despacio,  Gotthold avanza por el camino sin alejarse demasiado de su contratista. Cuando miramos atrás vemos como las dos esculturas se han vuelto a mover, han avanzado un buen trecho  y están en posición de ataque mirándonos.
Llegamos a la cima y tras un rápido vistazo observamos como dos hombres están dialogando junto a una hoguera, parece que están impacientes y esperan la llegada de alguien. Tras ellos una muchacha de unos 16 años se encuentra maniatada bajo una de esas estatuas. Barack empieza a repartir instrucciones al grupo para rodear a los captores.
-¡¡¡Por Ulric!!! - Grito mientras me abalanzo sobre los sorprendidos rufianes. Barack se queda maldiciendo, mientras a mi lado ataca Gotthold. Caemos sobre ellos mientras cogen sus armas, tras un breve intercambio de golpes el nórdico elimina a su contrincante y se dispone a echarme una mano. Mi rival aguanta bien el mis golpes pero tras incorporarse un compañero más al ataque, el bandido es incapaz de mantenernos a raya y cae al suelo  muerto  por un certero golpe de mis mazas.
Mientras nosotros nos encargamos de los criminales, Eddrick coge a la muchacha, de pronto la estatua  alza sus manos contra el sin conseguir atraparlo. Thomas llaga donde se encuentra la niña y empuja la estatua con la intención de derribarla del pedestal, debe de pensar que pesa como alguna de las ratas que suele cazar para ganarse la vida, el pobre infeliz no consigue moverla ni siquiera un palmo. Eddrick empuña su gran hacha de leñador y asesta un fuerte golpe a la efigie aun así solo consigue mellar el filo de su arma. Rápidamente Eddrick incorpora a la joven y tras cogerla fuertemente de la mano, corren.
-¡¡¡Vamos!! Ya tenemos a la niña, vayámonos de aquí!- Grita mientras se aleja hacia una de las entradas del cementerio.
Barack, se encuentra en la periferia del combate vigilando las estatuas del camino, no logra entender cómo se desplazan si no las vemos  moverse. De pronto una de ellas se ha colocado a su espalda  sin que el enano logre percatarse. Un terrible golpe en la cabeza le abre una fea brecha y la sangre que mana le oculta medio rostro, cualquier humano habría caído ante semejante impacto, por suerte es un enano. Se gira con la intención de atacar a su agresor pero comprende rápidamente que nuestras armas no pueden dañar la piedra.
-¡¡Vámonos de aquí!!- vocifera mientras se da la vuelta y echa a correr.
Gotthold y yo valoramos la situación tras haber eliminado a los forajidos. La talla alada que había junto a la cautiva esta a nuestras espaldas en posición de ataque. Cuando la miramos está completamente inmóvil.
-¡Brujería!- exclama Gotthold y tras ver que Barack ya se ha ido, corre hacia la salida imitando a su patrón.
No sé qué es lo que todos temen, la verdad es que parecen poderosas estas efigies pero están inmóviles, así que levanto mi maza y golpeo con todas mis fuerzas la cabeza de la más cercana. Mi arma rebota sin causar daño a la piedra. Lo mejor será marcharse junto con mis compañeros, emprendo camino hacia la salida cubriendo la huida de mis amigos. Eddrick se encuentra arrodillado en medio del camino, está con el hacha en la mano y mira desconcertado a ambos lados. Se levanta y corre junto a la doncella hasta la salida del cementerio donde derriba la cancela de un hachazo. Poco a poco vamos llegando todos y volvemos a la posada. Un último vistazo y vemos como media docena de estatuas están llegando a la puerta.
Por el camino Eddrick habla con la chica, le cuenta que nos ha contratado su padre y que la llevaremos sana y salva, no tiene nada que temer. Gotthold dice que hay que avisar a la milicia de que una bruja a animado las piedras y el poblado sino el imperio entero corre peligro y se marcha. Al llegar a la posada la niña corre a abrazarse a un Rokatanski que estaba durmiendo junto al fuego. Mientras curo las heridas del enano llega Gotthold algo apesadumbrado, al parecer no hay milicia ni nadie al que avisar. El posadero nos sirve algo caliente para comer y entrar en calor, mientras dialogamos…
-Debemos volver al cementerio y terminar lo que hemos empezado.- Digo a mis compañeros.
-¡Estás loco! Hemos rescatado a la niña, llevémosla con su padre y cobremos el dinero.- Responde Eddrick.
-Estoy de acuerdo con el leñador, cobremos nuestro oro.- añade Barack.
-Trabajo.- pronuncia el ogro mientras nos mira con desconfianza.
-Hemos venido desde Middenheim para ver si estaba relacionado este caso con el de la ciudad, y aun no lo hemos hecho. Además, ¿muéstrame el contrato Roky?- Le digo al ogro. Éste me lo entrega y leo en voz alta la parte final. –“….rescatar y llevar a Altdorf a la hija del señor Steiguer…..”
- Maldita sea. Así que tendremos que llegar a Altdorf para cobrar mi oro…..- comenta Barack muy malhumorado. -Será mejor que descansemos lo que queda de noche, nos queda un largo viaje. Por la mañana iremos a tu cementerio humano.-
 Antes de ir a  dormir interrogo a la joven noble  (Illesia) sobre sus captores. Su padre contrató a unos mercenarios para que la escoltaran hasta Altdorf. Sufrieron un ataque el primer día de marcha, cree que vio en los asaltantes el  emblema de la casa Dannet (una granada atravesada con una flecha). Que después de eso la llevaran de una lado para otro pasando por varias manos y finalmente la dejaron en el cementerio con dos guardias, puede que Adam Dannet intente impedir su boda en la capital. No le hicieron ningún daño ni nada extraño. No sabe nada del silencio.
Amanece.  Tras desayunar nos ponemos en marcha. En el cementerio no queda ni rastro de las estatuas aladas. Solo quedan los cadáveres junto a los restos de la hoguera. No llevan nada que nos sea de utilidad para esclarecer lo sucedido. Gotthold y Thomas se reparten las escasas pertenencias, dos espadas y 30 chelines. Partimos hacia Altdorf, habrá que atravesar el sombrío y peligroso Drakwald. Buscaremos una diligencia en alguna de las postas del camino imperial. Pasamos toda la mañana caminando, nos cruzamos varios aldeanos que nos miran de arriba abajo sin intercambiar palabra con nosotros.
Al  atardecer llegamos a una posta “la taberna de Dag”. Primero entra Gotthold para asegurarse de que no hay peligro. La posta está llena de gente, el tabernero es un kislevita, Dag Molensky, no hay nada que temer.  El posadero nos informa que la última diligencia pasó hace dos días, tardará  al menos una semana en pasar otra. Nos sentamos a una mesa para comer. Thomas nos informa que solo disponen de una habitación libre además de la sala común, ha pagado una corona de oro, el muy idiota ha debido inhalar demasiados gases pútridos en las cloacas de Middenheim mientras trabajaba. Illesia hablará con Rokatanski para que corra con los gastos. Una de las camareras, la hija del tabernero, no le quita ojo a nuestro pequeño Thomas.
Eddrick sube a la habitación con  Illesia, mientras el resto nos dispersamos por la taberna en busca de información. Un borracho se acerca al enano para comentarle algo al oído y Gotthold lo coge del brazo y le dice que se marche y no moleste. Mientras yo me acerco a un hombre que está en la barra.
- Solo los bastardos son amigos de los Steiguer.- Dice mirando al ogro con el  blasón blanquiazul y después me mira a mí.
-¿Me has llamado bastardo?- Sonrío y sin esperar respuesta le pego un puñetazo que lo deja por el suelo. -¿Algo más que añadir?- .El aldeano se levanta y sale corriendo.
El tabernero informa que los Steiguer se han dedicado a atacar y saquear todas las aldeas que encuentran en las propiedades del señor Dannet. Será mejor que hablemos con Illesia para que le diga al ogro que se quite el tabardo de con los colores de su casa. No se ve a Thomas por ningún lado, y curiosamente la camarera también ha desaparecido.
Decidimos hacer guardias durante la noche para proteger a Illesia. Gotthold y yo la primera. A las pocas horas Gotthold grita en el pasillo, salgo de la habitación de la joven, de pronto me veo rodeado por el resto del grupo, tengo la mente en blanco  y el arma manchada de una sangre negruzca en la mano. Ha vuelto a ocurrir de nuevo. Debemos anotar las veces que nos ocurra, puede que sea el silencio como decía Klaus, parece que se hacía los cortes para intentar recordarlo. Sufrimos un encuentro, normalmente por separado, y cuando acaba no recordamos nada de lo sucedido. ¿Quién es nuestro enemigo? ¿Cómo derrotarlo sino recordamos nada?
Amanece. Thomas tiene una sonrisa de oreja a oreja. La mujer del posadero nos informa de que a menos de un día de viaje encontraremos otra posta. Illesia a convencido a Roky para que oculte su blasón. Antes de partir nos enteramos de que el llamado “caballero del zorro” ha estado reclutando mercenarios y que le pareció raro que llevara varios escudos de la apestosa casa Steiguer. Al parecer esto ocurrió poco después de que la niña fuera raptada.
Por el camino nos cruzamos con varios viajeros que nos dicen que un rico comerciante, Ruben Pipper, viaja con Adam Dannet y un grupo de unos 25 hombres armados. Parece ser que se ha prometido con Iris Dannet, la primogénita de la casa Dannet, quien misteriosamente también ha desaparecido.
A medio día divisamos una nube de polvo al fondo, en el camino. Debe de ser un grupo numeroso a caballo. Los esperamos a un lado del camino. Gotthold se esconde tras un árbol. Son 8 jinetes fuertemente armados.
-Saludos en nombre de Ulric.- Digo levantando la mano en gesto pacífico.
- Saludos en nombre del Emperador.- Contesta el líder.-Mi nombre es Robson Clavier, mensajero del  Imperial. –ras intercambiar los pertinentes saludos nos comunica que se dirige a Middenheim para entregarle un mensaje a Graf. Habrá una gran celebración en Altdorf para festejar la victoria frente a las fuerzas del Caos. Los festejos comenzarán dentro de 8 días. Le informamos de lo que ocurre por esta zona entre la casa Steiguer y la casa Dannet, no saben nada al respecto. Nos desean un buen viaje y siguen su camino.

Al atardecer divisamos otra posta. Gotthold vuelve a meterse primero para asegurar el terreno. Tarda en salir. Cuando lo hace parece algo nervioso. Nos cuenta que en el interior hay un borracho que dice ser el único superviviente de la banda del caballero zorro, que se ha embolsado una gran suma por traicionar a sus compañeros. Que toda la banda disfrazados de hombres de la casa Steiguer han ido saqueando y matando a las aldeas Dannet. Entrará de nuevo y lo sacará solo afuera con alguna excusa. Al poco sale con otra persona que va dando tumbos, tras cerciorarse de que nadie lo ve saca su arma y lo golpea con el pomo. El borracho cae  al suelo sin sentido. Lo trasladamos a las cuadras para hacerle unas cuantas preguntas. Gotthold suelta uno de los caballos y lo golpea para que salga corriendo.
 – Si lo echan de menos creerán que se ha ido en su caballo.- Dice orgulloso
-¿Y cómo sabes que ese era su caballo? – contesta Barack.
-¡¡Ups!!- es todo lo que logra decir antes de salir corriendo tras el caballo huido.
Tras amenazarle con acabar de cena en la barriga de Rokatanski nos cuenta todo lo que sabe. Su nombre es Harmish Flores, una espada de alquiler que intenta sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. El caballero del zorro lo contrató junto con otros hombres para hacerse pasar por soldados de la casa Steiguer y culparlos así de los ataques a las aldeas que ellos cometían. Dice que los contrató  Alfred Dannet, al menos eso le dijo  Clayton Alchei que es el verdadero nombre del caballero zorro. Ahora vendrá a matarme. Suplica por su vida y dice que si le protegemos de Clayton confesará todo lo que sabe ante quien haga falta.
Le quitamos su arma y su bolsa. Nos acompañará a Altdorf, pero antes pasaremos la noche bajo techo y comeremos algo caliente en la posta.

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