Cuando
entran en la habitación encuentran a Barak con el parche puesto en el ojo
izquierdo y cara de preocupación. Gotthold tiene otro de los parches en el
cuello preparado para taparse un ojo, junto a éste último se encuentra Illesia,
sentada en una silla, con una falsa sonrisa en los labios y las manos a la
espalda, engrilletada.
-¿Qué ocurre?-
pregunta Kiefer.
-Antes de comprar pasaje en ese
barco que va a Altdorf deberíamos discutir algunos asuntos.-
dice muy serio el enano.
-No estamos solos.-
dice Gotthold que se ha puesto el parche y señala a una esquina de la
habitación. –Deberíais desenfundad
vuestras armas.- añade empuñando su maza con ambas manos.
Al
mirar hacia donde señala el mercenario todos pueden ver al horrible ser que
ellos mismos llaman “El Silencio”. De
aspecto humanoide, apenas se percibe un rostro en su cabeza, tiene dos enormes
ojos negros y lleva puesta una especie de túnica de color negro. Cada vez que
una persona deja de mirarlo fijamente olvida todo lo relacionado con él, permaneciendo
de esta forma invisible a los ojos (o más bien a la memoria) de todo el mundo.
-¿Por qué ?-
pregunta Kiefer que de repente recuerda todos los encuentros que ha tenido con
esta criatura incluida su conversación.
-¿¿ ¡Eso de ahí te parece normal!!?-
contesta el enano.
-Quizás no sea un enemigo. En la
posada hablé con él, me dijo que llevan aquí mucho tiempo antes que nosotros,
que debemos proteger y llevar a la niña a Altdorf.
-¡Para que la niña mate al
Emperador! ¡Lleva un demonio en sus entrañas que m atará al Emperador!-
Interrumpe alarmado Gotthold.
-La niña es importante, hay que
protegerla, de eso estoy seguro. Es algo que siento desde mi interior.- Dice
Kiefer.
-Dame el parche.-
le ordena Gotthold a Thomas que se lo había puesto durante la discusión y
miraba atónito la esquina de la casa y a Illesia. –Compruébalo por ti mismo iniciado.- le dice mientras le lanza a
Kiefer el parche.
Al
ponerse el parche Kiefer ve lo que le dicen sus compañeros. Desde la periferia
de su visión vislumbra a un extraño ser de aspecto maligno, de unos tres metros
de altura, tiene el pelo largo empapado en sangre, su boca está repleta de
dientes afilados y en las cuencas vacías de sus ojos brilla un tenue resplandor
verdoso y unas pequeñas espirales de humo escapan de ellas. De los hombros le
salen dos apéndices flexibles que acaban en algo parecido a una afilada hoja de
guadaña, bajo estos salen dos largos brazos y de sus dedos penden unos hilos
que parecen manejar a la pobre Illesia cual titiritero a su muñeco, en el
vientre de la niña se está gestando una extraña criatura también manejada por
los hilos de este ser. Cada vez que intenta mirar directamente a este ser,
desaparece de su visión como si nunca hubiese existido.
-¿Qué demonios es eso?-
exige Kiefer a la criatura que llaman “El Silencio”.
-Es un terror primigenio.-
contesta con voz carente de emoción.
-¿Al igual que tú?-
el ser guarda silencio. -¡Contesta
maldito seas!-
-¿Qué pasaría si le corto el
cuello?- amenaza Gotthold que se ha situado junto a la cautiva le ha puesto un
cuchillo en la garganta.
-Debes protegerla.-
contesta impasible “El Silencio”.
-Nos contrataron para llevar a
Illesia a Altdorf, llevar a un títere del caos
para que se case con el Erario de Nuln.-
dice Barak incorporándose en su lecho.
-¿No te parece sospechoso que a un evento tan importante no asista su padre?
Más aún si tenemos en cuenta que irá gran parte de la nobleza del Imperio y
ella es su única heredera.- Y sentencia.-Hay
que matar a la joven.-
-¡No!- responde
Kiefer. –Si solo es una marioneta hay que
liberarla, no matarla. Ella es importante.-
-¿De qué coño habláis?- interrumpe
Eddrick.
-Ponte esto.- dice
Kiefer a la par que le da el parche de
los cazadores de brujas sigmaritas que se había puesto.
-Nadie hará daño a Illesia.- dice
tajante Rokatanski.
-Llama a tus superiores, clérigo, y
que decidan ellos.- dice Gotthold. –Que la quemen en una hoguera.-
-Liberarla y si no es
posible…matarla- contesta el enano. –Además no se qué hacemos discutiendo esto delante de esta criatura,
¡acabad con ella de una maldita vez!-
-¿Y si no es un enemigo? ¿Y si….?- las
preguntas de Kiefer se ven interrumpidas por el grito de Eddrick que
enarbolando su pesada hacha asesta un potente golpe a la criatura que llaman
“El Silencio” que no hace nada por defenderse y cae muerta al suelo. El
“titiritero” que maneja a la joven sigue
ajeno a todo lo que ocurre en la habitación. Eddrick registra el cuerpo
inerte, le quita las túnicas en busca de algún símbolo o algo pero no encuentra
nada.
-Busca a alguien que pueda acabar
con ese mal o mátala.- Le dice Barak a Kiefer para
después caer de nuevo inconsciente por el esfuerzo, a causa de sus heridas.
-¿Quién es el padre de la criatura
que llevas en el vientre?- pregunta Thomas a Illesia.
-No se dé que me hablas. Os habéis
vuelto todos locos.- Contesta.
- Será mejor que te pongas esto.-
le dice Kiefer al ogro a la vez que le tiende el parche que llevaba puesto
Barak hasta hace un momento. Rokatanski se pone el parche y tras digerir lo que
ve, se levanta y con su garrote golpea por encima de Illesia, justo donde
debería de encontrarse el titiritero. Pero su garrote choca estrepitosamente
contra la pared.
Gotthold
coge impulso con su maza e intenta estamparla contra la cara de Illesia. En el
último momento el arma parece detenerse, como por arte de magia, a escasos
centímetros del rostro de la cautiva, los brazos y rostro del mercenario
reflejan una enorme tensión, aunque su cuerpo no se mueve ni un ápice. Todo el
mundo mira estupefacto a Gotthold que lucha con todas sus fuerzas para golpear
a la joven. Kiefer le hace un placaje al mercenario y ambos caen rodando al
suelo. Thomas contempla la escena inmóvil con las pupilas muy dilatadas.
De
pronto en cofre que guarda el cráneo comienza a vibrar cada vez más hasta que
se encuentra dando espasmódicos saltos, lucha por liberarse de su prisión.
Eddrick se lanza encima del cofre y logra a duras penas mantenerlo cerrado.
Gotthold logra zafarse del abrazo del iniciado, saca un cuchillo y avanza hacia
Illesia para rebanarle el cuello.
-¡¡¡BASTAAAA!!!-
grita el ogro delante de la niña. El grito deja inmóviles a Kiefer y Gotthold con
los huesos entumecidos a causa del pavor
que causa el ogro enfurecido. –
Desármalos.- Le ordena Rokatanski al leñador que suelta el cofre, una vez
que todos se han tranquilizado el cofre deja de moverse, como si la ira de la
habitación lo animasen. -Debemos dialogar
y avanzar.-
-Está bien.- Dice
Kiefer una vez se han calmado los ánimos.
–Deberíamos pedir consejo a los sacerdotes de los templos de Shallya y de
Sigmar. Ellos deberían de saber cómo actuar.-
- Estoy de acuerdo.- Comenta
Eddrick mientras no deja de lanzar miradas al cofre. - No podemos introducir tal engendro en Altdorf. Por cierto, si vas al
templo de Sigmar pregúntales si tienen parches como estos, nos serán de
utilidad.-
El
iniciado busca consejo en las hermanas de Shallya pero lo que cuenta no está al
alcance de sus conocimientos así que pregunta en el templo de Sigmar. Allí le dicen que sol el Alto Capitular del Templo
de Sigmar en Altdorf, Werner Stolz,
tiene la fuerza suficiente para destruir ese mal, él sabrá cómo actuar.
De los cazadores de brujas sigmaritas solo saben que se quedaron un día en
Delzberg y partieron al amanecer hacia Middenheim tras la pista de un culto de Tzeentch,
de los parches no tienen ni idea solo que los llevaban puestos. Antes de
regresar junto con sus compañeros Kiefer va al templo de Ulric para recoger al
padre Odo, por el camino le va informando de todo lo acontecido. Cuando entran
en la estancia donde están sus compañeros lo único que queda de “El Silencio”
es una túnica gastada manchada de sangre negruzca. El ogro ha devuelto el
parche al enano, que ahora lo lleva puesto y en la casa no se encuentra Thomas,
al parecer salió fuera.
Kiefer
cuenta a sus amigos lo que le han dicho en los templos.
-Los cazadores de brujas seguían a
un culto de Tzeentch.- Dice Barak que ha recuperado la
consciencia. –Nos dijeron que “El
Silencio” pertenecía a ese culto. Espero que no lo hayáis olvidado.-
-Yo solo digo que puede que se
equivoquen- contesta Kiefer.
-Debemos ir a Altdorf lo antes
posible.- dice pausadamente el Padre Odo. –Allí el Sumo Sacerdote Adjunto del Templo
de Ulric, Claus Liebnitz, nos ayudará.-
En
ese momento se abre la puerta de golpe y entra el joven Thomas que intenta
recuperar el aliento. Tiene los ojos enrojecidos y el habla un poco pastosa.
-Vengo de la casa de las drogas.
Cuando llegué Tarshalares me confundió
con los cultistas y me condujo directamente al sótano de la casa. Allí había
reunidos al menos una veintena de personas con túnicas. ¡Todas llevaban puesta
una máscara de rata! Se percataron de mi
presencia y me amenazaron, escape como pude para avisaros.-
-¡Son los que buscamos!- dice
Kiefer. –Debemos acabar con ellos o
Delzberg será destruida junto con Illesia, el cráneo y todos nosotros. ¡Vamos!-
En
la casa quedan el Padre Odo, Illesia y Barak así como el cofre con el cráneo.
Gotthold accede a acompañar a Thomas, Rokatanski, Kiefer y Eddrick a cambio de
otras cuantas monedas. Corren por las calles de Delzberg hasta la casa de la
elfa. Al llegar a la puerta Rokatanski
saca la máscara que cogió en las alcantarillas y Eddrick se pone la máscara y
llama a la puerta.
-¿Tu también?-
pregunta Tarshalares al abrir la puerta, a lo que Eddrick asiente con la
cabeza. Parece que el efecto de las drogas nubla su vista y parece no
percatarse del resto del grupo. –Pasa,
están en la planta de abajo.-
Entran
en la casa mientras la anfitriona vuelve a tumbarse en el sofá y fuma raíz de
mandrágora. Thomas los guía por la casa hasta unas largas escaleras que bajan a
una enorme habitación. En la pared del fondo hay pintado un gran triángulo de
vértices irregulares y una veintena de personas con túnicas cubriéndose la cara
con máscaras iguales a la que lleva puesta Eddrick. En el centro de la estancia
hay una agujero excavado en el suelo y al lado un skaven entrega una bolsita a
uno de los tres humanos con el rostro descubierto, que hay arrodillados junto a
él. Todos están expectantes y aguardan en silencio a que el skaven hable.
-Bien,
bien, cosa-hombre líder-hombre. Foulsqueek está contento contigo. Conseguiste
hacer que el espía prisionero escribiese carta a cosa-hombre Skavens odian. Pronto-pronto
asesino disfrazado Eshin mata-mata Skavens odian. Aquí tienes tu recompensa,
más preciado polvo de disformidad para tu plan contra iglesia Dios-hombre.
Cosas-hombre siguen sirviéndonos bien, nosotros recompensar mucho mucho.-
El
grupo intercambia miradas en silencio, parece que todos están de acuerdo, ese
repugnante ser y todos sus seguidores deben morir. Llevados por la locura y el
ansia de sangre, muy probablemente influenciados por la densa humareda de raíz
de mandrágora que reina en la casa de la elfa, desenvainan sus armas y cargan
contra los sorprendidos sectarios.
Eddrick
es el primero en golpear y de un solo tajo de su enorme hacha acaba con la vida
de los seguidores de los hombres rata que había intentado parar el ataque levantando torpemente una
daga, otro enmascarado le hace un corte en un brazo al leñador mientras retira
el hacha del cuerpo inerte del fallecido. En un abrir y cerrar de ojos todos
están enzarzados en combate contra varios de estos seguidores en medio de un
caos de túnicas y máscaras.
Rokatanski
hace un barrido con su garrote y golpea a dos rivales, dejando al primero
herido y destrozando el pecho del segundo. Dos cultistas lo atacan con dagas
pero yerran su ataque compungidos por el enorme tamaño del ogro y la ridícula
arma con la que intentan matarlo. Rokatanski por su parte vuelve a golpear a
uno de ellos y la potencia del golpe rompe el cráneo del sectario salpicando de
sesos y sangre a sus compañeros más cercanos. El resto que esta junto al ogro
intenta mantener la distancia con él y esquivar sus mortíferos, aunque algo
lentos, golpes. La gran mayoría de los cultistas comienzan a huir por las
escaleras asustados por la inesperada sangrienta aparición del grupo y de los
bramidos del ogro. El skaven junto con el líder humano, desaparecen por el agujero del centro de la
habitación.
Thomas
con su espada mantiene a raya a dos adversarios intercambiando golpes con ellos
aunque le superan en número el alcance que le proporciona su espada en
comparación con las cortas dagas es suficiente para poco a poco ir infringiendo heridas a sus contrincantes que
cada vez están sangran por más sitios.
Gotthold se abalanza contra sus enemigos hiriendo de
gravedad del primer golpe a uno de
ellos, rápidamente dos sectarios más comienzan a hostigarle por ambos lados
haciéndole parar una y otra vez las puntiagudas dagas y esquivando sus pesados
golpes a dos manos de su maza. Una de las dagas logra penetrar su defensa y le
hace un corte en la pierna, pero se ha acercado demasiado al norlandés que
enfurecido levanta su maza con ambas manos por encima de la cabeza y le
destroza la columna al atacante, que no
recupero la posición con suficiente rapidez después del su acierto.
Kiefer
lucha contra otros tres rivales, una de sus mazas golpea incesantemente
mientras con la otra intenta parar los ataques de sus rivales, aunque sus
enemigos a base de pequeños cortes de daga le hacen sangrar por una decena de
heridas. Sacando fuerzas de flaqueza y con el constante vaivén de sus mazas
cada vez son más golpes que acierta y menos los que recibe y uno a uno a sus
tres contrincantes caen sin vida al suelo. Libre de atacantes y después de
comprobar que sus amigos se las arreglan solos coge una antorcha de la pared y
salta al interior del agujero en pos del skaven. Hay una leve caída de unos dos
metros a una pequeña estancia excavada
inundada de agua que cubre a la altura
de la cintura, en un lateral hay una abertura que da a un estrecho pasaje por
el que hay que introducirse a rastras y tras una corta distancia da a una gruta más espaciosa. Rokatanski, que
ha eliminado a todo el que se ponía por delante, baja también y tras comprobar que no coge por
la angosta gruta deja paso al iniciado que desaparece rápidamente por la
abertura.
En
el otro lado hay una enorme cavidad por la que pasa un rio subterráneo, en el
rio hay un embarcadero de madera medio podrida donde hay amarrada un pequeño
barco con una rueda enorme en la parte de atrás. Un skaven sube a la
embarcación y manipula unas palancas que hacen que el barco comience a hacer
ruido y escupa un montón de humo, el skaven se vuelve hacia la apertura y tras
ver a Kiefer emite unos chillidos agudos, otros dos hombres rata bajan de la
embarcación y comienzan a soltar amarras. Un hombre junto con otros dos skavens,
mucho más grandes y fuertes que los demás,
se encuentran junto al muelle con unas grandes hachas en las manos. Sin
detenerse a pensar lo que está haciendo corre a por ellos con un grito a Ulric
en sus labios. Su carrera es frenada en seco por un golpe de una de las enromes
ratas que le hace perder el aliento y un profundo corte en el muslo, cuando la
otra vil criatura se dispone a rematar al iniciado con su hacha recibe un
tremendo mazazo en la cabeza que le destroza el cráneo y esparrama sus sesos
por todas partes. Kiefer levanta la vista y ve como Gotthold levanta su maza de guerra de lo que era la
cabeza del skaven, Thomas se enfrenta al humano, que no es otro que Konrad
Rottmeier el maestre del gremio de carreteros y miembro del consejo de la ciudad,
Eddrick pasa de largo como una exhalación para intentar que el resto de skavens
no huyan en el barco. El iniciado agradece en silencio la llegada de sus amigos
y ataca con renovadas fuerzas a la rata que tiene delante deshaciéndose de ella
en breves segundos gracias a la ayuda del mercenario.
Thomas
continúa enfrascado con Konrad y parece mantener a raya al carretero así que
ambos corren hacia el embarcadero para intentar que escapen estas viles
criaturas. Eddrick ya se encuentra peleando con uno de los menudos pero
rapidísimos skavens mientras el otro intenta cortar las amarras bajo los
incesantes chillidos de su líder. El leñador lanza un potente golpe que la rata
esquiva con facilidad, sin embargo no logra esquivar los mazazos ataques de
Kiefer y Gotthold que la dejan aturdida, con el movimiento de recogida del
hacha el leñador incrusta su arma en las costillas de la alimaña que muere al
instante. Gotthold corre a por la otra rata aprovechando la inercia de la
carrera hunde su arma en el pecho de la
criatura que seguía intentando cortar las amarras, el skaven cae al suelo y el
mercenario le golpea de forma frenética una y otra vez machacando el cuerpo de
la rata.
¡¡¡Aaahhhgrrrrr!!!
Todos se vuelven y ven como Thomas cae al suelo con la pierna ensangrentada y
se retuerce de dolor. El carretero corre hacia el embarcadero a atacar al resto
del grupo. Kiefer sube al barco y golpea al líder de los skavens acertándole en
una pierna que le hace caer de rodillas, el leñador golpea con la naturalidad
que le dan los años cortando arboles en el bosque y cercena la cabeza de la vil
criatura que rueda por la cubierta de la embarcación hasta caer al agua por la
borda.
Eddrick
corre a socorrer a Thomas mientras que Kiefer rodea al carretero que está
luchando con Gotthold.
-¡Suelta el arma y te perdonaremos
la vida!- Le ordenada el iniciado, Konrad parece como
poseído, no escucha sus palabras y se abalanza sobre él. Kiefer para el golpe
con una de sus mazas y con la otra le
golpea en las costillas, haciendo que pierda el aire de sus pulmones.
Mientras intenta respirar Gotthold
aplasta la pierna y cadera con su maza, y el infeliz humano muere por
hemorragia interna tras varios espasmos.
Kiefer
corre junto a Thomas y le hace un torniquete en la pierna, la herida es
profunda y sangra abundantemente, un momento más y habría muerto desangrado.
Mientras el iniciado venda la herida, Eddrick y Gotthold registran los cuerpos
y el barco, hay poco botín, solo unas cuantas armas herrumbrosas, nueve coronas
de oro, raíz de mandrágora y un saquito con un polvo de color verdoso
enfermizo. El leñador hunde el barco a golpes de hacha y tiran al rio todo
menos el oro.
Salen
del agujero al sótano de la casa de la elfa ayudando a Thomas que apenas puede
andar. Allí les espera Rokatanski, he encontrado una máquina de hacer monedas
con el triangulo de los Skavens y tiene a Tarshalares Wintermoon arrinconada en
una esquina, Gotthold se aproxima a ella y le pone una daga en el cuello.
-Cuenta todo lo que sepas.-
-No se nadaaa.-
aunque asustada se encuentra bajo la influencia de drogas y su hablar es lento
y arrastra las palabras. –Se reunían en
mi caaaasssaaa, toooomabamos drooogasssss, nooooossss divertíamoooossssssss.
Naaaada maaaasssssssss.- contesta sonriendo.
Esto
enoja al mercenario y le hace otra sonrisa de oreja a oreja cortándole el
cuello con su daga y cae al suelo con los ojos abiertos como platos sin
comprender lo que ha pasado.
-¡Estúpido!-
le recrimina Kiefer. –No te pagamos por
asesinar. Tenía información. Podría habernos sido útil.- El mercenario
sonríe y se encoje de hombros.
En
el exterior de la vivienda se dividen en dos grupos. Thomas, llevado en
volandas por Rokatanski junto con Gotthold,
van a la casa de Reinhold. Eddrick y Kiefer van a la casa de Wolfgang Von Drachensturn
creen que, por las palabras que dijo el
skaven, intenten asesinar al hombre que los contrató. Cuando llegan a la
mansión de Wolfgang sus sospechas aumentan al ver una diligencia negra parada
junto a la verja abierta del jardín. En el pescante de la diligencia el cochero
está muerto con el cuello degollado. Ambos empuñan sus armas y corren al
interior de la casa, en la puerta de entrada hay otros dos cadáveres, el del
mayordomo y de un sirviente, ambos también degollados. Entran y se dirigen rápidamente al despacho
de Drachensturn, todas la puertas del pasillo están abiertas y en varias las
habitaciones hay más cadáveres de sirvientes en un charco de sangre. Penetran
en el despacho del Lord, todo está en penumbra iluminado solamente por el fuego
que arde en la chimenea. Sentado en un sofá
se encuentra el señor Drachensturn entre las sombras, se acercan
lentamente y comprueban que han llegado demasiado tarde, de uno de sus ojos
sobresale la empuñadura de una daga de extraña manufactura, por la mejilla aun
corre un hilillo de sangre que empapa sus ropas de color carmesí. En una de sus
manos sostiene una nota:
-He encontrado un prisionero que
confirma nuestras sospechas.
Voy a su residencia-
firmado I.A.
En
la chimenea arden varios libros, hojas sueltas con anotaciones que intentan
salvar de las llamas, pero el fuego es demasiado intenso para rescatar algo.
Salen abatidos al exterior y examinen la diligencia, en el interior encuentran
unos grilletes rotos y otro sirviente degollado. Eddrick registra el cuerpo del
conductor y se guarda una moneda de oro y una pistola, se montan en la
diligencia y se llevan a casa del cirujano, les vendrá bien un medio de
trasporte para llegar a Altdorf en caso de que no encuentren barco.
Una
vez todos están reunidos en la casa del médico, cuentan todo lo sucedido a
Barak y al Padre Odo. El ogro propone ir al gremio de carreteros por si quedara
con vida algún cultista o estuviera allí prisionero Isidro Armentero como dijo
el hombre rata. Todos están de acuerdo. Rokatanski, Eddrick, Gotthold y Kiefer
se montan en la diligencia y van a las
afueras de la ciudad donde el gremio tiene su sede.
La
puerta está cerrada, pero no es problema
Rokatanski la derriba de una
fuerte patada. Hay una serie de oficinas que dan al aparcamiento donde hay
varias carretas. Suben las escaleras y registran a fondo toda la sede. Hay
varias habitaciones, todas cerradas con llave. El ogro las abre una a una.
Muchas son dormitorios con una cama y nada
más. También hay un gran despacho. Todo está desordenado y un fuerte olor a
raíz de mandrágora impregna el aire de la estancia. En la pared detrás del
escritorio hay un enorme tapiz de una rata cornuda. Desenrollado encima de la
mesa hay un mapa de una ciudad con doce marcas. Junto al mapa varias notas de
cálculos, proporciones de piedra de disformidad. Mientras Kiefer lee las notas
y recoge todos los papeles de utilidad el resto registra la cochera, en las
sombras encadenado a una silla encuentran a Isidro Armantero. Tiene la cara
destrozada, le han arrancado las uñas de los dedos y partido las dos piernas.
Lo torturaron durante días, aunque aún sigue con vida y consigue susurrar unas
palabras.
-Me capturaron… Cofff coff. Ellos
se reunían esta noche…cofff Me obligaron a escribir una carta para el eshin
skaven….Estuve cerca de detenerlos.- logra decir Isidro
antes de morir.
Registran
las pertenencias y el cuerpo sin vida de Armantero y encuentran un pequeño
diario en el que Isidro anotaba cuanto descubría. Cogen todas las cosas de
importancia y se van a la casa del médico. Por el camino Kiefer ojea el diario de Isidro Armantero y una vez
reunidos todos comparte su información.
Contiene un montón de información sobre los hombres rata y les cuenta a sus
compañeros que la secta se llamaba Ordo Triangulus.
Robaron la piedra de disformidad de la mina enana para impregnar monedas con el
polvo. El mapa que encontramos en su habitación era de BajoDelzberg donde puede
haber alrededor de cuatro mil skaven. Foulsqueek, el líder de los skaven, era
un vidente gris que llegó desde Talabheim. Hace unos cien años los skavens
llegaron a la ciudad y compraron a los nobles señores de la ciudad con oro y
promesas fundando así el Ordo Triangulus. En los doce puntos señalados más otro (el trece es un numero sagrado para
los skavens) en el mapa de Talabheim distribuiría las monedas impregnadas de
polvo de disformidad en esos sitios clave para propagar la corrupción, eso
unido a los panfletos que estaban imprimiendo sembraría el caos en la ciudad y
en el culto sigmarita de Talabheim. En BajoDelzberg se están preparando para algo gordo.
Todos
están de acuerdo en avisar a las autoridades, aunque con precaución ya que
muchos cultistas escaparon con vida y ocupan altos cargos en la ciudad. Kiefer
avisará a los sacerdotes de Ulric, ellos sabrán que hacer. Tras contarle todo
lo sucedido al sacerdote guerrero del templo, éste le contesta:
-¿Conoceréis, sin
duda, la leyenda urbana de los viles hombres rata? Me temo que las historias
son muy reales y nos consta que estas repugnantes criaturas han sido una plaga
en el norte, en Middenheim durante siglos. Algunos dicen que los hombres-ratas,
como se les conoce, son otro tipo de Hombres Bestia, pero he luchado con ambos
y tienen muy poco en común, solo su aspecto bestial. Los hombres-ratas son más
pequeños, más rápidos y más retorcidos. Los Hombres Bestia en realidad sólo son
unos brutos. Durante la Tormenta del Caos, cuando fuimos a socorrer Middenheim,
tuvimos muchos problemas con los Skavens durante el asedio. Gran parte de la
SubCiudad de Middenheim se selló para mantenerlos alejados, pero no ha habido
avistamientos desde que el ejército del Caos se ha retirado. Los que escaparon
de Middenheim deben de haberse escondido en las alcantarilla de Delzberg, si
todavía hay hombres rata por aquí abajo, capaces de llegar a la ciudad y matar
a su antojo, este es un asunto serio. Debemos convocar a las autoridades para
que vean las pruebas que nos trae, el alcalde y el capitán de la guardia serán
informado inmediatamente... pero si dices que había humanos implicados, el
asunto puede ser más grave de lo que parece. Von Drachensturn era un loco que
llegó de Talabheim, durante mucho tiempo estuvo fisgoneando y por lo que
describes parece que era el líder del culto.-
-Hermano- contesta Kiefer. – Von
Drachensturn no era el líder del culto, sino la única persona en esta ciudad
que se preocupo en descubrirlo todo. El líder del Ordo Triangulus no es otro
que Konrad Rottmeier, jefe del gremio de los carreteros. Si no basta con las
pruebas que te muestro, ni tampoco mi palabra en la sede del gremio de
carreteros encontraras más pruebas de que lo que digo es cierto.- Tras
decir esto se marcha apresurado. Ya casi ha amanecido y tienen que coger un
barco.
Al reunirse con sus amigos ve una lujosa diligencia aparcada
junto a la casa de Reinhold. El
mercenario ha vuelto al gremio de los carreteros y ha robado una de las
diligencias aparcadas en la cochera. En el interior aguardan Thomas, algo más
recuperado de la herida en su pierna, Illesia y Barak que aunque el médico le
recomendaba no viajar hasta dentro de una semana, no puede quedarse de brazos
cruzados ante hechos tan importantes.
-Esta noche he tenido
otro sueño extraño.- Cuenta Thomas de camino
al embarcadero. -Una mujer que reía
mientras se escondía tras unas cortinas, de
repente en la oscuridad unos tentáculos la rodeaban.-
Cuando
llegan a los muelles acuerdan un precio justo por el pasaje a Altdorf y
embarcan. A bordo del barco se encuentran a Rog Thunder que los abraza
efusivamente uno a uno, en estos tres días ha engordado, parece que le han ido
bien los negocios. Thomas les cuenta que entrando a un camarote se ha
encontrado a Wolfgang Scheunacht que también va a Altdorf y le gustaría
contratar unos guardaespaldas le ha dado una dirección en la ciudad donde poder
encontrarlo, estará gustoso de poder ayudarlos.
Entre
todos deciden que será mejor dejar apartado al Mago, llevan una carga muy
valiosa y podría ser peligroso que descubriese algo. El trayecto dura todo el
día, Gotthold no deja de retocar la diligencia
haciéndole arañazos, pintando partes de otro color y manchándola con
barro para que nadie la reconozca.
Poco
antes de anochecer se divisan a lo lejos las inexpugnables murallas de Altdorf