Tras informar a Barak de lo sucedido,
discuten sobre cómo proceder en adelante.
-Creo que teniendo en
cuenta el estado en que nos encontramos.-
Dice Kiefer mientras mira uno a uno al grupo y detiene su mirada en el enano. -Deberíamos reconsiderar el adentrarnos en
las cloacas en busca de los skavens que intentan invadir la ciudad. No es que
tenga miedo a la muerte, solo que debo llevar a Altdorf el cráneo y para
eso he de seguir vivo. O sanamos
nuestras heridas antes de seguir adelante o más de uno de nosotros caerá.-
-Yo no estoy tan mal
como vosotros.- dice orgulloso
Gotthold mientras hincha el pecho. –En
cuanto a lo de bajar a las cloacas ¡¡Ja!! Hasta que el patrón se recupere, como
si os quemáis vivos en nombre de Sigmar.-
-Es importante dejar
el cráneo en Altdorf y además custodiar hasta sus protectores a Illesia.- Comenta Eddrick con semblante serio y poco a poco sube
el tono de voz. -¿Podemos hacer las dos
cosas mientras por un lado nos siguen caza-recompensas y por otro seguidores de
Khorne? Nos hemos desviado de nuestra misión hasta Altdorf con Illesia, por sugerencia del padre Odo.
¿Podemos seguir nuestro camino recto hasta Altdorf y resistir más asaltos en el
camino de decenas de hombres bestia? ¿O conseguiremos un barco donde el ogro
pueda embarcar? ¿Atiende Ulric tus plegarias Kiefer? ¿Qué te aconseja? ¿Llevaremos
un poderoso regalo a los Skavens? ¿O dejaremos que las bestias lo adoren?-
Y ras darse cuenta que estaba gritando añade. -Perdonad mis dudas, estoy muy cansado y herido, hace días que no
dormimos bien.-
-Debemos calmarnos.- Dice con voz débil Barak. –Empecemos por encargadle a un herrero que haga
un pequeño cofre de hierro, después lo rellenaremos de plomo fundido
y echaremos dentro el maldito cráneo. Por lo menos su transporte será más
seguro hasta Altdorf.-
-Por la mañana pediré
a los hermanos del Templo de Ulric que una hermana de Shallya sane nuestras
heridas. Hasta entonces podríamos acercarnos a la taberna a ver que sabe la
gente de Isidro Armantero, no creo que entrañe mucho peligro.- Dice Kiefer.
Todos salvo el enano, aún convaleciente de sus heridas
y el mercenario norlandés salen de la casa de Reinhold, el cirujano que los ha
acogido amablemente, hacia el “Vidente Sórdido” a fin de recabar alguna
información. La posada se encuentra en la periferia de la ciudad, aunque con
tanto refugiado ha sido absorbida en mitad de una marea de chabolas y tiendas
de campaña. Es una posada de dos plantas, hecha de madera algo enmohecida. El
interior está abarrotado de gente y hay un fuerte olor a humedad y cerveza
agria. La propietaria, Hega Knopp, una mujer rechoncha con el pelo canoso,
despacha a la clientela de forma tosca y desdeñosa.
Eddrick se acerca a la barra y pide cerveza para todos.
Mientras beben tranquilamente averiguan que quedan dos habitaciones
disponibles. Se escabullen entre el gentío y tras unos minutos vuelven a
juntarse en una esquina del salón.
-¿Sabéis una cosa?-
Comenta Thomas en tono jocoso. –La vieja
dueña del local se lo monta con el cocinero, ¡¡¡un halfling!!!-
-¿Es que no puedes pensar en otra cosa, chico?- Le reprende el iniciado de Ulric.
-Está bien.-
Levanta las manos el joven a modo de disculpa. –El gremio de los cazarratas se reúne en un viejo local junto al río.-
-Eso está mejor.-
Aprueba Kiefer. –Yo he averiguado que
muchos parroquianos suelen ir a casa de una tal Tarshalares Wintermoon en busca de drogas.-
El resto del equipo
no averigua nada que destacar. Kiefer se acerca a la dueña del local.
-¿Conoce usted a Isidro Armantero?- pregunta.
-Ese tileano alquiló una habitación por una semana- contesta Helga. –No
le vuelto a ver desde hace una semana, si no me paga esta noche mañana tiraré
todas sus cosas y alquilaré la habitación.-
-¿Podría alquilarme una habitación?-
-Por seis peniques es tuya. Solo es para dos personas,
ni una más u os echaré a la calle. Sígueme, está arriba.-
Kiefer, junto con
Thomas, siguen a la posadera a la planta de arriba, al final del pasillo les
abre una puerta y tras entregarles la llave se marcha. La habitación es bastante
sencilla, dos jergones de paja, una mesa y una ventana enrejada. Tras
cerciorarse de que no hay nadie en el pasillo buscan la que pudiera ser la
habitación de Isidro. En la segunda puerta del pasillo hay una mancha de sangre
reseca en el suelo. Kiefer toca suavemente a la puerta sin obtener
contestación. Sin mediar palabra Thomas saca una daga de su cinturón y hacen
palanca junto a la cerradura hasta que finalmente ésta cede, el ruido es
amortiguado por las voces de la taberna y parece que nadie se ha percatado. Se
introducen silenciosamente en la habitación.
La cama está revuelta, hay una silla por el suelo, una piel de cordero
enrollada y en la mesa hay varios papeles. Hay una nota con mala caligrafía
clavada con un cuchillo a la mesa: “Maten
tu nariz fuera de los asuntos locales”. Recogen todos los papeles y se
marchan a su habitación a ojearlos tranquilamente. Kiefer ojea todos los
documentos mientras Thomas, que no sabe leer, examina la piel de cordero. Todos
los papeles están escritos en un idioma incomprensible para el iniciado, salvo
la nota del cuchillo, en el reverso hay impresa una profecía que lee en voz
baja:
"Cuando las lunas se encuentren, el
terror ascenderá de la infra oscuridad, será la condena de los hombres y
mostrará la verdadera cara del terror. Bajos vuestros pies, sin que sepáis que
están ahí, recorriendo vuestras casas, llevándose a vuestros hijos. Es la hora
por llegar. Sólo los elegidos podrán hacer frente a la ola roja de
oscuridad"
Thomas desenvuelve la
piel de cordero y descubre un tosco mapa con extraños símbolos pintado en la
piel. Parece subterráneo, como túneles
excavados, se ve un río. Seguramente sea Delzberg, concluyen ambos. Recogen
todas las cosas y se marchan a casa del médico, asegurándose de que Eddrick los
vea salir de la posada. Esperan al resto en un callejón cercano a la taberna y
se marchan todos juntos. Por el camino el leñador les comenta que la gente cuenta cosas raras con ratas, un tal Oden vio
en la esquina de su casa a una persona encapuchada que parecía hablar con las
ratas del callejón, cuando se acercó se desvanecieron como una neblina ante la
brisa. También la mujer del panadero,
Elise, se encontró una rata enorme en el sótano y dice que tenía
pendientes….Una vez en la casa de Reinhold
Kiefer lee la nota y la profecía
al resto del grupo, que salvo Barak ninguno de ellos se ha molestado en
aprender a leer ni a escribir, tras discutir un momento quedan en volver por la
mañana para continuar. Se retiran a descansar a sus habitaciones en el Jabalí
Ruidoso.
Por la mañana Kiefer
lleva los documentos al templo de Ulric, pero ninguno de los sacerdotes conoce
el extraño idioma en el que están escritos, también solicita los servicios de
las hermanas de Shallya y le dicen que
le hermana Ludmila Hrolf hará lo que pueda para sanarles pero ha de ser por la
tarde pues las mañanas se encuentra en una zona que han habilitado para atender
a los refugiados heridos. El resto vuelve a la casa del médico, quien les
cambia los vendajes y les lava las heridas. Cuando Kiefer se reúne con ellos le
comentan que han averiguado que Tarshalares Wintermoon es la que cada cierto tiempo extiende el rumor de
la profecía pero como traficante y consumidora habitual de drogas su cabeza
está trastornada. Por otro lado solo hay una imprenta en Delzberg, la de Hesekiel Buchman. Gotthold se despide del
grupo y se va a hacer unos encargos para Barak, comprara un cofre de hierro y lingotes de plomo, para posteriormente con las
indicaciones del enano introducir el cráneo en el cofre y verter el plomo
fundido por encima, a fin de mantener momentáneamente a raya los poderes
oscuros de la calavera. Los demás se dividen en dos grupos a fin de abarcar más
en sus investigaciones y regresaran al medio día. Eddrick y Thomas van al gremio de caza ratas mientras
que Kiefer, Illesia y Rokatanski van a la imprenta.
La imprenta de
Hesekiel es una casucha destartalada de
una sola planta que parece que va a derrumbarse de un momento a otro. Entran al
interior, el ogro permanece encorvado
para no chocar la cabeza contra el techo. Un hombre delgado, con el rostro
pálido y las manos negras deja lo que estaba haciendo y mira a los recién
llegados atónito.
-¿Qué hacéis aquí?-
pregunta intimidado por la presencia del Rokatanski.
-¿Quién le encargó esto?- dice Kiefer con tono frío mostrándole el impreso de
la habitación de Isidro Armantero.
-Es la estúpida profecía de Tarshalares, cada cierto tiempo viene
vaticinando el fin del mundo y me paga por imprimir unos cuantos panfletos.
¿Qué hay de malo en eso?-
-Hace unos días unos hombres armados le
encargaron hacer unos pasquines con nuestros rostros, ¿bajo qué autoridad? ¿Le
enseñaron algún sello oficial?-
- Yo solo hago mi trabajo.- contesta nervioso.
-Si te pagara por hacer un cartel poniendo
precio a tu cabeza, ¿también lo harías?-
-Por favor, no me hagan daño.- solloza Hesekiel.
-¿En que estas trabajando?-
-Me lo encargó el señor Rottmeier.- Dice mientras coge un panfleto recién impreso y se lo da a
Kiefer con manos temblorosas.-Puede
quedárselo.-
En el panfleto Kiefer lee en voz alta: "La Iglesia de Sigmar en Talabheim es
avariciosa y corrupta, oprimiendo a los hombres comunes" tras lo que se marchan del local sin
despedirse. Ya en la calle el ogro abre el saco que porta al hombro, mira en su
interior y lo vuelve a cerrar para inmediatamente después volver a abrirlo y
mira a Kiefer mal humorado.
-El tileano no está. ¿Lo has cogido tú?-
-No.- contesta el iniciado. – ¿Seguro
que estaba muerto?- A lo que Rokatanski se encoge de hombros y mira
detenidamente la gente que pasa por la calle.
Aun
es pronto para volver, por lo que Kiefer decide ir a los muelles a preguntar
por algún barco de camino a Altdorf. En
dos días pasará un barco mercante donde pueden conseguir pasaje, aunque se
pueden contratar embarcaciones más pequeñas aunque a un precio más elevado.
Sabiendo la negativa del ogro a embarcar, Kiefer le pide a Illesia que intente
persuadirlo, ya que sería el trayecto más corto y menos peligroso para llegar a
la gran ciudad.
Thomas
y Eddrick van camino de la hermandad de cazarratas cuando de pronto al pasar
cerca del río oyen unos gritos de una mujer pidiendo auxilio. En un callejón
tres hombres de aspecto rudo tienen acorralada a una mujer a la que han roto
parte de su ropa, uno de los hombres se está bajando los pantalones en ese
momento.
-¿Qué coño miráis? Largaos de aquí si no
queréis que os abra la cabeza.- Dice uno de ellos mientras desenvaina una espada.
-Dejad a la chica, ahora que aun estáis a
tiempo.- Contesta Eddrick
que agarra con ambas manos su hacha y mira a Thomas esperando que imite su
gesto. El joven tras mirar al suelo unos instantes y menear la cabeza
desenvaina su espada y se coloca junto a Eddrick. Los maleantes se sonríen al
ver lo heridos que están y se abalanzan sobre ellos. Dos se dirigen hacia el
leñador y el otro a por Thomas. Eddrick recibe a uno de los asaltantes con un tajo en el
costado mientras que el segundo falla su ataque. El leñador gira sobre sí mismo
y aprovechando la inercia de su movimiento hunde su pesada hacha en la barriga
de su oponente ya herido, que ve impotente cómo se le salen las tripas de la
herida y con ellas su vida. El segundo de ellos aprovecha ese momento para
asestar un potente golpe descendente con su espada que apunto está de seccionar
la pierna derecha del leñador que cae al suelo
semiinconsciente mientras se va desangrando lentamente.
Thomas
ha aguantado bien a su rival, intercambiando tajos poco profundos, mientras
solo era uno. Aprovechando su superioridad numérica no dejan de atosigar al
joven cazarratas que no deja de parar y esquivar ataques. En un arrebato de
locura, pasa al ataque y logra atravesar la guardia de uno de sus atacantes
introduciendo dos tercios de su espada en el pecho del rufián. Como si
estuviera esperando un momento así, el otro asaltante aprovecha que Thomas está
sacando su arma del cuerpo de su compañero y le golpea por la espalda dejando al
cazarratas medio muerto tirado en el suelo. El ruido del combate y los gritos
de la chica han convocado gran expectación,
por lo que el vencedor del mismo huye por temor a ser apresado por la
guardia de la ciudad.
Kiefer,
Illesia y Rokatanski esperan impacientes
en la casa del médico la llegada de sus
dos amigos, poco antes del atardecer hartos de esperar deciden ir en su busca. Por el camino al lugar en que se reúnen los
cazarratas locales, van preguntando a la gente y afortunadamente una mujer les
cuenta lo sucedido. Se encuentran en su casa
donde les ha lavado las heridas, no podía hacer menos después de salvar
a su hijita. El estado en que se encuentran es lamentable, más muertos que
vivos. Rápidamente los trasladan, con la ayuda remunerada de dos viandantes, a
la casa del cirujano para que haga lo posible por salvarles. Kiefer va apresuradamente
al templo de Shallya en busca de ayuda y regresa a las pocas horas acompañado
de la hermana Ludmila. Tras poner las manos en el cuerpo herido de Eddrick
recita una plegaria a Shallya para que
sane. Este acto lo repite con cada uno de nosotros. Antes de marcharse
nos dice que si Shallya nos ha concedido su don lo sabremos al amanecer.
Tras
marcharse la sacerdotisa Rokatanski se dirige al resto.
-¿Alguien ha cogido al tileano de mi saco?-
-Dice que lo metió anoche y a media mañana ya
no estaba allí.- explica Kiefer. -¿Alguno de vosotros comprobó si estaba
realmente muerto?-
-¡Una vez en el suelo hundí mi maza en su fea
cabeza destrozándole el cráneo! ¿Te parece bastante comprobación?- contesta Gotthold alterado encarándose al
iniciado.
-¿Seguro que no se te ha caído?- pregunta Eddrick. -¿Dónde demonios se habrá metido ese Dante?-
-¿Habláis de vuestro amigo el tileano? Anoche
lo curé de su herida en la cabeza, supongo que ya se habrá recuperado y a
salido fuera.-
comenta Reinhold que acababa de entrar en la casa y ve las caras sorprendidas
del grupo. – Tranquilos, no hace falta
que me paguéis por eso.-
-¡¡¡Maldito imbécil!!!- grita Gotthold y cogiendo al cirujano
por el cuello le propina un fuerte golpe
en el ojo con el pomo de su daga. –Yo lo
maté. ¿Acaso eres un nigromante? No vuelvas
a resucitar a los cadáveres que traigamos o yo mismo me encargaré de que
ardas en una hoguera por practicar la brujería.- Tras soltarle el médico
sale corriendo y gimoteando se encierra en su habitación.
Una vez a solas y
con los ánimos más calmados charlan sobre todo lo que saben. No cabe duda de
que los skavens están metidos en el ajo, pero necesitan demostrarlo antes de
avisar a las autoridades. Kiefer y Rokatanski, además de Gotthold, que ha accedido a acompañarlos tras
unas cuantas monedas, salen de la casa en busca de los cazarratas de la ciudad
y dejan a los heridos que descansen. La taberna “Las ruinas del Graf”, donde se
reúnen tiene bien ganado su nombre, es un antro de mala muerte hecho de
tablones y techo de paja a punto de venirse abajo que apesta a excrementos y
sudor. En el interior una veintena de hombres esta congregada alrededor de una
mesa donde hay muerto un perro. Néstor Leiber, líder del gremio de cazarratas,
está rezando a Taal y a Morr por el alma
de Ralf, parece que anoche durante una ronda en las cloacas el perro olio algo
y salió disparado ladrando, al poco tiempo Néstor lo encontró muerto. Una vez terminan los
rezos brindan por el compañero caído y Kiefer le pregunta en tono afable.
-¿Conoce usted a Isidro Armantero?-
-Llegó aquí hace una semana, buscaba algo en
las cloacas y pidió que lo acompañásemos. Encontramos una tosca sala
desconocida para nosotros, estaba llena de símbolos extraños. Allí parece que
encontró lo que buscaba y nos marchamos. No hemos vuelto a saber de él.-
-¿Podrían llevarnos a ese lugar?-
- Serán cuatro monedas de plata por persona.
Iremos yo y dos de mis ayudantes. En total doce de plata.-
-Hecho.- dice Rokatanski.
Entran a las cloacas por una
salida que da al río. El viaducto tiene dos metros de ancho por uno y medio de
alto, aunque en algunas zonas es más espacioso,
el ogro tiene que ir encorvado. Por el centro una acequia conduce las
heces y orines. Néstor va primero con una linterna, les dice que cubran sus
bocas, respirar los efluvios de la ciudad puede ser contraproducente, sus
ayudantes encienden sus linternas y entregan una a Kiefer. Poco a poco se van
entrediciendo en la pestilente oscuridad de las cloacas de Delzberg.
-A partir de aquí nos guió Isidro. Ninguno de nosotros
conocíamos estas galerías.- dice Néstor en voz
baja después de caminar al menos una hora por las laberínticas cloacas. Después
de una par de giros y más giros el cazarratas se detiene y señala una abertura
en la roca. –Aquí está.- Su linterna
ilumina una cámara rectangular de unos seis metros de largo. Las paredes están
llenas de extrañas marcas, similares a las del mapa, por todas partes y el
suelo está lleno de basura. En la pared del fondo hay grabado un gran triangulo
invertido, el hedor que sale de la habitación es terrible. Una extraña
sensación invade a los presentes y ninguno de ellos se atreve a poner un pie un
el interior. Finalmente Kiefer entra y empieza a buscar por las paredes alguna
gruta o entrada oculta pero parece que no hay salida. Rebusca entre la basura sin encontrar nada que
indique lo que Isidro vino a buscar. Kiefer saca el mapa e intenta situar la
habitación, al verlo Néstor dice que eso es lo que Armantero cogió de aquí, le
echa una ojeada y manifiesta que no concuerda con los subterráneos de esta
ciudad, al menos los que el conoce.
-¿Qué es eso que brilla?- dice Gotthold señalando un montón de basura en una
esquina desde la entrada de la gruta.
Kiefer se acerca y ve entre los
desperdicios unas treinta piedrecitas de color verdoso burdamente talladas y
con un triangulo en una de las caras. Coge una de ellas y se fija que emite un
inquietante brillo desde el interior se la pasa a Gotthold que tras examinarla
se la guarda en un bolsillo. Kiefer sigue hurgando en el montón y saca lo que
parece ser una mascara con un hocico alargado imitando la cara de una rata.
-Alguien viene por los túneles.- dice alarmado uno de los cazarratas. -¡Vámonos!-
-Es un grupo de unos ocho. Se acercan corriendo.- añade Gotthold.
-Nos vamos.-
dice Néstor que empieza a alejarse rápidamente por los túneles.
Kiefer tira la máscara y sale en
pos de los cazarratas, Rokatanski la recoge y lo sigue. Los cazarratas corren
asustados, se mueven rápido por estos túneles, uno de ellos tropieza y cae al
canal, apagándose su lámpara. Gotthold le ayuda a ponerse en pie y seguimos corriendo. Nuestros
perseguidores nos van ganando terreno. Néstor nos guía por este laberinto.
-¡Esperad! Un momento, por aquí, cogeremos un atajo.
Rápido, rápido.- dice señalando un
nuevo pasaje que sale a nuestra derecha. Al girar en la nueva dirección Kiefer
tropieza con Gotthold y ambos caen al canal del centro, empapándose con las
aguas fecales. La linterna de Kiefer se apaga, solo la luz de Néstor impide que se pierdan para
siempre. Siguen corriendo un largo trecho, los perseguidores les pisan los
talones, pero finalmente encuentran una salida. Al final del pasaje hay una
escalera de mano que comunica con el exterior. Uno a uno van subiendo lo más
rápido posible, mientras unos sorprendidos ciudadanos de Delzberg miran
asombrados a los pestilentes recién llegados de las alcantarillas. Una vez han
recuperado el aliento y comprobado que nada mas sale de las cloacas, Néstor y
sus hombres se despiden.
-La próxima vez os costará más. Ya sabéis donde
encontrarme.-
De camino a casa de Reinhold
Kiefer se baña en las frías aguas del rio, mientras que Gotthold encarga unos
barreños de agua caliente para darse un baño en la casa del cirujano. Una vez
allí cuentan su aventura al resto y duermen.
Mientras investigan las
profundidades de Delzberg, Barak aprovecha que está a solas con Illesia para
hacerle preguntas y más preguntas. Se dirige a Altdorf para casarse con su
prometido el Erario de Nuln Reuden Kuhn III, pero antes el Emperador debe dar su aprobación. Asistirá al
evento prácticamente toda la nobleza del Imperio, aunque lamentablemente su
padre, el señor Steiger, no podrá ir, pues unos asuntos en el norte requieren
su atención. Barak sabe que la niña le oculta algo, pero por más preguntas que
le formula no logra descubrir que.
Al amanecer se despiertan con
buen ánimo y milagrosamente repuestos de las heridas. Parece que Shallya se ha
apiadado de ellos sanado parte de sus heridas. Gotthold indicado por Barak, se
queda en la casa para encerrar el cráneo en plomo fundido en el interior del
cofre, Illesia se quedará con ellos.
Deben apresurarse pues al día
siguiente llegará el barco en el que tienen pensado viajar hasta Altdorf. Van a
la casa de Tarshalares
Wintermoon, a ver si sabe algo. Es una casa lujosa que está junto a un parque,
en la zona rica de la ciudad. Tocan a la puerta, trascurridos un par de minutos
les abre la puerta una bellísima elfa
con muy poca ropa y con los ojos enrojecidos por el uso abusivo de sustancias
alucinógenas.
-¿Qué queréis? Ah, otros humanos…..pasad, pasad.-
Les guía por un largo pasillo
hasta el salón, cada pocos pasos se detiene y mira fijamente a los ojos de
alguno de sus invitados durante un momento, como si viera más allá. Por su
actitud parece que está bastante
drogada. Una densa humareda inunda el salón con fragancias y promesas.
-¿Qué sabes de la profecía?- pregunta Kiefer.
-El pueblo está maldito. Hace cientos de años que sus
profundidades están corruptas, la ciudad será devorada mientras arde.- se queda callada mirando fijamente al ogro y
prosigue. –Pronto ocurrirá. Cuando las
dos lunas se junten ocurrirá……. ¿Queréis un poco?- añade mientras les ofrece un poco de raíz de
mandrágora.
La elfa empieza a alucinar y a susurrar
arrítmicas canciones bajo los efectos de la droga. No conoce a Isidro Armentero
ni tampoco reconoce el mapa de la piel de cordero. Una vez en el exterior.
-Anoche tuve un sueño, parecía real y lo que ha
contado esa elfa me da escalofríos.-
dice un pálido Kiefer. –“Cientos
de sombras escuálidas se mueven a mí alrededor, siento como me hostigan... Me
encuentro en mitad de una urbe hundida en la tierra y parece que empieza a arder como una tea...
Siento como nadie puede huir... En la oscuridad cientos de ojos rojos me
miran... "
Antes de volver a la casa de
Reinhold deciden pasar por “El vidente sórdido” por si Isidro hubiera vuelto a
su habitación. No ha sido así, Helga a tirado a la basura las pocas cosas que
quedaban en su habitación. Eddrick busca entre la basura pero no encuentra
nada. Sin embargo Thomas averigua que Rottmeier, el que encargó los panfletos
sobe la iglesia sigmarita en Talabheim preside el gremio de los carreteros. Por
su parte el ogro se entera que un estaliano llamado Isidro tuvo una pelea hace
una semana cuando se disponía a entrar
en su habitación, los atacantes iban vestidos con túnicas y una extraña máscara
con forma de rata tapaba sus caras, parece que logró herir a uno de ellos y
salió corriendo persiguiéndolos. Nadie lo ha vuelto a ver.
Ya casi es medio día cuando
llegan a la casa del cirujano…….
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