martes, 24 de abril de 2012

Capitulo VII


Cuando entran en la habitación encuentran a Barak con el parche puesto en el ojo izquierdo y cara de preocupación. Gotthold tiene otro de los parches en el cuello preparado para taparse un ojo, junto a éste último se encuentra Illesia, sentada en una silla, con una falsa sonrisa en los labios y las manos a la espalda, engrilletada.
-¿Qué ocurre?- pregunta Kiefer.
-Antes de comprar pasaje en ese barco que va a Altdorf deberíamos discutir algunos asuntos.- dice muy serio el enano.
-No estamos solos.- dice Gotthold que se ha puesto el parche y señala a una esquina de la habitación. –Deberíais desenfundad vuestras armas.- añade empuñando su maza con ambas manos.
Al mirar hacia donde señala el mercenario todos pueden ver al horrible ser que ellos mismos llaman “El Silencio”.  De aspecto humanoide, apenas se percibe un rostro en su cabeza, tiene dos enormes ojos negros y lleva puesta una especie de túnica de color negro. Cada vez que una persona deja de mirarlo fijamente olvida todo lo relacionado con él, permaneciendo de esta forma invisible a los ojos (o más bien a la memoria) de todo el mundo.
-¿Por qué ?- pregunta Kiefer que de repente recuerda todos los encuentros que ha tenido con esta criatura incluida su conversación.
-¿¿ ¡Eso de ahí te parece normal!!?- contesta el enano.
-Quizás no sea un enemigo. En la posada hablé con él, me dijo que llevan aquí mucho tiempo antes que nosotros, que debemos proteger y llevar a la niña a Altdorf.
-¡Para que la niña mate al Emperador! ¡Lleva un demonio en sus entrañas que m atará al Emperador!- Interrumpe alarmado Gotthold.
-La niña es importante, hay que protegerla, de eso estoy seguro. Es algo que siento desde mi interior.- Dice Kiefer.
-Dame el parche.- le ordena Gotthold a Thomas que se lo había puesto durante la discusión y miraba atónito la esquina de la casa y a Illesia. –Compruébalo por ti mismo iniciado.- le dice mientras le lanza a Kiefer el parche.
Al ponerse el parche Kiefer ve lo que le dicen sus compañeros. Desde la periferia de su visión vislumbra a un extraño ser de aspecto maligno, de unos tres metros de altura, tiene el pelo largo empapado en sangre, su boca está repleta de dientes afilados y en las cuencas vacías de sus ojos brilla un tenue resplandor verdoso y unas pequeñas espirales de humo escapan de ellas. De los hombros le salen dos apéndices flexibles que acaban en algo parecido a una afilada hoja de guadaña, bajo estos salen dos largos brazos y de sus dedos penden unos hilos que parecen manejar a la pobre Illesia cual titiritero a su muñeco, en el vientre de la niña se está gestando una extraña criatura también manejada por los hilos de este ser. Cada vez que intenta mirar directamente a este ser, desaparece de su visión como si nunca hubiese existido.
-¿Qué demonios es eso?- exige Kiefer a la criatura que llaman “El Silencio”.
-Es un terror primigenio.- contesta con voz carente de emoción.
-¿Al igual que tú?- el ser guarda silencio. -¡Contesta maldito seas!-
-¿Qué pasaría si le corto el cuello?- amenaza Gotthold que se ha  situado junto a la cautiva le ha puesto un cuchillo en la garganta.
-Debes protegerla.- contesta impasible “El Silencio”.
-Nos contrataron para llevar a Illesia a Altdorf, llevar a un títere del caos  para que se case con el Erario de Nuln.- dice Barak incorporándose en su lecho. -¿No te parece sospechoso que a un evento tan importante no asista su padre? Más aún si tenemos en cuenta que irá gran parte de la nobleza del Imperio y ella es su única heredera.- Y sentencia.-Hay que matar a la joven.-
-¡No!- responde Kiefer. –Si solo es una marioneta hay que liberarla, no matarla. Ella es importante.-
-¿De qué coño habláis?- interrumpe Eddrick.
-Ponte esto.- dice Kiefer a la par que le da  el parche de los cazadores de brujas sigmaritas que se había puesto.
-Nadie hará daño a Illesia.- dice tajante Rokatanski.
-Llama a tus superiores, clérigo, y que decidan ellos.- dice Gotthold. –Que la quemen en una hoguera.-
-Liberarla y si no es posible…matarla- contesta el enano. –Además no se qué hacemos discutiendo esto delante de esta criatura, ¡acabad con ella de una maldita vez!-
-¿Y si no es un enemigo? ¿Y si….?- las preguntas de Kiefer se ven interrumpidas por el grito de Eddrick que enarbolando su pesada hacha asesta un potente golpe a la criatura que llaman “El Silencio” que no hace nada por defenderse y cae muerta al suelo. El “titiritero” que maneja a la joven sigue  ajeno a todo lo que ocurre en la habitación. Eddrick registra el cuerpo inerte, le quita las túnicas en busca de algún símbolo o algo pero no encuentra nada.
-Busca a alguien que pueda acabar con ese mal o mátala.- Le dice Barak a Kiefer para después caer de nuevo inconsciente por el esfuerzo, a causa de sus heridas.
-¿Quién es el padre de la criatura que llevas en el vientre?- pregunta Thomas a Illesia.
-No se dé que me hablas. Os habéis vuelto todos locos.- Contesta.
- Será mejor que te pongas esto.- le dice Kiefer al ogro a la vez que le tiende el parche que llevaba puesto Barak hasta hace un momento. Rokatanski se pone el parche y tras digerir lo que ve, se levanta y con su garrote golpea por encima de Illesia, justo donde debería de encontrarse el titiritero. Pero su garrote choca estrepitosamente contra la pared.
Gotthold coge impulso con su maza e intenta estamparla contra la cara de Illesia. En el último momento el arma parece detenerse, como por arte de magia, a escasos centímetros del rostro de la cautiva, los brazos y rostro del mercenario reflejan una enorme tensión, aunque su cuerpo no se mueve ni un ápice. Todo el mundo mira estupefacto a Gotthold que lucha con todas sus fuerzas para golpear a la joven. Kiefer le hace un placaje al mercenario y ambos caen rodando al suelo. Thomas contempla la escena inmóvil con las pupilas muy dilatadas.
De pronto en cofre que guarda el cráneo comienza a vibrar cada vez más hasta que se encuentra dando espasmódicos saltos, lucha por liberarse de su prisión. Eddrick se lanza encima del cofre y logra a duras penas mantenerlo cerrado. Gotthold logra zafarse del abrazo del iniciado, saca un cuchillo y avanza hacia Illesia para rebanarle el cuello.
-¡¡¡BASTAAAA!!!- grita el ogro delante de la niña. El grito deja inmóviles a Kiefer y Gotthold con los huesos entumecidos a causa  del pavor que causa el ogro enfurecido. – Desármalos.- Le ordena Rokatanski al leñador que suelta el cofre, una vez que todos se han tranquilizado el cofre deja de moverse, como si la ira de la habitación lo animasen. -Debemos dialogar y avanzar.-
-Está bien.- Dice Kiefer una vez se han calmado los ánimos. –Deberíamos pedir consejo a los sacerdotes de los templos de Shallya y de Sigmar. Ellos deberían de saber cómo actuar.-
- Estoy de acuerdo.- Comenta Eddrick mientras no deja de lanzar miradas al cofre. - No podemos introducir tal engendro en Altdorf. Por cierto, si vas al templo de Sigmar pregúntales si tienen parches como estos, nos serán de utilidad.-
El iniciado busca consejo en las hermanas de Shallya pero lo que cuenta no está al alcance de sus conocimientos así que pregunta en el templo de Sigmar. Allí  le dicen que sol el Alto Capitular del Templo de Sigmar en Altdorf, Werner Stolz,  tiene la fuerza suficiente para destruir ese mal, él sabrá cómo actuar. De los cazadores de brujas sigmaritas solo saben que se quedaron un día en Delzberg y partieron al amanecer hacia Middenheim tras la pista de un culto de Tzeentch, de los parches no tienen ni idea solo que los llevaban puestos. Antes de regresar junto con sus compañeros Kiefer va al templo de Ulric para recoger al padre Odo, por el camino le va informando de todo lo acontecido. Cuando entran en la estancia donde están sus compañeros lo único que queda de “El Silencio” es una túnica gastada manchada de sangre negruzca. El ogro ha devuelto el parche al enano, que ahora lo lleva puesto y en la casa no se encuentra Thomas, al parecer salió fuera.
Kiefer cuenta a sus amigos lo que le han dicho en los templos.
-Los cazadores de brujas seguían a un culto de Tzeentch.- Dice Barak que ha recuperado la consciencia. –Nos dijeron que “El Silencio” pertenecía a ese culto. Espero que no lo hayáis olvidado.-
-Yo solo digo que puede que se equivoquen- contesta Kiefer.
-Debemos ir a Altdorf lo antes posible.- dice pausadamente el Padre Odo. –Allí el Sumo Sacerdote Adjunto del Templo de Ulric, Claus Liebnitz, nos ayudará.-
En ese momento se abre la puerta de golpe y entra el joven Thomas que intenta recuperar el aliento. Tiene los ojos enrojecidos y el habla un poco pastosa.
-Vengo de la casa de las drogas. Cuando llegué Tarshalares  me confundió con los cultistas y me condujo directamente al sótano de la casa. Allí había reunidos al menos una veintena de personas con túnicas. ¡Todas llevaban puesta una máscara  de rata! Se percataron de mi presencia y me amenazaron, escape como pude para avisaros.-
-¡Son los que buscamos!- dice Kiefer. –Debemos acabar con ellos o Delzberg será destruida junto con Illesia, el cráneo y todos nosotros. ¡Vamos!-
En la casa quedan el Padre Odo, Illesia y Barak así como el cofre con el cráneo. Gotthold accede a acompañar a Thomas, Rokatanski, Kiefer y Eddrick a cambio de otras cuantas monedas. Corren por las calles de Delzberg hasta la casa de la elfa. Al llegar a  la puerta Rokatanski saca la máscara que cogió en las alcantarillas y Eddrick se pone la máscara y llama a la puerta.
-¿Tu también?- pregunta Tarshalares al abrir la puerta, a lo que Eddrick asiente con la cabeza. Parece que el efecto de las drogas nubla su vista y parece no percatarse del resto del grupo. –Pasa, están en la planta de abajo.-
Entran en la casa mientras la anfitriona vuelve a tumbarse en el sofá y fuma raíz de mandrágora. Thomas los guía por la casa hasta unas largas escaleras que bajan a una enorme habitación. En la pared del fondo hay pintado un gran triángulo de vértices irregulares y una veintena de personas con túnicas cubriéndose la cara con máscaras iguales a la que lleva puesta Eddrick. En el centro de la estancia hay una agujero excavado en el suelo y al lado un skaven entrega una bolsita a uno de los tres humanos con el rostro descubierto, que hay arrodillados junto a él. Todos están expectantes y aguardan en silencio a que el skaven hable.
-Bien, bien, cosa-hombre líder-hombre. Foulsqueek está contento contigo. Conseguiste hacer que el espía prisionero escribiese carta a cosa-hombre Skavens odian. Pronto-pronto asesino disfrazado Eshin mata-mata Skavens odian. Aquí tienes tu recompensa, más preciado polvo de disformidad para tu plan contra iglesia Dios-hombre. Cosas-hombre siguen sirviéndonos bien, nosotros recompensar mucho mucho.-
El grupo intercambia miradas en silencio, parece que todos están de acuerdo, ese repugnante ser y todos sus seguidores deben morir. Llevados por la locura y el ansia de sangre, muy probablemente influenciados por la densa humareda de raíz de mandrágora que reina en la casa de la elfa, desenvainan sus armas y cargan contra los sorprendidos sectarios.
Eddrick es el primero en golpear y de un solo tajo de su enorme hacha acaba con la vida de los seguidores de los hombres rata que había intentado  parar el ataque levantando torpemente una daga, otro enmascarado le hace un corte en un brazo al leñador mientras retira el hacha del cuerpo inerte del fallecido. En un abrir y cerrar de ojos todos están enzarzados en combate contra varios de estos seguidores en medio de un caos de túnicas y máscaras.
Rokatanski hace un barrido con su garrote y golpea a dos rivales, dejando al primero herido y destrozando el pecho del segundo. Dos cultistas lo atacan con dagas pero yerran su ataque compungidos por el enorme tamaño del ogro y la ridícula arma con la que intentan matarlo. Rokatanski por su parte vuelve a golpear a uno de ellos y la potencia del golpe rompe el cráneo del sectario salpicando de sesos y sangre a sus compañeros más cercanos. El resto que esta junto al ogro intenta mantener la distancia con él y esquivar sus mortíferos, aunque algo lentos, golpes. La gran mayoría de los cultistas comienzan a huir por las escaleras asustados por la inesperada sangrienta aparición del grupo y de los bramidos del ogro. El skaven junto con el líder humano,  desaparecen por el agujero del centro de la habitación.
Thomas con su espada mantiene a raya a dos adversarios intercambiando golpes con ellos aunque le superan en número el alcance que le proporciona su espada en comparación con las cortas dagas es suficiente para poco a poco ir  infringiendo heridas a sus contrincantes que cada vez están sangran por más sitios.
Gotthold  se abalanza contra sus enemigos hiriendo de gravedad  del primer golpe a uno de ellos, rápidamente dos sectarios más comienzan a hostigarle por ambos lados haciéndole parar una y otra vez las puntiagudas dagas y esquivando sus pesados golpes a dos manos de su maza. Una de las dagas logra penetrar su defensa y le hace un corte en la pierna, pero se ha acercado demasiado al norlandés que enfurecido levanta su maza con ambas manos por encima de la cabeza y le destroza la columna al atacante, que no  recupero la posición con suficiente rapidez  después del su acierto.
Kiefer lucha contra otros tres rivales, una de sus mazas golpea incesantemente mientras con la otra intenta parar los ataques de sus rivales, aunque sus enemigos a base de pequeños cortes de daga le hacen sangrar por una decena de heridas. Sacando fuerzas de flaqueza y con el constante vaivén de sus mazas cada vez son más golpes que acierta y menos los que recibe y uno a uno a sus tres contrincantes caen sin vida al suelo. Libre de atacantes y después de comprobar que sus amigos se las arreglan solos coge una antorcha de la pared y salta al interior del agujero en pos del skaven. Hay una leve caída de unos dos metros a una pequeña estancia  excavada inundada de  agua que cubre a la altura de la cintura, en un lateral hay una abertura que da a un estrecho pasaje por el que hay que introducirse a rastras y tras una corta distancia  da a una gruta más espaciosa. Rokatanski, que ha eliminado a todo el que se ponía por delante,  baja también y tras comprobar que no coge por la angosta gruta deja paso al iniciado que desaparece rápidamente por la abertura.
En el otro lado hay una enorme cavidad por la que pasa un rio subterráneo, en el rio hay un embarcadero de madera medio podrida donde hay amarrada un pequeño barco con una rueda enorme en la parte de atrás. Un skaven sube a la embarcación y manipula unas palancas que hacen que el barco comience a hacer ruido y escupa un montón de humo, el skaven se vuelve hacia la apertura y tras ver a Kiefer emite unos chillidos agudos, otros dos hombres rata bajan de la embarcación y comienzan a soltar amarras. Un hombre junto con otros dos skavens, mucho más grandes y fuertes que los demás,  se encuentran junto al muelle con unas grandes hachas en las manos. Sin detenerse a pensar lo que está haciendo corre a por ellos con un grito a Ulric en sus labios. Su carrera es frenada en seco por un golpe de una de las enromes ratas que le hace perder el aliento y un profundo corte en el muslo, cuando la otra vil criatura se dispone a rematar al iniciado con su hacha recibe un tremendo mazazo en la cabeza que le destroza el cráneo y esparrama sus sesos por todas partes. Kiefer levanta la vista y ve como Gotthold  levanta su maza de guerra de lo que era la cabeza del skaven, Thomas se enfrenta al humano, que no es otro que Konrad Rottmeier el maestre del gremio de carreteros y miembro del consejo de la ciudad, Eddrick pasa de largo como una exhalación para intentar que el resto de skavens no huyan en el barco. El iniciado agradece en silencio la llegada de sus amigos y ataca con renovadas fuerzas a la rata que tiene delante deshaciéndose de ella en  breves segundos gracias a  la ayuda del mercenario.
Thomas continúa enfrascado con Konrad y parece mantener a raya al carretero así que ambos corren hacia el embarcadero para intentar que escapen estas viles criaturas. Eddrick ya se encuentra peleando con uno de los menudos pero rapidísimos skavens mientras el otro intenta cortar las amarras bajo los incesantes chillidos de su líder. El leñador lanza un potente golpe que la rata esquiva con facilidad, sin embargo no logra esquivar los mazazos ataques de Kiefer y Gotthold que la dejan aturdida, con el movimiento de recogida del hacha el leñador incrusta su arma en las costillas de la alimaña que muere al instante. Gotthold corre a por la otra rata aprovechando la inercia de la carrera  hunde su arma en el pecho de la criatura que seguía intentando cortar las amarras, el skaven cae al suelo y el mercenario le golpea de forma frenética una y otra vez machacando el cuerpo de la rata.
¡¡¡Aaahhhgrrrrr!!! Todos se vuelven y ven como Thomas cae al suelo con la pierna ensangrentada y se retuerce de dolor. El carretero corre hacia el embarcadero a atacar al resto del grupo. Kiefer sube al barco y golpea al líder de los skavens acertándole en una pierna que le hace caer de rodillas, el leñador golpea con la naturalidad que le dan los años cortando arboles en el bosque y cercena la cabeza de la vil criatura que rueda por la cubierta de la embarcación hasta caer al agua por la borda.
Eddrick corre a socorrer a Thomas mientras que Kiefer rodea al carretero que está luchando con Gotthold.
-¡Suelta el arma y te perdonaremos la vida!- Le ordenada el iniciado, Konrad parece como poseído,  no escucha sus palabras  y se abalanza sobre él. Kiefer para el golpe con una de sus mazas y con la otra le  golpea en las costillas, haciendo que pierda el aire de sus pulmones. Mientras intenta respirar Gotthold  aplasta la pierna y cadera con su maza, y el infeliz humano muere por hemorragia interna tras varios espasmos.
Kiefer corre junto a Thomas y le hace un torniquete en la pierna, la herida es profunda y sangra abundantemente, un momento más y habría muerto desangrado. Mientras el iniciado venda la herida, Eddrick y Gotthold registran los cuerpos y el barco, hay poco botín, solo unas cuantas armas herrumbrosas, nueve coronas de oro, raíz de mandrágora y un saquito con un polvo de color verdoso enfermizo. El leñador hunde el barco a golpes de hacha y tiran al rio todo menos el oro.
Salen del agujero al sótano de la casa de la elfa ayudando a Thomas que apenas puede andar. Allí les espera Rokatanski, he encontrado una máquina de hacer monedas con el triangulo de los Skavens y tiene a Tarshalares Wintermoon arrinconada en una esquina, Gotthold se aproxima a ella y le pone una daga en el cuello.
-Cuenta todo lo que sepas.-
-No se nadaaa.- aunque asustada se encuentra bajo la influencia de drogas y su hablar es lento y arrastra las palabras. –Se reunían en mi caaaasssaaa, toooomabamos drooogasssss, nooooossss divertíamoooossssssss. Naaaada maaaasssssssss.- contesta sonriendo.
Esto enoja al mercenario y le hace otra sonrisa de oreja a oreja cortándole el cuello con su daga y cae al suelo con los ojos abiertos como platos sin comprender lo que ha pasado.
-¡Estúpido!- le recrimina Kiefer. –No te pagamos por asesinar. Tenía información. Podría habernos sido útil.- El mercenario sonríe y se encoje de hombros.
En el exterior de la vivienda se dividen en dos grupos. Thomas, llevado en volandas por Rokatanski junto con Gotthold,  van a la casa de Reinhold. Eddrick y Kiefer  van a la casa de Wolfgang Von Drachensturn creen  que, por las palabras que dijo el skaven, intenten asesinar al hombre que los contrató. Cuando llegan a la mansión de Wolfgang sus sospechas aumentan al ver una diligencia negra parada junto a la verja abierta del jardín. En el pescante de la diligencia el cochero está muerto con el cuello degollado. Ambos empuñan sus armas y corren al interior de la casa, en la puerta de entrada hay otros dos cadáveres, el del mayordomo y de un sirviente, ambos también degollados.  Entran y se dirigen rápidamente al despacho de Drachensturn, todas la puertas del pasillo están abiertas y en varias las habitaciones hay más cadáveres de sirvientes en un charco de sangre. Penetran en el despacho del Lord, todo está en penumbra iluminado solamente por el fuego que arde en la chimenea. Sentado en un sofá  se encuentra el señor Drachensturn entre las sombras, se acercan lentamente y comprueban que han llegado demasiado tarde, de uno de sus ojos sobresale la empuñadura de una daga de extraña manufactura, por la mejilla aun corre un hilillo de sangre que empapa sus ropas de color carmesí. En una de sus manos sostiene una nota:
-He encontrado un prisionero que confirma nuestras sospechas.
Voy a su residencia- firmado I.A.

En la chimenea arden varios libros, hojas sueltas con anotaciones que intentan salvar de las llamas, pero el fuego es demasiado intenso para rescatar algo. Salen abatidos al exterior y examinen la diligencia, en el interior encuentran unos grilletes rotos y otro sirviente degollado. Eddrick registra el cuerpo del conductor y se guarda una moneda de oro y una pistola, se montan en la diligencia y se llevan a casa del cirujano, les vendrá bien un medio de trasporte para llegar a Altdorf en caso de que no encuentren barco.


Una vez todos están reunidos en la casa del médico, cuentan todo lo sucedido a Barak y al Padre Odo. El ogro propone ir al gremio de carreteros por si quedara con vida algún cultista o estuviera allí prisionero Isidro Armentero como dijo el hombre rata. Todos están de acuerdo. Rokatanski, Eddrick, Gotthold y Kiefer se montan en la diligencia  y van a las afueras de la ciudad donde el gremio tiene su sede.
La puerta está cerrada, pero no es problema  Rokatanski  la derriba de una fuerte patada. Hay una serie de oficinas que dan al aparcamiento donde hay varias carretas. Suben las escaleras y registran a fondo toda la sede. Hay varias habitaciones, todas cerradas con llave. El ogro las abre una a una. Muchas son dormitorios con una  cama y nada más. También hay un gran despacho. Todo está desordenado y un fuerte olor a raíz de mandrágora impregna el aire de la estancia. En la pared detrás del escritorio hay un enorme tapiz de una rata cornuda. Desenrollado encima de la mesa hay un mapa de una ciudad con doce marcas. Junto al mapa varias notas de cálculos, proporciones de piedra de disformidad. Mientras Kiefer lee las notas y recoge todos los papeles de utilidad el resto registra la cochera, en las sombras encadenado a una silla encuentran a Isidro Armantero. Tiene la cara destrozada, le han arrancado las uñas de los dedos y partido las dos piernas. Lo torturaron durante días, aunque aún sigue con vida y consigue susurrar unas palabras.
-Me capturaron… Cofff coff. Ellos se reunían esta noche…cofff Me obligaron a escribir una carta para el eshin skaven….Estuve cerca de detenerlos.- logra decir Isidro antes de morir.
Registran las pertenencias y el cuerpo sin vida de Armantero y encuentran un pequeño diario en el que Isidro anotaba cuanto descubría. Cogen todas las cosas de importancia y se van a la casa del médico. Por el camino Kiefer  ojea el diario de Isidro Armantero y una vez reunidos todos  comparte su información. Contiene un montón de información sobre los hombres rata y les cuenta a sus compañeros que la secta se llamaba Ordo Triangulus. Robaron la piedra de disformidad de la mina enana para impregnar monedas con el polvo. El mapa que encontramos en su habitación era de BajoDelzberg  donde puede haber alrededor de cuatro mil skaven. Foulsqueek, el líder de los skaven, era un vidente gris que llegó desde Talabheim. Hace unos cien años los skavens llegaron a la ciudad y compraron a los nobles señores de la ciudad con oro y promesas fundando así el Ordo Triangulus.  En los doce puntos señalados  más otro (el trece es un numero sagrado para los skavens) en el mapa de Talabheim distribuiría las monedas impregnadas de polvo de disformidad en esos sitios clave para propagar la corrupción, eso unido a los panfletos que estaban imprimiendo sembraría el caos en la ciudad y en el culto sigmarita de Talabheim. En BajoDelzberg  se están preparando para algo gordo.
Todos están de acuerdo en avisar a las autoridades, aunque con precaución ya que muchos cultistas escaparon con vida y ocupan altos cargos en la ciudad. Kiefer avisará a los sacerdotes de Ulric, ellos sabrán que hacer. Tras contarle todo lo sucedido al sacerdote guerrero del templo, éste le contesta:
-¿Conoceréis, sin duda, la leyenda urbana de los viles hombres rata? Me temo que las historias son muy reales y nos consta que estas repugnantes criaturas han sido una plaga en el norte, en Middenheim durante siglos. Algunos dicen que los hombres-ratas, como se les conoce, son otro tipo de Hombres Bestia, pero he luchado con ambos y tienen muy poco en común, solo su aspecto bestial. Los hombres-ratas son más pequeños, más rápidos y más retorcidos. Los Hombres Bestia en realidad sólo son unos brutos. Durante la Tormenta del Caos, cuando fuimos a socorrer Middenheim, tuvimos muchos problemas con los Skavens durante el asedio. Gran parte de la SubCiudad de Middenheim se selló para mantenerlos alejados, pero no ha habido avistamientos desde que el ejército del Caos se ha retirado. Los que escaparon de Middenheim deben de haberse escondido en las alcantarilla de Delzberg, si todavía hay hombres rata por aquí abajo, capaces de llegar a la ciudad y matar a su antojo, este es un asunto serio. Debemos convocar a las autoridades para que vean las pruebas que nos trae, el alcalde y el capitán de la guardia serán informado inmediatamente... pero si dices que había humanos implicados, el asunto puede ser más grave de lo que parece. Von Drachensturn era un loco que llegó de Talabheim, durante mucho tiempo estuvo fisgoneando y por lo que describes parece que era el líder del culto.-
-Hermano- contesta Kiefer. – Von Drachensturn no era el líder del culto, sino la única persona en esta ciudad que se preocupo en descubrirlo todo. El líder del Ordo Triangulus no es otro que Konrad Rottmeier, jefe del gremio de los carreteros. Si no basta con las pruebas que te muestro, ni tampoco mi palabra en la sede del gremio de carreteros encontraras más pruebas de que lo que digo es cierto.- Tras decir esto se marcha apresurado. Ya casi ha amanecido y tienen que coger un barco.
Al reunirse con sus amigos ve una lujosa diligencia aparcada junto a la casa de Reinhold.  El mercenario ha vuelto al gremio de los carreteros y ha robado una de las diligencias aparcadas en la cochera. En el interior aguardan Thomas, algo más recuperado de la herida en su pierna, Illesia y Barak que aunque el médico le recomendaba no viajar hasta dentro de una semana, no puede quedarse de brazos cruzados ante hechos tan importantes.
-Esta noche he tenido otro sueño extraño.- Cuenta Thomas de camino al embarcadero. -Una mujer que reía mientras se escondía tras unas cortinas, de  repente en la oscuridad unos tentáculos la rodeaban.-
Cuando llegan a los muelles acuerdan un precio justo por el pasaje a Altdorf y embarcan. A bordo del barco se encuentran a Rog Thunder que los abraza efusivamente uno a uno, en estos tres días ha engordado, parece que le han ido bien los negocios. Thomas les cuenta que entrando a un camarote se ha encontrado a Wolfgang Scheunacht que también va a Altdorf y le gustaría contratar unos guardaespaldas le ha dado una dirección en la ciudad donde poder encontrarlo, estará gustoso de poder ayudarlos.
Entre todos deciden que será mejor dejar apartado al Mago, llevan una carga muy valiosa y podría ser peligroso que descubriese algo. El trayecto dura todo el día, Gotthold no deja de retocar la diligencia  haciéndole arañazos, pintando partes de otro color y manchándola con barro para que nadie la reconozca.
Poco antes de anochecer se divisan a lo lejos las inexpugnables  murallas de Altdorf

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