viernes, 6 de abril de 2012

Capitulo V


  -Deberíamos irnos ya- insiste un asustado Segfried.
Tras dos horas de marcha sin ninguna incidencia llegamos a la posta, parte de los muros que protegen el recinto están derruidos. En el centro hay un edificio de dos plantas, la puerta de entrada esta derrumbada hacia dentro y del interior emana un resplandor a través de una de las ventanas de planta baja. Los guardias de caminos nos miran nerviosos.
-Tranquilos, no hace falta que vayáis.- Les dice Eddrick.
Me acerco junto con el leñador hacia la puerta mientras el joven Thomas tropieza con un cubo metálico cuando se asomaba a la ventana. Tras el estruendo oímos unos pasos apresurados en el interior.
-No temáis  hombres de bien. Nadie os hará daño.- Digo mientras nos introducimos en la habitación. En el interior una mujer de espaldas a nosotros prepara comida en un caldero en el fuego. Ante nuestras palabras se gira bruscamente y saca un pequeño cuchillo.
-No temas doncella.- Dice Eddrick  que le muestra las manos para tranquilizarla. –Solo buscamos refugio para una noche. Nadie os dañará.-
 La joven tras guardar su cuchillo nos cuenta que se llama Carlot Szelberg. La granja donde vivía con sus padres fue atacada por hombres bestia, los mataron a todos, ella logró huir y se dirige a Delzberg. El resto del grupo entra y prepara el local para pasar la noche. Entretanto los refugiados preparan la comida nosotros registramos el edificio, en la planta de arriba hay seis habitaciones vacías. No hay sótano y las cuadras están desiertas. Barak junto con Aldelberg intenta arreglar la puerta para prevenir un posible ataque. Nos repartimos las guardias dentro y fuera del edificio y nos echamos a dormir.
Eddrick se queda dormido en la primera guardia y se despierta sobresaltado en mitad de la noche. Tras abrir los ojos ve a Gotthold  acachado junto a mí. Al acercarse al mercenario comprueba cómo termina de abrir el cofre y contempla la calavera con los ojos en blanco, presto se abalanza sobre él y lo inmoviliza con una fuerte presa. Tras forcejear enérgicamente, Gotthold parece despertar del trance y mira desconcertado a Eddrick.
-¡Brujería!- Dice cuando se percata de lo que hay en el interior del cofre  y lo vuelve a mirar con ojos preocupados.-No se lo digas a los demás.-
La noche trascurre sin ninguna otra interrupción. Al despertar Carlot se ha esfumado, no hay rastro de ella por ninguna parte. Al menos no nos ha robado ninguna de nuestras pertenencias. No nos entretenemos más con la chica, el tiempo apremia. Proseguimos nuestro camino a Delzberg, Eddrick continua adelantándose al resto del grupo explorando. Cuando han trascurrido un par de horas regresa para indicarnos que unos centenares de pasos más adelante el camino está cortado, seis hombres bestia han obstruido el paso volcando un carromato en mitad de la calzada y aguardan tras ella. Malditos animales. Equipamos nuestras armas y nos preparamos para el choque. Gotthold y Barak  se acercan disparando con su arco y ballesta. Rokatanski y yo nos acercamos recelosos con las armas en las manos mientras que Eddrick y Thomas se sitúan junto a Illesia y disparan proyectiles a distancia. El resto mira a los alrededores preocupados por la llegada de más de estas criaturas. Ahora que estamos más cerca puedo distinguir a tres ungors y varios cadáveres medio putrefactos colocados en la carreta. Inesperadamente cuatro más de ellos surgen de la espesura del bosque y se abalanzan contra las carretas a la vez que los tres del camino cargan contra nosotros.
Eddrick tira su arco al suelo y afianza los pies esperando a los atacantes, al primero que se acerca le descarga un potente golpe lateral con su hacha que le cercena el brazo y le hace un profundo corte en la barriga por donde caen al suelo las vísceras de la perpleja criatura que parece no haber comprendido aun lo sucedido. El resto de atacantes comienzan a golpear frenéticamente las carretas. Uno de los ungor de la carretera ataca a Barak que para su golpe y le responde con un martillazo en el brazo, Gotthold defiende a su patrón golpeando a la criatura con su maza empuñada con ambas manos, el golpe le hunde las costillas perforando los pulmones y el animal cae al suelo sin vida. Sobre mí se abalanzan dos enfurecidos hombres bestia que no me alcanzan con sus armas, a uno de ellos lo recibo con un golpe de mi maza en el pecho aunque no lo derribo. Gracias a Ulric las criaturas, aunque en superioridad, atacan descoordinadas y de forma precipitada y logro parar unos cuantos golpes, pero mis ataques no logran herirles. Uno de los ungor logra penetrar mi defensa y me alcanza aunque la herida no es de gravedad. Barak  ataca a uno de mis rivales mientras Gotthold parece dudar de su próximo movimiento aunque finalmente se une al enano pero falla su ataque y recibe de su rival  un corte en el brazo. El ogro avanza hacia las carretas para proteger a la joven Steiguer. Por su parte Eddrick defiende la carreta donde se encuentra Illesia e hiere una y otra vez a un resistente ungor que se niega a caer. Thomas ha soltado su honda y ataca con la espada a varios hombres bestias que golpean sin parar una de las ruedas del carromato, finalmente los asaltantes destrozan la rueda de la carreta donde se encuentra Thomas y tras una señal todos los que están junto a las carretas emprenden la huida. Aprovechando que su rival se da media vuelta para huir el leñador hunde su hacha entre los omóplatos del hombre bestia. Tras para un garrotazo directo a mi cabeza lanzo un tremendo golpe que no logra parar el ungor que hay frente a mí que cae fulminado. Libre de atacante me uno al enano y el mercenario y entre los tres acabamos rápidamente con el único que quedaba en pie. Han inutilizado una de las carretas.
-Tardaré al menos tres horas en repararla.- Dice Pieter Brush tras echar un vistazo.
-Su intención solo era retrasarnos.- comento. –Están esperando que lleguen más bestias para masacrarnos.-
-Alguien los guía.- Dice Gotthold. –Los ungors carecen de la inteligencia suficiente para hacer esto.-
- Debemos irnos inmediatamente. Corremos peligro.- Chilla asustado Segfried.
-Calla de una vez, cobarde.- Le ordena Eddrick.
-Por una vez estoy de acuerdo con él. Debemos irnos inmediatamente.- Les digo.
Tras perder prácticamente una hora discutiendo, despejamos el camino y acomodamos a los niños y al padre Odo en la carreta y le resto continuamos a pie y a caballo. No podemos detenernos. A media tarde el leñador regresa para decirnos que más adelante hay que cruzar un riachuelo y ha encontrado abundantes huellas. Según Segfried hay un vado rio arriba por donde cruzar, el agua nos llegará por la cintura pero carece de fuerza para arrastrarnos,  seguramente estarán esperando para atacarnos. Nos disponemos delante y atrás de la carreta para protegerla y  avanzamos con cautela atentos a cualquier indicio de peligro. El vado tiene una anchura de unos veinte pasos, los guijarros del fondo están resbaladizos y Gotthold, Thomas, Barak y yo caemos al agua helada.
-Estamos empapados. Debemos encender un fuego o moriremos congelados.- Dice Gotthold temblando de frío.
-Debemos continuar.- contesto.
-Delzberg está a más de dos horas y está anocheciendo en pleno inviernos. El frío nos matará.- Insiste.
-Lo que es seguro es que si nos quedamos junto al fuego los hombres bestia nos aniquilaran. Un poco de frío no hará daño a ningún Ulricano.- Zanjo la discusión y continuamos.
Mientras discutimos Eddrick se ha puesto manos a trabajar y nos dice que hay un montón de huellas de hombres bestia y en medio de todas ellas hay huellas humanas muy menudas, como de un niño o quizás de una mujer. Reanudamos la marcha pero al poco tiempo el bosque se queda en completo silencio, salvo por los estornudos del enano y míos, parece que hemos cogido un buen resfriado. Empezamos a oír gruñidos de bestias a ambos lados del camino. De repente los rugidos de decenas de gargantas nos ensordecen y de la espesura del Drakwald comienzan a salir más y más hombres bestia. Al menos hay un centenar de criaturas, que Ulric nos de fuerzas para acabar con el mayor numero de ellas antes de sucumbir. Sacamos nuestras armas y nos preparamos para el envite. Barak hiere con su ballesta al primero que pisa la calzada. Eddrick empuña su hacha con ambas manos y lanza un golpe lateral que hiere de gravedad al primer ungor que llega a su lado, antes siquiera de que tenga tiempo para gritar de dolor el ogro acaba con el tras aplastarlo con su garrote. Gotthold se sitúa junto al enano parando un golpe dirigido contra éste, gira el arma y golpea a la bestia que retrocede herida, Barak aprovecha para hundir el pico de su martillo de guerra en el pecho del hombre bestia. Thomas aguarda en posición defensiva junto al carro y yo golpeo con mi maza  en las piernas a otro ungor, que me ataca con furia descontrolada, paro una y otra vez sus ataques pero finalmente consigue golpearme con su espada en el brazo izquierdo causándome un profundo corte que me incapacita el brazo dejando caer una de mis mazas al suelo.
Repentinamente estallido anaranjado nos ciega momentáneamente y el frío invernal da paso a un calor sofocante, a nuestro alrededor todo está envuelto en llamas. Un muro de fuego nos rodea y decenas de hombres bestia huyen ardiendo al interior del bosque. De pie en la carreta está Wolfgang Scheunacht que se ha despojado de sus harapos, lleva puesta una túnica roja y musita unas palabras en un idioma extraño con las manos en alto. Todos los gors han huido o están carbonizados, solo quedan unos cuantos en el interior del circulo de fuego. Con la victoria a nuestro alcance luchamos con más brío si cabe. Eddrick hunde su hacha de guerra en la espalda de un hombre bestia del que se defendía como podía el joven caza ratas, cercenando piel, carne, costillas y columna acabando así con la vida del gor que cae partido en dos mitades sanguinolentas. Barak  es alcanzado en un brazo por un hacha enemiga que casi le amputa  el brazo, el testarudo enano se resiste a caer  y sigue atacando a pesar de que su brazo tan solo es un despojo sanguinolento, Gotthold corre a ayudar a su patrón y diligentemente acaban ambos con la bestia. Poco a poco, ayudándonos unos a otros, acabamos con todos los gors. Wolfgang baja los brazos y el muro de llamas que nos rodea desparece. Para nuestra alegría los únicos hombres bestia que vemos se encuentran en el suelo achicharrados. Por desgracia Ulrike ha caído, el resto estamos al límite de nuestras fuerzas por las heridas sufridas.
Wolfgang cauteriza con su magia la herida del brazo de Barak, que deja de sangrar, aun así el brazo está destrozado y no podrá salvarlo.  Gracias al mago seguimos vivos, es un magister del colegio brillante, no sabemos nada más que eso y él no está dispuesto a contarnos nada más. Debemos continuar, los huidos pueden reagruparse y volver a atacar en cualquier momento y estamos cerca de nuestro destino.
Trascurrida una hora de camino divisamos las luces de la ciudad. Delzberg se encuentra a unos centenares de pasos rodeada por unas gruesas y altas murallas de piedra que albergan a una población de unos tres mil habitantes. Gotthold  se adelante corriendo al resto del grupo para buscar alguien que cure a su patrón.  Cuando llegamos a las puertas de la ciudad Gotthold regresa sudoroso, ha encontrado un barbero cirujano, Reinhold Grafenberg que está dispuesto a atendernos a estas horas en su casa. Metemos al moribundo enano en la casa del cirujano, éste al ver la herida y las condiciones en que se encuentra el brazo decide que lo mejor es amputar, sino el enano morirá. Gotthold sale fuera y vuelve con una garrafa de un maloliente licor. El enano bebe de ella hasta caer inconsciente, el matasanos coge una sierra y comienza su trabajo, salimos de la habitación. Tras un rato interminable sale el barbero ensangrentado, nos dice que ha hecho lo que ha podido, el enano vivirá, pero ha caído en coma y deberá descansar en cama al menos una semana. Gotthold se quedará junto a Barak en la casa del médico hasta que se recupere.
Mis compañeros son atendidos por el barbero cirujano, posteriormente se dirigirán a la posada del  Jabalí Ruidoso una posada de dos plantas que nos cruzamos de camino a la casa del médico. Yo me dirijo con el Padre Odo al templo de Ulric. No tienen sitio para alojarnos y nos atiende fugazmente, a petición mía por la mañana buscaran una sacerdotisa de Shallya para que atienda nuestras heridas.
Por la mañana  me reúno con mis amigos en la posada y me cuentan que anoche se enteraron de que un grupo de mercenarios armados pasaron una noche aquí y partieron al amanecer hacia Altdorf, tenían mucha prisa por llegar a la capital, seguramente se trate de los mismos que perdieron a Illesia. Estaré toda la mañana en el templo de Ulric orando al Dios en busca de consejo.
Thomas, Eddrick  y Rokatanski se marchan en busca de una armería, por el camino se encuentran con Gotthold que viene de una, mientras el mercenario les explica donde se encuentra alguien a sus espaldas les grita:
-¡Eehhh, vosotros!  Tirad vuestras armas y rendíos ante Dante Cruziani, si no queréis que os hagamos daño.- Dice con un fuerte acento tileano un hombre escuálido, con el pelo largo y barba de chivo, con un sombrero de ala ancha con una pluma les apunta con el florete en la mano. A su lado dos rufianes sonríen inseguros.
-Si me vuelves a amenazar te parto la cabeza.- Contesta Eddrick mientras coge su hacha con ambas manos.
-Basura extranjera.- Dice Gotthold que también desenfunda que no se intimida de los tres tileanos.
Rokatanski avanza y ruge enfurecido. Los dos mercenarios que acompañaban a Dante huyen asustados ante la visión del ogro.
-¡Tomad vuestro merecido villanos!- Dice el muy idiota y se lanza a por ellos. Los cuatro atacan con sus armas al temerario tileano, que para un ataque, elude otro echándose a un lado, vuelve a parar y esquiva arrojándose al suelo, se levanta equipa una red,  la lanza contra Gotthold  que queda trabado  y lo hiere con su florete. Le vuelven a atacar los cuatro, esquiva, para, retrocede, vuelve a esquivar, parece como si el mismísimo Ranald le susurrara al oído sus movimientos. Recoge la red y vuelve a atacar, pero no alcanza a ningún objetivo. Eddrick  balancea su hacha y Dante la evita acachándose, Thomas falla su ataque dirigido al cuello por  un pelo, Gotthold dirige su maza a la cabeza de forma diestra pero en el último instante es el golpe es desviado por el florete del tileano. Finalmente la suerte le es esquiva y Rokatanski le alcanza con su garrote, el escuálido cuerpo del tileano desaparece bajo el peso del garrote  que al ser retirado deja un feo y aplastado  cuerpo sin vida en mitad de un charco de sangre.
-Larguémonos de aquí.- Dicen al unísono. El ogro mete los restos de Dante en un saco y se marchan corriendo a casa del matasanos. Una vez en una habitación sin mirones, registran concienzudamente al desgraciado y lo despojan de todo objeto de valor, ocho coronas de oro y  además de un cartel con unos feos dibujos de cada uno de nosotros. Le entregan el documento a Barak, que está despierto, al parecer los Dannet lo han repartido, nos buscan por saqueo, asesinato y violación en sus tierras.
Cuando llego a la casa del médico me informan de todo lo  ocurrido. Por mi parte, tras rezar y meditar toda la mañana, el Padre Odo y yo llegamos a la conclusión  de que debemos destruir el cráneo lo antes posible, para ello debemos de llegar a Altdorf donde estaremos a salvo en el templo a Ulric. Barak nos cuenta que durante su convalecencia un sueño lo ha asaltado una y otra vez, una silueta humana entre las sombras, parte una granada en dos y su interior está podrido, no sabe decir por qué pero es importante. Thomas también ha soñado, una doncella le ofrecía un cáliz con vino, al beber de él descubría que estaba avinagrado. El sueño de Eddrick es similar, bebe de una copa vino avinagrado y al tirarla al suelo el líquido dibuja una flecha. Gotthold ha soñado que ardía en una pira. Illesia nos recuerda los emblemas de su casa y el de sus vecinos, curiosamente el escudo de armas de la casa Lugus es un cáliz y el de la casa Dannet una granada atravesada por una flecha. Una extraña coincidencia.
Debemos prepararnos para continuar hacia Altdorf. Nos informamos que estamos a dos días de la capital del Imperio, según las condiciones del camino, aunque no hay diligencias. También nos dicen que han sido degollados y arrojados al río cinco carreteros en los últimos dos días, será difícil encontrar transporte. En barco sólo sería un día y el precio es más que razonable, aunque  el ogro dice que no va en barco, parece que le da miedo el agua, algo evidente por el olor que desprende.
Mientras discutimos en la posada como proseguir, un niño se nos acerca y me entrega tembloroso un trozo de papel. Tras cogerlo sale corriendo como alma que lleva Khorne. Lo leo en voz baja:
“Estimados señores
Si quieren discutir cómo evitar sus problemas con los cazarrecompensas les invito a que se reúnan conmigo en mi mansión. Cualquier campesino local les podrá ayudar sin duda alguna para encontrar el camino. No debéis preocuparos por emboscadas o trampas de algún tipo. Estoy intentando que tengamos una conversación civilizada acerca de problemas de interés mutuo. En nombre de nuestro más sagrado Sigmar.
Lord Wolfgang von Drachensturn.”

En la posada nos comentan que el tal Wolfgang van Drachensturn es un noble de Delzberg que se encuentra algo tocado aunque no es peligroso. Decidimos averiguar que quiere esta persona de nosotros, encontramos su casa fácilmente guiados por la gente. Se trata de una casa austera hecha de madera con dos plantas. Una cerca de hierro rodea la propiedad y en el interior del jardín nos ladran varios perros. Llamamos a la puerta y sale un mayordomo armado con una pistola de fuego. Le explicamos a lo que hemos venido y le damos mostramos la nota, tras echarnos un severo y prolongado vistazo de arriba abajo no dice que le acompañemos al interior. El suelo del interior tiene el pavimento suelto, lo que hace sonar las tablillas del suelo., por aquí y por allá se ven varios criados ocupados en sus quehaceres. Llegamos a un estudio donde un fuego enorme caldea la estancia, hay estanterías abarrotadas de libros por doquier, así como numerosos objetos y un gran tapiz del Emperador Madrel el Matarratas. Bajo el tapiz un hombre de unos cuarenta años con barba cuidada  sentado en un gran escritorio repleto de papeles nos da la bienvenida en tono afable, aunque sobre el escritorio, cercana a su mano, descansa una elaborada  pistola.
-Señores, valoro mucho el tiempo, así que no se lo haré perder con rodeos. Puedo hacer desaparecer la recompensa por vuestras cabezas. ¿Os interesa?-
Nos cuenta que la ciudad es objeto de un siniestro ataque. Casi todos los carreteros han muerto y los que aun no lo han hecho se han marchado de la ciudad. También envenenaron los pozos, la gente bebe ahora del río. Envió a una persona a investigar pero la única respuesta que obtuvo fue este documento:
“Llegué a Delzberg hace dos noches y me aseguré alojamiento en la posada El Vidente Sórdido.
He descubierto evidencias de la presencia de cultistas. Además, he contactado con los cazarratas locales y con su ayuda espero encontrar evidencias de las cosas que intentamos desenmascarar.
IA”
 Debemos de encontrar a Isidro Armantero y averiguar lo que está ocurriendo. A parte de la promesa de eliminar nuestra persecución nos entrega diez coronas de oro a cada uno de nosotros. Sabe que al parecer unos cultistas visitan la posada del vidente y que debemos contactar con los cazarratas de la ciudad, eso lo último que estaba haciendo Isidro. Parece el mismo proceder de los skavens que atacaron a los enanos. Cogemos el dinero y nos vamos a informar a Barak …..





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