-Deberíamos irnos ya- insiste un asustado Segfried.
Tras dos horas de marcha sin ninguna incidencia llegamos a la posta,
parte de los muros que protegen el recinto están derruidos. En el centro hay un
edificio de dos plantas, la puerta de entrada esta derrumbada hacia dentro y
del interior emana un resplandor a través de una de las ventanas de planta
baja. Los guardias de caminos nos miran nerviosos.
-Tranquilos, no hace falta que
vayáis.- Les dice Eddrick.
Me acerco junto con el leñador hacia la puerta mientras el joven
Thomas tropieza con un cubo metálico cuando se asomaba a la ventana. Tras el
estruendo oímos unos pasos apresurados en el interior.
-No temáis hombres de bien. Nadie os hará daño.- Digo mientras nos introducimos en la habitación. En el interior una
mujer de espaldas a nosotros prepara comida en un caldero en el fuego. Ante
nuestras palabras se gira bruscamente y saca un pequeño cuchillo.
-No temas doncella.- Dice Eddrick que le muestra
las manos para tranquilizarla. –Solo
buscamos refugio para una noche. Nadie os dañará.-
La joven tras
guardar su cuchillo nos cuenta que se llama Carlot Szelberg. La granja donde
vivía con sus padres fue atacada por hombres bestia, los mataron a todos, ella
logró huir y se dirige a Delzberg. El resto del grupo entra y prepara el local
para pasar la noche. Entretanto los refugiados preparan la comida nosotros
registramos el edificio, en la planta de arriba hay seis habitaciones vacías.
No hay sótano y las cuadras están desiertas. Barak junto con Aldelberg intenta
arreglar la puerta para prevenir un posible ataque. Nos repartimos las guardias
dentro y fuera del edificio y nos echamos a dormir.
Eddrick se queda dormido en la primera guardia y se despierta
sobresaltado en mitad de la noche. Tras abrir los ojos ve a Gotthold acachado junto a mí. Al acercarse al
mercenario comprueba cómo termina de abrir el cofre y contempla la calavera con
los ojos en blanco, presto se abalanza sobre él y lo inmoviliza con una fuerte
presa. Tras forcejear enérgicamente, Gotthold parece despertar del trance y
mira desconcertado a Eddrick.
-¡Brujería!- Dice cuando se percata de lo que hay en el interior del cofre y lo vuelve a mirar con ojos preocupados.-No se lo digas a los demás.-
La noche trascurre sin ninguna otra interrupción. Al despertar Carlot
se ha esfumado, no hay rastro de ella por ninguna parte. Al menos no nos ha
robado ninguna de nuestras pertenencias. No nos entretenemos más con la chica,
el tiempo apremia. Proseguimos nuestro camino a Delzberg, Eddrick continua adelantándose
al resto del grupo explorando. Cuando han trascurrido un par de horas regresa
para indicarnos que unos centenares de pasos más adelante el camino está
cortado, seis hombres bestia han obstruido el paso volcando un carromato en
mitad de la calzada y aguardan tras ella. Malditos animales. Equipamos nuestras
armas y nos preparamos para el choque. Gotthold y Barak se acercan disparando con su arco y ballesta.
Rokatanski y yo nos acercamos recelosos con las armas en las manos mientras que
Eddrick y Thomas se sitúan junto a Illesia y disparan proyectiles a distancia.
El resto mira a los alrededores preocupados por la llegada de más de estas
criaturas. Ahora que estamos más cerca puedo distinguir a tres ungors y varios
cadáveres medio putrefactos colocados en la carreta. Inesperadamente cuatro más
de ellos surgen de la espesura del bosque y se abalanzan contra las carretas a
la vez que los tres del camino cargan contra nosotros.
Eddrick tira su arco al suelo y afianza los pies esperando a los
atacantes, al primero que se acerca le descarga un potente golpe lateral con su
hacha que le cercena el brazo y le hace un profundo corte en la barriga por
donde caen al suelo las vísceras de la perpleja criatura que parece no haber
comprendido aun lo sucedido. El resto de atacantes comienzan a golpear
frenéticamente las carretas. Uno de los ungor de la carretera ataca a Barak que
para su golpe y le responde con un martillazo en el brazo, Gotthold defiende a
su patrón golpeando a la criatura con su maza empuñada con ambas manos, el
golpe le hunde las costillas perforando los pulmones y el animal cae al suelo
sin vida. Sobre mí se abalanzan dos enfurecidos hombres bestia que no me
alcanzan con sus armas, a uno de ellos lo recibo con un golpe de mi maza en el
pecho aunque no lo derribo. Gracias a Ulric las criaturas, aunque en
superioridad, atacan descoordinadas y de forma precipitada y logro parar unos
cuantos golpes, pero mis ataques no logran herirles. Uno de los ungor logra
penetrar mi defensa y me alcanza aunque la herida no es de gravedad. Barak ataca a uno de mis rivales mientras Gotthold
parece dudar de su próximo movimiento aunque finalmente se une al enano pero
falla su ataque y recibe de su rival un
corte en el brazo. El ogro avanza hacia las carretas para proteger a la joven
Steiguer. Por su parte Eddrick defiende la carreta donde se encuentra Illesia e
hiere una y otra vez a un resistente ungor que se niega a caer. Thomas ha
soltado su honda y ataca con la espada a varios hombres bestias que golpean sin
parar una de las ruedas del carromato, finalmente los asaltantes destrozan la
rueda de la carreta donde se encuentra Thomas y tras una señal todos los que
están junto a las carretas emprenden la huida. Aprovechando que su rival se da
media vuelta para huir el leñador hunde su hacha entre los omóplatos del hombre
bestia. Tras para un garrotazo directo a mi cabeza lanzo un tremendo golpe que
no logra parar el ungor que hay frente a mí que cae fulminado. Libre de
atacante me uno al enano y el mercenario y entre los tres acabamos rápidamente
con el único que quedaba en pie. Han inutilizado una de las carretas.
-Tardaré al menos tres horas en
repararla.- Dice Pieter Brush tras echar un
vistazo.
-Su intención solo era
retrasarnos.- comento. –Están esperando que lleguen más bestias para masacrarnos.-
-Alguien los guía.- Dice Gotthold. –Los ungors
carecen de la inteligencia suficiente para hacer esto.-
- Debemos irnos inmediatamente.
Corremos peligro.- Chilla asustado Segfried.
-Calla de una vez, cobarde.- Le
ordena Eddrick.
-Por una vez estoy de acuerdo con
él. Debemos irnos inmediatamente.- Les digo.
Tras perder prácticamente una hora discutiendo, despejamos el camino
y acomodamos a los niños y al padre Odo en la carreta y le resto continuamos a
pie y a caballo. No podemos detenernos. A media tarde el leñador regresa para
decirnos que más adelante hay que cruzar un riachuelo y ha encontrado
abundantes huellas. Según Segfried hay un vado rio arriba por donde cruzar, el
agua nos llegará por la cintura pero carece de fuerza para arrastrarnos, seguramente estarán esperando para atacarnos.
Nos disponemos delante y atrás de la carreta para protegerla y avanzamos con cautela atentos a cualquier indicio
de peligro. El vado tiene una anchura de unos veinte pasos, los guijarros del
fondo están resbaladizos y Gotthold, Thomas, Barak y yo caemos al agua helada.
-Estamos empapados. Debemos
encender un fuego o moriremos congelados.- Dice
Gotthold temblando de frío.
-Debemos continuar.- contesto.
-Delzberg está a más de dos horas
y está anocheciendo en pleno inviernos. El frío nos matará.- Insiste.
-Lo que es seguro es que si nos
quedamos junto al fuego los hombres bestia nos aniquilaran. Un poco de frío no
hará daño a ningún Ulricano.- Zanjo la
discusión y continuamos.
Mientras discutimos Eddrick se ha puesto manos a trabajar y nos dice
que hay un montón de huellas de hombres bestia y en medio de todas ellas hay
huellas humanas muy menudas, como de un niño o quizás de una mujer. Reanudamos
la marcha pero al poco tiempo el bosque se queda en completo silencio, salvo
por los estornudos del enano y míos, parece que hemos cogido un buen resfriado.
Empezamos a oír gruñidos de bestias a ambos lados del camino. De repente los
rugidos de decenas de gargantas nos ensordecen y de la espesura del Drakwald
comienzan a salir más y más hombres bestia. Al menos hay un centenar de
criaturas, que Ulric nos de fuerzas para acabar con el mayor numero de ellas
antes de sucumbir. Sacamos nuestras armas y nos preparamos para el envite.
Barak hiere con su ballesta al primero que pisa la calzada. Eddrick empuña su
hacha con ambas manos y lanza un golpe lateral que hiere de gravedad al primer
ungor que llega a su lado, antes siquiera de que tenga tiempo para gritar de
dolor el ogro acaba con el tras aplastarlo con su garrote. Gotthold se sitúa
junto al enano parando un golpe dirigido contra éste, gira el arma y golpea a
la bestia que retrocede herida, Barak aprovecha para hundir el pico de su
martillo de guerra en el pecho del hombre bestia. Thomas aguarda en posición
defensiva junto al carro y yo golpeo con mi maza en las piernas a otro ungor, que me ataca con
furia descontrolada, paro una y otra vez sus ataques pero finalmente consigue
golpearme con su espada en el brazo izquierdo causándome un profundo corte que
me incapacita el brazo dejando caer una de mis mazas al suelo.
Repentinamente estallido anaranjado nos ciega momentáneamente y el
frío invernal da paso a un calor sofocante, a nuestro alrededor todo está
envuelto en llamas. Un muro de fuego nos rodea y decenas de hombres bestia
huyen ardiendo al interior del bosque. De pie en la carreta está Wolfgang
Scheunacht que se ha despojado de sus harapos, lleva puesta una túnica roja y
musita unas palabras en un idioma extraño con las manos en alto. Todos los gors
han huido o están carbonizados, solo quedan unos cuantos en el interior del
circulo de fuego. Con la victoria a nuestro alcance luchamos con más brío si
cabe. Eddrick hunde su hacha de guerra en la espalda de un hombre bestia del
que se defendía como podía el joven caza ratas, cercenando piel, carne,
costillas y columna acabando así con la vida del gor que cae partido en dos
mitades sanguinolentas. Barak es
alcanzado en un brazo por un hacha enemiga que casi le amputa el brazo, el testarudo enano se resiste a
caer y sigue atacando a pesar de que su brazo
tan solo es un despojo sanguinolento, Gotthold corre a ayudar a su patrón y
diligentemente acaban ambos con la bestia. Poco a poco, ayudándonos unos a
otros, acabamos con todos los gors. Wolfgang baja los brazos y el muro de
llamas que nos rodea desparece. Para nuestra alegría los únicos hombres bestia
que vemos se encuentran en el suelo achicharrados. Por desgracia Ulrike ha
caído, el resto estamos al límite de nuestras fuerzas por las heridas sufridas.
Wolfgang cauteriza con su magia la herida del brazo de Barak, que
deja de sangrar, aun así el brazo está destrozado y no podrá salvarlo. Gracias al mago seguimos vivos, es un
magister del colegio brillante, no sabemos nada más que eso y él no está
dispuesto a contarnos nada más. Debemos continuar, los huidos pueden
reagruparse y volver a atacar en cualquier momento y estamos cerca de nuestro
destino.
Trascurrida una hora de camino divisamos las luces de la ciudad.
Delzberg se encuentra a unos centenares de pasos rodeada por unas gruesas y
altas murallas de piedra que albergan a una población de unos tres mil
habitantes. Gotthold se adelante
corriendo al resto del grupo para buscar alguien que cure a su patrón. Cuando llegamos a las puertas de la ciudad
Gotthold regresa sudoroso, ha encontrado un barbero cirujano, Reinhold
Grafenberg que está dispuesto a atendernos a estas horas en su casa. Metemos al
moribundo enano en la casa del cirujano, éste al ver la herida y las
condiciones en que se encuentra el brazo decide que lo mejor es amputar, sino
el enano morirá. Gotthold sale fuera y vuelve con una garrafa de un maloliente
licor. El enano bebe de ella hasta caer inconsciente, el matasanos coge una
sierra y comienza su trabajo, salimos de la habitación. Tras un rato
interminable sale el barbero ensangrentado, nos dice que ha hecho lo que ha
podido, el enano vivirá, pero ha caído en coma y deberá descansar en cama al
menos una semana. Gotthold se quedará junto a Barak en la casa del médico hasta
que se recupere.
Mis compañeros son atendidos por el barbero cirujano, posteriormente
se dirigirán a la posada del Jabalí
Ruidoso una posada de dos plantas que nos cruzamos de camino a la casa del
médico. Yo me dirijo con el Padre Odo al templo de Ulric. No tienen sitio para
alojarnos y nos atiende fugazmente, a petición mía por la mañana buscaran una
sacerdotisa de Shallya para que atienda nuestras heridas.
Por la mañana me reúno con mis
amigos en la posada y me cuentan que anoche se enteraron de que un grupo de
mercenarios armados pasaron una noche aquí y partieron al amanecer hacia
Altdorf, tenían mucha prisa por llegar a la capital, seguramente se trate de
los mismos que perdieron a Illesia. Estaré toda la mañana en el templo de Ulric
orando al Dios en busca de consejo.
Thomas, Eddrick y Rokatanski
se marchan en busca de una armería, por el camino se encuentran con Gotthold
que viene de una, mientras el mercenario les explica donde se encuentra alguien
a sus espaldas les grita:
-¡Eehhh, vosotros! Tirad vuestras armas y rendíos ante Dante
Cruziani, si no queréis que os hagamos daño.- Dice
con un fuerte acento tileano un hombre escuálido, con el pelo largo y barba de
chivo, con un sombrero de ala ancha con una pluma les apunta con el florete en
la mano. A su lado dos rufianes sonríen inseguros.
-Si me vuelves a amenazar te
parto la cabeza.- Contesta Eddrick mientras coge
su hacha con ambas manos.
-Basura extranjera.- Dice Gotthold que también desenfunda que no se intimida de los tres
tileanos.
Rokatanski avanza y ruge enfurecido. Los dos mercenarios que
acompañaban a Dante huyen asustados ante la visión del ogro.
-¡Tomad vuestro merecido
villanos!- Dice el muy idiota y se lanza a por
ellos. Los cuatro atacan con sus armas al temerario tileano, que para un
ataque, elude otro echándose a un lado, vuelve a parar y esquiva arrojándose al
suelo, se levanta equipa una red, la
lanza contra Gotthold que queda trabado y lo hiere con su florete. Le vuelven a atacar
los cuatro, esquiva, para, retrocede, vuelve a esquivar, parece como si el
mismísimo Ranald le susurrara al oído sus movimientos. Recoge la red y vuelve a
atacar, pero no alcanza a ningún objetivo. Eddrick balancea su hacha y Dante la evita
acachándose, Thomas falla su ataque dirigido al cuello por un pelo, Gotthold dirige su maza a la cabeza
de forma diestra pero en el último instante es el golpe es desviado por el
florete del tileano. Finalmente la suerte le es esquiva y Rokatanski le alcanza
con su garrote, el escuálido cuerpo del tileano desaparece bajo el peso del
garrote que al ser retirado deja un feo
y aplastado cuerpo sin vida en mitad de
un charco de sangre.
-Larguémonos de aquí.- Dicen al unísono. El ogro mete los restos de Dante en un saco y se
marchan corriendo a casa del matasanos. Una vez en una habitación sin mirones,
registran concienzudamente al desgraciado y lo despojan de todo objeto de
valor, ocho coronas de oro y además de
un cartel con unos feos dibujos de cada uno de nosotros. Le entregan el
documento a Barak, que está despierto, al parecer los Dannet lo han repartido,
nos buscan por saqueo, asesinato y violación en sus tierras.
Cuando llego a la casa del médico me informan de todo lo ocurrido. Por mi parte, tras rezar y meditar
toda la mañana, el Padre Odo y yo llegamos a la conclusión de que debemos destruir el cráneo lo antes
posible, para ello debemos de llegar a Altdorf donde estaremos a salvo en el
templo a Ulric. Barak nos cuenta que durante su convalecencia un sueño lo ha
asaltado una y otra vez, una silueta humana entre las sombras, parte una
granada en dos y su interior está podrido, no sabe decir por qué pero es
importante. Thomas también ha soñado, una doncella le ofrecía un cáliz con vino,
al beber de él descubría que estaba avinagrado. El sueño de Eddrick es similar,
bebe de una copa vino avinagrado y al tirarla al suelo el líquido dibuja una
flecha. Gotthold ha soñado que ardía en una pira. Illesia nos recuerda los
emblemas de su casa y el de sus vecinos, curiosamente el escudo de armas de la
casa Lugus es un cáliz y el de la casa Dannet una granada atravesada por una
flecha. Una extraña coincidencia.
Debemos prepararnos para continuar hacia Altdorf. Nos informamos que
estamos a dos días de la capital del Imperio, según las condiciones del camino,
aunque no hay diligencias. También nos dicen que han sido degollados y
arrojados al río cinco carreteros en los últimos dos días, será difícil
encontrar transporte. En barco sólo sería un día y el precio es más que
razonable, aunque el ogro dice que no va
en barco, parece que le da miedo el agua, algo evidente por el olor que
desprende.
Mientras discutimos en la posada como proseguir, un niño se nos
acerca y me entrega tembloroso un trozo de papel. Tras cogerlo sale corriendo
como alma que lleva Khorne. Lo leo en voz baja:
“Estimados señores
Si quieren discutir cómo evitar
sus problemas con los cazarrecompensas les invito a que se reúnan conmigo en mi
mansión. Cualquier campesino local les podrá ayudar sin duda alguna para
encontrar el camino. No debéis preocuparos por emboscadas o trampas de algún
tipo. Estoy intentando que tengamos una conversación civilizada acerca de
problemas de interés mutuo. En nombre de nuestro más sagrado Sigmar.
Lord Wolfgang von Drachensturn.”
En la posada nos comentan que el tal Wolfgang van Drachensturn es un noble
de Delzberg que se encuentra algo tocado aunque no es peligroso. Decidimos
averiguar que quiere esta persona de nosotros, encontramos su casa fácilmente
guiados por la gente. Se trata de una casa austera hecha de madera con dos
plantas. Una cerca de hierro rodea la propiedad y en el interior del jardín nos
ladran varios perros. Llamamos a la puerta y sale un mayordomo armado con una
pistola de fuego. Le explicamos a lo que hemos venido y le damos mostramos la
nota, tras echarnos un severo y prolongado vistazo de arriba abajo no dice que
le acompañemos al interior. El suelo del interior tiene el pavimento suelto, lo
que hace sonar las tablillas del suelo., por aquí y por allá se ven varios
criados ocupados en sus quehaceres. Llegamos a un estudio donde un fuego enorme
caldea la estancia, hay estanterías abarrotadas de libros por doquier, así como
numerosos objetos y un gran tapiz del Emperador Madrel el Matarratas. Bajo el
tapiz un hombre de unos cuarenta años con barba cuidada sentado en un gran escritorio repleto de
papeles nos da la bienvenida en tono afable, aunque sobre el escritorio,
cercana a su mano, descansa una elaborada
pistola.
-Señores, valoro mucho el tiempo,
así que no se lo haré perder con rodeos. Puedo hacer desaparecer la recompensa
por vuestras cabezas. ¿Os interesa?-
Nos cuenta que la ciudad es objeto de un siniestro ataque. Casi todos
los carreteros han muerto y los que aun no lo han hecho se han marchado de la
ciudad. También envenenaron los pozos, la gente bebe ahora del río. Envió a una
persona a investigar pero la única respuesta que obtuvo fue este documento:
“Llegué a Delzberg hace dos
noches y me aseguré alojamiento en la posada El Vidente Sórdido.
He descubierto evidencias de la
presencia de cultistas. Además, he contactado con los cazarratas locales y con
su ayuda espero encontrar evidencias de las cosas que intentamos desenmascarar.
IA”
Debemos de encontrar a Isidro
Armantero y averiguar lo que está ocurriendo. A parte de la promesa de eliminar
nuestra persecución nos entrega diez coronas de oro a cada uno de nosotros.
Sabe que al parecer unos cultistas visitan la posada del vidente y que debemos
contactar con los cazarratas de la ciudad, eso lo último que estaba haciendo
Isidro. Parece el mismo proceder de los skavens que atacaron a los enanos.
Cogemos el dinero y nos vamos a informar a Barak …..
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