viernes, 20 de enero de 2012

Capitulo I

Middenheim;
Han pasado dos semanas desde nuestra investigación sobre Hannah Fleischer, hija de un carnicero local. La niña no ha sido encontrada, ni tampoco Hans el joven estudiante, y pretendiente. Tanto el carnicero como todos los de sus negocios han sido ajusticiados por pertenencia a las hordas del caos. Middenheim ha sufrido un duro golpe, ya que sus ejércitos han sido alimentados por carne corrupta durante días, quién sabe si meses. Muchos de los soldados han sido mancillados por la mano del caos y han sufrido un grotesco cambio en su organismo, transformándose en horribles engendros de Nurgle. Aunque descubrimos gran parte de la trama, no fue suficiente, llegamos demasiado tarde y no pudimos detener a Emil Stark. La Faustschlag tardará tiempo en recuperarse.
Desde entonces, los rumores sobre un nuevo mal no cesan. Los pobres, los enfermos y los desprotegidos ven la mano del Caos detrás de todas las muertes, allá donde mire, la plebe ve a un enemigo. Desde Altdorf han llegado noticias en las que el Emperador, ¡que Ulric guíe su juicio!, ha llamado a la corte a los condes electores, según el rumor más extendido planea asestar el que será el último golpe a las Hordas del Caos que invadieron el Imperio. En las cercanías, los viajeros que llegan a la ciudad hablan sobre los ataques que han sufrido por el camino imperial, asaltantes, bandidos, nada extraño, pero los ataques de mutantes y hombres-bestia, de manera tan abierta no son nada normales. Todo el mundo teme que las bandas dispersas del enemigo se hayan reagrupado en el Drakwald y estén preparando un ataque devastador contra la Ciudad del Lobo Blanco. Todas estas noticias no ha servido sino para acrecentar los miedos.
Barack Gurnisson, un enano portador de runas; Thomas un cazador de ratas de la ciudad; mi buen amigo Eddrick Skombros y yo, seguimos reuniéndonos una vez por semana en la vieja taberna del Lobo Sediento (recuerdos pendencieros, de alcohol y mujeres vienen a mi memoria, los cuales elimino rápidamente, todo ello pertenece a otra vida, a otra persona, todo ha cambiado….). Cada vez que nos reunimos el regusto amargo de nuestro último trabajo nos persigue y nos ponemos al día sobre noticias y rumores que nos pongan tras la pista del paradero de la pobre chica desaparecida, si al menos aun pudiéramos encontrarla….
Esta noche, Barack nos cuenta que ha escuchado que una niña ha desparecido en las cercanías de la ciudad. Una compañía de hombres armados que se encontraba camino de Altdorf fue atacada por un grupo de asaltantes y una doncella de alta cuna, a la que escoltaban hacia la capital, fue raptada. Todo esto ha ocurrido a día y medio de aquí. La zona del ataque se encuentra dentro de los dominios del condado de Ander Steiger, un noble de la zona. Pensamos que puede estar relacionado con nuestro caso, ¿otra niña desaparecida? Puede que sea casualidad, pero debemos averiguarlo.

Antes de partir, Me presento ante mi Orden para pedir permiso para salir de la ciudad y pernoctar en el exterior, mientras mis amigos se pertrechan con algunas raciones y algo de abrigo, para el camino que nos espera. Tras esperar cerca de una hora a ser recibido por mi superior, Sumo Sacerdote de la Orden del Lobo Aullante, Matías Weschenfeller, éste me recibe en audiencia junto al anciano padre Blind Odo, les informo de nuestras sospechas y de mi intención de acompañar a mis amigos siempre y cuando me sea concedido el permiso.
Se produce un largo silencio en el que ambos superiores cruzan miradas, entonces el sacerdote de más edad se estremece y comienza a hablar con una voz seca y ronca.
-Fue terrible- comienza a relatar el Padre Odo - De repente, la oscuridad habitual de mis ojos despareció, y me encontré en un bosque oscuro y profundo. Delante de mí se alzaba una gran piedra, en lo alto de un montículo de hierba. Alrededor de su base se amontonaban cientos de cráneos y huesos. Mientras miraba, la sangre comenzó a caer desde la parte superior de la piedra, corriendo por sus lados y empapando el montículo. La sangre comenzó a brillar con una luz roja, como si fuese fuego, y el suelo comenzó a temblar. Por último, el montículo se abrió  y descubrió a un hombre alto, vestido con una armadura negra, en el escudo llevaba la marca de Khorne, el sangriento Dios del Caos. Alrededor de su cuello, en una pesada cadena de hierro negro, colgaba un cráneo de bronce con cuernos. La misma luz roja salía de sus ojos, como si estuviera vivo (o mejor dicho como un no- muerto).Traté de rezar a Ulric para que me diese fuerza y protección, pero mis labios no se movían. Caí al suelo ante la mirada de esta terrible abominación. Entonces, se dirigió a mí, estoy seguro de que era el cráneo el que hablaba, y no el guerrero, porque vi como su mandíbula se movía. Dijo, “¡Voy a ser libre!"
El Padre Odo se estremece de nuevo, un escalofrío recorre mi cuerpo, parece como si de repente la temperatura de la estancia hubiese descendido, como si el mismísimo Ulric ratificase las palabras del Padre Odo con su presencia.
-Ahora puedo sentir su presencia-  añade con una voz débil. -¡Es como si esa abominación me estuviese mirando!
-Gran parte de nuestro ejército está fuera de Middenheim o ha sido destruido durante el asedio.–  Dice apesadumbrado Weschenfeller que se levanta del sillón y continúa con más ánimo.-Aun así el propio ArUlric ha dictaminado que un escuadrón de Caballeros del Lobo Blanco parta inmediatamente de Middenheim y se interne en lo más profundo del Drakwald con la misión de encontrar y destruir a esta abominación. El Padre Odo les acompañará. Estamos seguros de que el lugar que vio se encuentra en algún lugar del Drakwald y cree ser capaz de guiarlos hasta él, a pesar de su ceguera.- Tras una eterna pausa en la que el Sumo Sacerdote Ulricano clava su penetrante mirada en mí como si estuviese escrutando mi interior, frunce el ceño y continúa. -El Comandante Schutzsteiner habla muy bien de ustedes y nuestra situación es desesperada. Debéis encontrar esa chica e intentar averiguar si tiene alguna relación con las visiones del Padre Odo. Mientras tanto, nuestros investigadores tratarán de descubrir cómo se puede destruir esa cosa o al menos cómo expulsar la devuelta a su mundo. Que Ulric guíe vuestros pasos.-
Tras meditarlo unos minutos deciden que sería conveniente que alguien perteneciente a la Orden de Ulric y a la vez prescindible a ésta, investigue la desaparición de la niña, pues piensan que puede estar en relación con los casos que ocurren en Middenheim. Me comentan que  deberé de anotar minuciosamente todos nuestros pasos a fin de demostrar que hemos obrado correctamente.
Mientras nos alejamos a pie de Middenheim conversamos con algunos de los campesinos y mercaderes que se dirigen en abarrotadas carretas tiradas por bueyes a la ciudad para intentar vender sus mercancías en la marketplatz.. Barak habla con algunos viajeros y recaba alguna información, que junto a la que yo voy obteniendo nos van dando datos sobre lo que ocurre en los condados circundantes a la gran ciudad del Lobo Blanco. De esta forma llegamos a saber que  sir Naton Lugus se dirige a Altdorf, a participar en un torneo que se celebra en la capital en honor al Emperador , ¡bendito sea!. Sir Naton continua soltero, y es  un caballero muy hábil con la espada, no como su hermano.

Nuestro caminar nos dirige hacia el sur, es tranquilo, incluso luce un buen día aunque el frío del invierno todavía duerme los campos, los labradores que quedan, los que no están siendo reclutados por sus señores en esta calma antes de la tempestad, preparan sus campos para la próxima siembra. Al medio día llegamos a una posada, paramos para almorzar, las raciones de viaje que portamos las reservamos para cuando no podamos comer caliente, o por si nos debemos de adentrar  en el espeso bosque.

El edificio es reciente, de dos plantas, hecho con grandes troncos de madera, probablemente edificada sobre las ruinas de la antigua posta que fue derruida durante la invasión del Caos. En un edificio contiguo se encuentran las cuadras donde hay nueve caballos protegidos por armaduras de anchos pechos y patas musculosas. Una vez en el interior de la posta, buscamos el calor del fuego, e intentamos llenar nuestros estómagos, aunque sea con un plato de gachas calientes, que con el frío del exterior dan vida a nuestros cansados cuerpos. En la posta se encuentra un variopinto grupo de parroquianos, pero nos percatamos en un grupo que parece estar de paso. Ocupan unas mesas al fondo de la posada, son un total de siete hombres fornidos, vestidos con piezas de armaduras de gran valor. Es un grupo vario pinto, tres imperiales comparten mesa junto con dos tileano, un kislevita y un bretoniano. Tienen aspecto de haber estado en combate hace poco pues parecen magullados y algo desastrados en sus vestimentas. Creemos que se tratan de un grupo de mercenarios.

Barack es el primero es abandonar nuestra mesa y dirigirse hacia la barra de la posada, pide un gran número de jarras de cerveza y se acerca a la mesa, donde los soldados mantienen alegres conversaciones, y juegan a los dados. Se percata que algunos de ellos hablan en tileano, y que otro de ellos, un enorme y robusto norteño, es kislevita. Y saluda efusivamente a nuestro amigo, sus camaradas de armas parecen recelar un poco ante la visión del enano, pero parece no que no se lo han tomado a mal.

-Vamos hacia el sur, ¿es peligroso el viaje?- pregunta Barack ofreciendo la cerveza que llevaba en las manos.
-Los caminos son peligrosos, en esta época todo el mundo se ha vuelto loco.- responde el kislevita apurando la jarra de un gran trago.
-Hemos oído que han secuestrado a la hija de un noble de la zona.- interroga sutilmente Barack, mientras realiza un nuevo brindis.
-¿La niña? Si que corren los rumores.- carcajea el norteño, a la vez que sus compañeros perecen estar incómodos por su respuesta y le atizan con una mirada de desaprobación.
-Podemos ayudaros.- se ofrece el enano.
-¡Calla de una vez idiota!- le increpa uno de los tileanos -si sigues hablan do nuestra reputación caerá por los suelos.-
-¡Dejadme en paz!- dice el nórdico que se levanta bruscamente haciendo caer su silla al suelo y se va hacia la barra a seguir bebiendo.-No queremos ninguna ayuda.-contesta el bretón. -Nuestro jefe ya está solucionando este entuerto. Largaos.- el bretón que forma parte del grupo se levanta.
-¿Ayudarnos?- se ríe uno de los tileanos.
-¿Reputación? ¿Quiénes sois? Me llamo Barack.-
-Yo soy Igor Kassarev.- responde muy efusivamente.
-Hace poco estuvimos buscando una niña y queremos averiguar si se trata de la misma.- responde Barack. En ese momento, el enano se percata como otro de los tileanos le susurra en su idioma algo, y el bretón deja la conversación y se reúne con el grupo. Ante la imposibilidad de poder conversar con el resto del grupo presente, Barack invita a Igor a un par más de jarras de alcohol frente a la barra donde trabaja el tabernero. El resto del grupo observan con precaución y no parecen muy contentos.
- Los vinos del señor Steiger son muy buenos caldos.- sentencia el kislevita.
-¿Has probado la cerveza enana? ¡Salud!-
Mientras esto ocurre, dos tileanos de semejante parecido, hablan entre ellos. Creo que son gemelos.
El enano sigue con una jarra en la mano y continua bebiendo tras tomar se unos tragos de esa bebida negruzca que el posadero vende como cerveza y que no llega ni a meados de goblin.
-El señor Steiger nos había contratado para acompañar a su única hija a Altdorf, pero la perdimos y fuimos derrotados. No sabemos ni por quién, ni cómo. Te juro que no estaba borracho aquel día. Ninguno recordamos nada de lo que pasó.- en su palabras, el kislevita muestra estar avergonzado -Nuestro jefe, Stefano Lacarta está intentando arreglar el entuerto.
-Y la niña, ¿cómo era?- pregunta Barack, atento a la conversación.
-Era una doncella de unos 16 años, muy bella y culta, morena de ojos verdes claros.- En ese momento son interrumpidos por el bretón, que obliga a su camarada a volver a la mesa donde se halla en resto de la cuadrilla.
Entretanto, Eddrick me comenta que un lugareño le ha dicho que la zona está plagada de bandidos, se han vuelto muy osados. Hay cadáveres de hombres armados a pocos días de aquí, comida para cuervos. Hay un hombre encapuchado sentado cerca de la entrada dicen que es uno de los bandidos. Por mi parte me he descubierto que soldados pertenecientes a la casa Steiger entraron arrasando en las tierras de la  Casa Dannet.  Pero el joven Adam Dannet los repelió. Aún así, mataron a muchos granjeros y a personas inocentes, entre ellos mujeres y niños. Destrozaron unas cuantas aldeas. El joven Adam, viendo que era incapaz de parar los asaltos de los Steiger ha partido en dirección a Altdorf, para presentar su caso ante el Emperador ¡loado sea! Lleva consigo un escudo como prueba de tan viles acciones.
Tras almorzar tranquilamente la camarera nos dice que encontraremos otra posada a medio día de viaje, si nos damos prisa llegaremos antes de que anochezca. El grupo de mercenarios se encuentran sentados en el exterior de la posta, parecen estar esperando a alguien. Recogemos nuestro escaso equipaje y nos disponemos a partir. Todo aquel que comparte nuestro camino avanza deprisa y en silencio, dicen tener miedo a un asalto de los bandidos durante la noche. Empieza a oscurecer y no hay rastro alguno de posadas o refugio, hace ya largo rato que no vemos a nadie más en la calzada, quizás deberíamos de haberle preguntado a la camarera si se refería a mediodía de camino a pie o acaballo. Cuando empieza a caer el sol, descubrimos como en mitad del camino se alza una columna de humo y el resplandor de un pequeño fuego. Eddrick se adelanta, y sigilosamente a apresta a averiguar que hay junto a ella. Al aproximarse, entre las sombras que proyecta el fuego en el forraje del bosque, es capaz de discernir un grupo de cuatro hombres cocinando junto al fuego, y junto a lo que parece una tienda de lona.
Nos acercamos, ¡que Ulric nos guíe! Cuando nos ven, parece que nos hacen una señal a forma de saludo. Es justo en ese momento, ante nuestra sorpresa, que lo que parecía una tienda se alza lentamente y avanza en nuestra dirección. La tela se va desplazando y deja al descubierto una bestia  de tres metros, su piel es de color ceniza y cada uno de sus brazos son más grandes que Barack, debajo de un tabardo azulado  enorme abulta una inmensa panza redondeada en la que cabría una persona adulta. Una desmesurada cabeza se gira hacia nosotros olisqueando, de su boca sobresalen unos desproporcionados dientes con restos aun de su ultima comido, incluso a más de cinco metros su pútrido aliento nos hace retroceder, aunque quizás ser el primer ogro que vemos de cerca también haya ayudado. En el extremo de sus manazas sostiene en alto un garrote del mismo tamaño que Eddrick. Olisquea el viento.
- No Rokatanski, son amigos, baja el garrote.- el ogro parece responder a las órdenes de los humanos reunidos en torno al fuego.
-Soy Kiefer.- me presento aún sobrecogido por la presencia del ogro.
Walter Lhontern, parece ser quién comanda el pequeño grupo de hombres armados, nos cuentan que han parado para hacer noche. Que estos son los terrenos de su señor, y que podemos descansar tranquilos, pues su señor es lord Ander Steiger. Nos ofrecen un lugar junto al fuego, y un plato de comida caliente. Mientras nosotros hacemos acopio de unas gachas y un poco de carne de caballo asada. Tenemos que ver el dantesco espectáculo de ver como el ogro termina con el resto de equino.
Barack pone en la conversación el tema de la niña desaparecida. Y que nos gustaría poder hablar con el señor Steiger.
-El destino parece que a veces juega con nosotros. Íbamos en dirección a Middenheim en busca de gente adecuada para que nos ayudara en encontrar a la hija de nuestro señor. Os podemos pagar 200 Karls si nos ayudáis a encontrar a la pobre Illesia, y una vez que esté a salvo, partir y acompañarlo durante todo el viaje a Altdorf. ¿Están dispuestos?-
-Sí.- digo en nombre del grupo.
-La doncella se llama Illesia Steiger, y ha sido prometida en matrimonio con el primo de uno de los condes electores. En Altdorf será la presentación de la pedida de mano. Díez hombres de arma de alquiler que parecía competentes debía de protegerla, pero la perdieron el primer día en el que estuvo a su cargo. Y ahora se justifican diciendo que olvidaron todo cuanto les pasó.-
-¿Dónde?- pregunta Barack.
-Según lo que cuenta el condotteri de los mercenarios, fue en una pequeña aldea cercana a un cementerio. Dicen que pasaron la noche allí, y que la perdieron. A dos días al sur. La aldea pertenece al señor Steiger.-
-¿Y qué ocurre con los Dannet? Pudieron ser ellos.-
-Ellos no. Son unas víboras, esos bastardos, el propio Adam Dannet repudió a la heredera. Su padre Alfred Dannet aprobó el matrimonio de Illesia con su hijo mayor Sofred. Pero cuando éste murió, y se le ofreció la mano de Illesia a su segundo hijo, Adam, éste la repudió. Ahora él es el heredero de la casa por encima de su hermana mayor Isid. También nos cuentan cosas acerca de los vecinos; al sur se encuentran los terrenos de la familia Lugus, el patriarca de la familia Conrad tiene dinero, pero su familia está venida a menos, tiene tantos hijos, 11 en total, que se matan entre ellos por ser herederos de la familia.-
Llegado este momento, Walter saca papel y pluma, y comienza a escribir un pergamino, que una vez redactado, nos muestra y resulta ser un contrato. Además de ello, de un cofre que cargan con ellos extrae un par de bolsas que contienen un gran número de monedas, 200 Karls nos dice Walter.- con esas palabras los ojos de Barack se abren de tal manera temo que se le vayan a caer tras haber escuchado la palabra oro tras esa cifra. Coge el contrato y lo introduce en una de las sacas de monedas y se las entrega al ogro, –Cuando llevéis a Illesia a Altdorf se las entregas.- y dirigiéndose a nosotros nos dice. - Tres de mis hombres os acompañarán, además de Rokatanski.- 
-Trato hecho.- dice atropelladamente el enano con una sonrisa de oreja a oreja.  Por un momento empiezo a pensar si hemos hecho bien en aceptar este acuerdo.
Pasamos la noche, junto al fuego, acompañados por los hombres de la casa Steiger. En la madrugada Walter habla con Rokatanski y le instruye, pero no me entero de lo que le dice y a continuación abandona la zona, él sólo se va.
Al amanecer emprendemos la marcha, acompañados por los hombres fieles a Steiger, incluido el Ogro.
-Tienes las bolsas con las monedas- le pregunta Barack a Rokatanski, intentando que el ogro nos deje su custodia a nosotros.
-Al trabajo.- gruñe el ogro a modo de respuesta. Tras ello, Barack decide que es mejor no importunar mucho al ogro.
-Rocatanski cuando era pequeño como tu amigo Barack, señor Steiger me adoptó.- me cuenta el ogro a algunas dudas que tenía acerca de la lealtad de dicha criatura.
Mientras continuamos camino, los compañeros del ogro nos relatan como el primer compromiso de matrimonio de Illesia con Sofred Dannet se rompió por la muerte del prometido semanas antes de la propia boda. La pedida de mano que se efectuó dos años antes se festejó, pues trajo paz entre ambas familias. Pero ahora la cosa ha vuelto a enrarecer, pues Adam repudió a Illesia. También nos cuentan sobre otro de los vecinos, la Casa Lugus, nos comentan que Naton Lugus el heredero, ya gobierna sobre sus terrenos, pero que no saben cuánto durará hasta que alguno de su hermanos acabe con su vida.
Con la llegada del mediodía, nos acercamos a una zona de granjas, que han sido quemadas. Buscamos entre los rescoldos si hay algún superviviente. Lo único que encontramos son varios cadáveres de hombres de campo. Además encontramos un hombre de armas fallecido, con el brazo izquierdo fracturado portando un escudo, el blasón se compone de una granada partida por una flecha roja, que rápidamente identifican con el blasón de la Casa Dannet. El lugar es una completa masacre, cadáveres de animales y hombres se mezclan columna de hilachos de humo, en donde el fuego no se a extinguido por completo. Eddrick se toma su tiempo y rastrea los alrededores de la pequeña comunidad, y nos alerta de haber encontrado un pisadas, se asemejan a las del ganado vacuno, pero de mayor tamaño y profundidad.
- Un minotauro – sentencia Eddrick, y se apresura a seguir el rastro dejado, se adentra en el espeso bosque, las huellas parecen dirigirse hacia el norte. Eddrick intenta continuar el rastro pero poco a poco las va perdiendo hasta que finalmente llega un punto en el que no sabe por dónde continuar. Debatimos por un momento si debemos continuar buscando al responsable de las huellas, o debemos continuar nuestro camino hasta la aldea donde desapareció Illesia. Finalmente, ante las presiones del ogro – Al trabajo.- continuamos camino hacia el sur.
Tras un camino que se hace algo más agradable tras encontrar los restos de la matanza anterior, finalmente, tras subir una colina localizamos la aldea donde los mercenarios comentaron que perdieron a Illesia. El lugar son apenas cuatro construcciones rodeando un pozo de agua, y a su vez rodeado por cuidados campos de cultivo. Da la sensación de que la Tormenta del Caos no ha llegado a este rincón. A simple vista parece que no hay actividad, así que decidimos acercarnos, tomando precauciones ante una posible emboscada. Cuando empezamos a adentrarnos en la pequeña comunidad, encontramos, que el centro, junto al pozo de agua hay sentado un hombre. A simple vista parece demacrado y está en parte desnudo, solo cubriéndose con una desgarrada túnica. A sus pies, reposa los restos de una armadura. Al acercarnos más, observamos que en su mano derecha lleva una daga. Le saludo, pero no obtengo respuesta, parece ido. Con dificultad conseguimos nos hacemos entender con él.
-¿Quién eres, qué haces aquí? - le interroga Barack, en ese momento vuelve la mirada hacia atrás, un gesto de terror parece dibujarse en su rostro.
Observo como levanta la daga y temo por un momento que se abalance contra nosotros, pero en lugar de eso, se realiza un corte en su antebrazo izquierdo. Me percato de que ya lleva otros dos cortes más. Barack alza su ronca voz, intentando que se concentre en la conversación, y de un rápido movimiento se apodera de la daga.
-El silencio.- balbucea el demente.
-Quién te habla- le interroga Barack, parece que está completamente ido, se vuelve y mira a un punto en el horizonte con terror; lo buscamos con la mirada. No hay nada.
-El silencio.- vuelve a decir totalmente aterrado.
Por un momento empiezo a estar harto de esta situación y desenfundo mi mazo y le amenazo para que cuente donde está la niña. Parece ignorar mi vehemencia, y continua aterrado por algo que supone está tras él. Eddrick parece que se contagia del nerviosismo y intenta golpearlo con su hacha, en ese momento me percato de la situación e intento detener el golpe del leñador, e intento calmarlo, más que a él, intento recuperar yo mismo la calma. En ese momento, el loco parece revolverse e intenta recuperar su daga, una vez la consigue se vuelve a cortar en el antebrazo. La situación nos vuelve alerta. Intento arrebatarle nuevamente del arma, forcejeo con él, y en eso momento le arranco la túnica y descubrimos con asombro que tiene el resto del cuerpo cubierto de sangre, cientos de pequeños cortes, al igual que los que tenía el antebrazo, cubren su piel.
-El silencio.-
Lo dejamos en su locura e intentamos encontrar en aquel lugar cual puede haber sido la causa de volver a un antiguo clérigo de sigmarita en demente como el que hemos encontrado. Me apresuro a cogerlo y llevarlo al interior de una de las casas. Una vez el clérigo ha entrado, parece calmarse  y es más coherente con lo que dice, intento hablar con él, mientras el resto revisa la zona. Intento limpiarle la sangre y hacer algo con los cortes que presenta.
-Me llamo Klaus Koverton- vuelve a decir, más calmado, mientras lo atiendo de su heridas. -Soy de Stapelhügel en Middenland.-
-Y ¿la niña? Dónde está.- le pegunto
-Se la llevaron. El silencio.-
-Adónde. -
-Lacarta ordenó pasar aquí la noche. Luego aparecieron y se la llevaron.- responde Klaus.- Él no se ha ido. El silencio.-
-¿El silencio te ordena que te cortes?-
-El silencio.-
Entre tanto Barack y Eddrick revisan las casas, y descubren que todas ellas han sido saqueadas. Además, movidos por la curiosidad se acercan al lugar hacía donde el clérigo miraba, allí encuentran un gran número de pisadas de caballos, Eddrick afirma que son de hace un par de días, al menos. Barack también descubre que quien quiera que hiciera esto, ha envenenado el pozo arrojando los restos de una cabra. Así mismo, nos quedamos con el equipo que portaba Klaus, cota de malla y peto de calidad, pero magullados y golpeados en combate. Eddrick sigue buscando en los alrededores, no quiere dejar desprotegido el lugar por si vamos a pasar la noche en él. Va siguiendo  los rastro de alimañas, y adentrándose en el bosque encuentra un enorme caballo muerto, tiene una pata rota y múltiples heridas de arma blanca, se apresura a registrarlo y encuentra cuerdas, mantas, papel, un yesquero, bolsas con joyas y monedas, raciones de comidas, así como ungüento y pociones de curación entre la ropa con símbolos clericales. Que rápidamente afirmo que pertenecen a la iglesia de Sigmar. Ante éste encuentro, seguimos buscando, y alejado de este primer resto, encontramos otro equino muerto, Eddrick dice que sus herraduras son distintas a las que encontró en la comunidad. Junto al animal muerto encontramos restos de armas, entre ellas una espada con una empuñadura labrada con forma de lobo, en un material que bien pudiera ser jade, el trabajo es muy refinado. El símbolo del lobo además de ser el emblema de Middenheim, lo portan muchas casas nobles en la región, sin ir más lejos en el tabardo que portan los hombres de la Casa Steiger también aparece las fauces de este animal. El  ogro se apodera de los caballos, y dice que serán su cena y desayuno, parece que nadie está dispuesto a contradecir a esta bestia.
Decidimos que es mejor pasar la noche bajo techo en una de las casas de la aldea, tememos que el lugar no sea seguro del todo, así que nos proponemos, y formamos turnos de guardia. Eddrick incluso sitúa algunas trampas ante la posibilidad de ser sorprendidos esta noche. Y parece que no iba desencaminado, pues a mitad de la noche un ruido me desvela, y rápidamente nos levantamos y corremos a ver qué ocurre. Encontramos a Eddrick, de pie, era su turno de guardia, está exaltado y su respiración en muy fuerte, está cubierto de sangre. Le preguntamos qué ha ocurrido y parece que no se acuerda de nada, dice que no ha pasado nada durante su guardia. Me acerco a atenderle, a simple vista parece no tener ninguna herida, tras un reconocimiento más pausado, no encuentro ninguna brecha. La sangre debe de ser de otra persona. ¿Pero quién ha podido ser? En el exterior no hay nadie, ninguna de las trampas ha saltado. Seguimos alerta, y decidimos que es mejor permanecer la vela por si ocurre un nuevo incidente.
Ya con la llegada del nuevo día, Eddrick sale rastrear la zona, y descubres sus huellas en lo que parecen sus movimientos de combate, pero él afirma no recordar haber salido. Mientras desayunamos, preparamos nuestros equipajes para emprender el camino. Al enterarse Klaus, se niega a salir, pero aún pese a su oposición, le obligamos a venir con nosotros.
Nuestro destino una pequeña aldea cercana, así que guiados por los hombres de Steiger continuamos la marcha. Aún no habíamos avanzado mucho, cuando en las proximidades del camino escuchamos el relincho de un caballo. Nos apresuramos a investir, y descubrimos a un grupo de tres personas y dos caballos que están detenidos en la lindera de un sotobosque. Parece que nos oyen llegar, pues uno de ellos se pone en pie, y desenfunda sus armas, señal de sentirse amenazados. Uno de ellos está herido, le falta la mano izquierda, el muñón sangrante lo tiene cubierto con un vendaje. Por la indumentaria, las armas y los sombreros de ala ancha, parecen cazadores de brujas.
- Jajaja,- ríe uno de ellos, -nos extrañaba no volver a veros.- todos ellos llevan un parche en el mismo ojos, en este caso el derecho. Al vernos parecen relajarse, y comienzan a bajar sus armas.
- La última vez eráis seis, creo que todavía no ha llegado la hora.- dice el que está herido.
-No nos conocemos.- les digo, creo que se han confundido.
-Amigo Kiefer cuantas cosas hemos vivido para que nos digas esto.- contesta otro de ellos.
-Te confundes todavía no es el tiempo.- le recrimina el que parece ser el líder, Wilfred Torehbud, junto a él, el más joven de los tres Julian Tennann, y el herido responde al nombre de Jack Harhness.
-Combatimos contra hombres-bestias hace dos noches, nos sorprendieron. Ya lo sabéis- comenta Julian.
-No, todavía no lo saben.- le interrumpe Torehbud.
-Seguíamos a un grupo de mercenarios, llevaban consigo a una doncella.- les comenta Barack.- La llevaban a Altdorf.-
-Los hombres-bestia les atacaron para raptar a la doncella, pero es pronto para que os lo diga.- responde Torehbud
-Klaus afirma que quien les atacó fue el silencio. Qué es el silencio.- vuelve a hablar Barack.
-El silencio es el silencio.- responde de forma escueta el líder de los cazadores de brujas.
-Puedo curarles esas heridas.- me ofrezco.
-No te molestes ya es la última vez que nos veamos, y la primera, ya nos olvidareis cuando nos volvamos a ver.- responde el líder a mi ofrecimiento.
-Entonces ¿qué hacéis aquí?- les vuelvo a preguntar.
-Seguimos a un culto adoradores de Tzeentch, pensábamos que lo encontraríamos en Middenheim, pero huyeron de allí.-
-¿El silencio es parte de ese culto?- interrumpe Barack.
-No, es algo mayor.-
-¿Cómo podemos ayudarles?- pregunto.
-Para poder vencer al silencio, es importante que cada uno de nosotros siga su camino.-
-¿Cómo lo sabes?- interroga Barack.
-Porque es la última vez que nos vamos a ver. El culto está interesado en la muchacha, llevan tiempo siguiéndola, desde casi hace seis meses. La niña es un instrumento, la utilizarán para llegar a la Corte, al Emperador.
-La doncella iba camino Altdorf.- respondo.
-Te equivocas, la tienen en un cementerio, tenemos que llegar antes de la noche.- comenta Wilfred.
En ese momento de entre la espesura, sin oírlos debido a que estamos concentrados en la conversación, surgen un grupo de seis hombres bestias encabezados por un gigantesco minotauro. Cargan contra nosotros, Rokatanski se encara contra el minotauro, los demás hacemos frente contra el resto. Los poderosos golpes son casi imposibles de detener, escuchamos gritos y las descargas de las armas de fuego de los cazadores de brujas.
-Huid, sois necesarios en otro lugar, no aquí.- grita Wilfred en mitad del combate, -nosotros nos encargamos de ellos.-
Pese a sus órdenes, no voy a huir de este combate, y al igual que yo, el ogro permanece haciendo frente a las embestidas de la enorme criatura del Caos. Nuestros golpes parecen no hacer daño, en cambio los suyos son imparables. De pronto el ogro caer, una gran brecha le ha abierto la cabeza, el minotauro no se detiene a comprobar si sigue con vida y carga contra el grupo que forman los cazadores de brujas. Eddrick y yo conseguimos hacer caer nuestros enemigos y acudimos al auxilio de los compañeros que permanecen enfrascados en combate. Acudo a la ayuda de Barack, y entre los dos conseguimos hacer caer a la bestia. En ese momento, Jack Harhness corre en dirección donde se halla Barack, le entrega algo con la mano,-¡Iros ya!- y seguidamente desenfunda su arma y carga contra la enorme bestia que continua en pie.
El enorme minotauro golpea a Jack, que yace muerto a causa del golpe. Wilfred es el único que permanece el pie, incluso nuestros aliados de la casa Steiger han caído bajo las hachas de las terribles bestias. Una nueva embestida de la criatura hace que el cazador de brujas caiga. En ese momento, se vuelve, olfatea el aire, y carga contra nosotros. A dura penas, tras recibir varios golpes entre todos podemos reducir al engendro y hacerle morder el polvo.
Compruebo que el ogro continúa con vida, le atiendo la herida, de la que le quedará una fea cicatriz cruzará ahora la fea cara del ogro,
Me acercó al cuerpo de Wilfred, parece que aún continua con vida, intento aplicarle unos cuidados, pero parece que su destino ya está escrito en los brazos de Morr.
-Corred insensatos, debéis encontrar la niña antes de que anochezca.- balbucea entre esputos de sangre, y un último aliento con el que escapa su vida.
Corremos en dirección al cementerio...