martes, 24 de abril de 2012

Capitulo VII


Cuando entran en la habitación encuentran a Barak con el parche puesto en el ojo izquierdo y cara de preocupación. Gotthold tiene otro de los parches en el cuello preparado para taparse un ojo, junto a éste último se encuentra Illesia, sentada en una silla, con una falsa sonrisa en los labios y las manos a la espalda, engrilletada.
-¿Qué ocurre?- pregunta Kiefer.
-Antes de comprar pasaje en ese barco que va a Altdorf deberíamos discutir algunos asuntos.- dice muy serio el enano.
-No estamos solos.- dice Gotthold que se ha puesto el parche y señala a una esquina de la habitación. –Deberíais desenfundad vuestras armas.- añade empuñando su maza con ambas manos.
Al mirar hacia donde señala el mercenario todos pueden ver al horrible ser que ellos mismos llaman “El Silencio”.  De aspecto humanoide, apenas se percibe un rostro en su cabeza, tiene dos enormes ojos negros y lleva puesta una especie de túnica de color negro. Cada vez que una persona deja de mirarlo fijamente olvida todo lo relacionado con él, permaneciendo de esta forma invisible a los ojos (o más bien a la memoria) de todo el mundo.
-¿Por qué ?- pregunta Kiefer que de repente recuerda todos los encuentros que ha tenido con esta criatura incluida su conversación.
-¿¿ ¡Eso de ahí te parece normal!!?- contesta el enano.
-Quizás no sea un enemigo. En la posada hablé con él, me dijo que llevan aquí mucho tiempo antes que nosotros, que debemos proteger y llevar a la niña a Altdorf.
-¡Para que la niña mate al Emperador! ¡Lleva un demonio en sus entrañas que m atará al Emperador!- Interrumpe alarmado Gotthold.
-La niña es importante, hay que protegerla, de eso estoy seguro. Es algo que siento desde mi interior.- Dice Kiefer.
-Dame el parche.- le ordena Gotthold a Thomas que se lo había puesto durante la discusión y miraba atónito la esquina de la casa y a Illesia. –Compruébalo por ti mismo iniciado.- le dice mientras le lanza a Kiefer el parche.
Al ponerse el parche Kiefer ve lo que le dicen sus compañeros. Desde la periferia de su visión vislumbra a un extraño ser de aspecto maligno, de unos tres metros de altura, tiene el pelo largo empapado en sangre, su boca está repleta de dientes afilados y en las cuencas vacías de sus ojos brilla un tenue resplandor verdoso y unas pequeñas espirales de humo escapan de ellas. De los hombros le salen dos apéndices flexibles que acaban en algo parecido a una afilada hoja de guadaña, bajo estos salen dos largos brazos y de sus dedos penden unos hilos que parecen manejar a la pobre Illesia cual titiritero a su muñeco, en el vientre de la niña se está gestando una extraña criatura también manejada por los hilos de este ser. Cada vez que intenta mirar directamente a este ser, desaparece de su visión como si nunca hubiese existido.
-¿Qué demonios es eso?- exige Kiefer a la criatura que llaman “El Silencio”.
-Es un terror primigenio.- contesta con voz carente de emoción.
-¿Al igual que tú?- el ser guarda silencio. -¡Contesta maldito seas!-
-¿Qué pasaría si le corto el cuello?- amenaza Gotthold que se ha  situado junto a la cautiva le ha puesto un cuchillo en la garganta.
-Debes protegerla.- contesta impasible “El Silencio”.
-Nos contrataron para llevar a Illesia a Altdorf, llevar a un títere del caos  para que se case con el Erario de Nuln.- dice Barak incorporándose en su lecho. -¿No te parece sospechoso que a un evento tan importante no asista su padre? Más aún si tenemos en cuenta que irá gran parte de la nobleza del Imperio y ella es su única heredera.- Y sentencia.-Hay que matar a la joven.-
-¡No!- responde Kiefer. –Si solo es una marioneta hay que liberarla, no matarla. Ella es importante.-
-¿De qué coño habláis?- interrumpe Eddrick.
-Ponte esto.- dice Kiefer a la par que le da  el parche de los cazadores de brujas sigmaritas que se había puesto.
-Nadie hará daño a Illesia.- dice tajante Rokatanski.
-Llama a tus superiores, clérigo, y que decidan ellos.- dice Gotthold. –Que la quemen en una hoguera.-
-Liberarla y si no es posible…matarla- contesta el enano. –Además no se qué hacemos discutiendo esto delante de esta criatura, ¡acabad con ella de una maldita vez!-
-¿Y si no es un enemigo? ¿Y si….?- las preguntas de Kiefer se ven interrumpidas por el grito de Eddrick que enarbolando su pesada hacha asesta un potente golpe a la criatura que llaman “El Silencio” que no hace nada por defenderse y cae muerta al suelo. El “titiritero” que maneja a la joven sigue  ajeno a todo lo que ocurre en la habitación. Eddrick registra el cuerpo inerte, le quita las túnicas en busca de algún símbolo o algo pero no encuentra nada.
-Busca a alguien que pueda acabar con ese mal o mátala.- Le dice Barak a Kiefer para después caer de nuevo inconsciente por el esfuerzo, a causa de sus heridas.
-¿Quién es el padre de la criatura que llevas en el vientre?- pregunta Thomas a Illesia.
-No se dé que me hablas. Os habéis vuelto todos locos.- Contesta.
- Será mejor que te pongas esto.- le dice Kiefer al ogro a la vez que le tiende el parche que llevaba puesto Barak hasta hace un momento. Rokatanski se pone el parche y tras digerir lo que ve, se levanta y con su garrote golpea por encima de Illesia, justo donde debería de encontrarse el titiritero. Pero su garrote choca estrepitosamente contra la pared.
Gotthold coge impulso con su maza e intenta estamparla contra la cara de Illesia. En el último momento el arma parece detenerse, como por arte de magia, a escasos centímetros del rostro de la cautiva, los brazos y rostro del mercenario reflejan una enorme tensión, aunque su cuerpo no se mueve ni un ápice. Todo el mundo mira estupefacto a Gotthold que lucha con todas sus fuerzas para golpear a la joven. Kiefer le hace un placaje al mercenario y ambos caen rodando al suelo. Thomas contempla la escena inmóvil con las pupilas muy dilatadas.
De pronto en cofre que guarda el cráneo comienza a vibrar cada vez más hasta que se encuentra dando espasmódicos saltos, lucha por liberarse de su prisión. Eddrick se lanza encima del cofre y logra a duras penas mantenerlo cerrado. Gotthold logra zafarse del abrazo del iniciado, saca un cuchillo y avanza hacia Illesia para rebanarle el cuello.
-¡¡¡BASTAAAA!!!- grita el ogro delante de la niña. El grito deja inmóviles a Kiefer y Gotthold con los huesos entumecidos a causa  del pavor que causa el ogro enfurecido. – Desármalos.- Le ordena Rokatanski al leñador que suelta el cofre, una vez que todos se han tranquilizado el cofre deja de moverse, como si la ira de la habitación lo animasen. -Debemos dialogar y avanzar.-
-Está bien.- Dice Kiefer una vez se han calmado los ánimos. –Deberíamos pedir consejo a los sacerdotes de los templos de Shallya y de Sigmar. Ellos deberían de saber cómo actuar.-
- Estoy de acuerdo.- Comenta Eddrick mientras no deja de lanzar miradas al cofre. - No podemos introducir tal engendro en Altdorf. Por cierto, si vas al templo de Sigmar pregúntales si tienen parches como estos, nos serán de utilidad.-
El iniciado busca consejo en las hermanas de Shallya pero lo que cuenta no está al alcance de sus conocimientos así que pregunta en el templo de Sigmar. Allí  le dicen que sol el Alto Capitular del Templo de Sigmar en Altdorf, Werner Stolz,  tiene la fuerza suficiente para destruir ese mal, él sabrá cómo actuar. De los cazadores de brujas sigmaritas solo saben que se quedaron un día en Delzberg y partieron al amanecer hacia Middenheim tras la pista de un culto de Tzeentch, de los parches no tienen ni idea solo que los llevaban puestos. Antes de regresar junto con sus compañeros Kiefer va al templo de Ulric para recoger al padre Odo, por el camino le va informando de todo lo acontecido. Cuando entran en la estancia donde están sus compañeros lo único que queda de “El Silencio” es una túnica gastada manchada de sangre negruzca. El ogro ha devuelto el parche al enano, que ahora lo lleva puesto y en la casa no se encuentra Thomas, al parecer salió fuera.
Kiefer cuenta a sus amigos lo que le han dicho en los templos.
-Los cazadores de brujas seguían a un culto de Tzeentch.- Dice Barak que ha recuperado la consciencia. –Nos dijeron que “El Silencio” pertenecía a ese culto. Espero que no lo hayáis olvidado.-
-Yo solo digo que puede que se equivoquen- contesta Kiefer.
-Debemos ir a Altdorf lo antes posible.- dice pausadamente el Padre Odo. –Allí el Sumo Sacerdote Adjunto del Templo de Ulric, Claus Liebnitz, nos ayudará.-
En ese momento se abre la puerta de golpe y entra el joven Thomas que intenta recuperar el aliento. Tiene los ojos enrojecidos y el habla un poco pastosa.
-Vengo de la casa de las drogas. Cuando llegué Tarshalares  me confundió con los cultistas y me condujo directamente al sótano de la casa. Allí había reunidos al menos una veintena de personas con túnicas. ¡Todas llevaban puesta una máscara  de rata! Se percataron de mi presencia y me amenazaron, escape como pude para avisaros.-
-¡Son los que buscamos!- dice Kiefer. –Debemos acabar con ellos o Delzberg será destruida junto con Illesia, el cráneo y todos nosotros. ¡Vamos!-
En la casa quedan el Padre Odo, Illesia y Barak así como el cofre con el cráneo. Gotthold accede a acompañar a Thomas, Rokatanski, Kiefer y Eddrick a cambio de otras cuantas monedas. Corren por las calles de Delzberg hasta la casa de la elfa. Al llegar a  la puerta Rokatanski saca la máscara que cogió en las alcantarillas y Eddrick se pone la máscara y llama a la puerta.
-¿Tu también?- pregunta Tarshalares al abrir la puerta, a lo que Eddrick asiente con la cabeza. Parece que el efecto de las drogas nubla su vista y parece no percatarse del resto del grupo. –Pasa, están en la planta de abajo.-
Entran en la casa mientras la anfitriona vuelve a tumbarse en el sofá y fuma raíz de mandrágora. Thomas los guía por la casa hasta unas largas escaleras que bajan a una enorme habitación. En la pared del fondo hay pintado un gran triángulo de vértices irregulares y una veintena de personas con túnicas cubriéndose la cara con máscaras iguales a la que lleva puesta Eddrick. En el centro de la estancia hay una agujero excavado en el suelo y al lado un skaven entrega una bolsita a uno de los tres humanos con el rostro descubierto, que hay arrodillados junto a él. Todos están expectantes y aguardan en silencio a que el skaven hable.
-Bien, bien, cosa-hombre líder-hombre. Foulsqueek está contento contigo. Conseguiste hacer que el espía prisionero escribiese carta a cosa-hombre Skavens odian. Pronto-pronto asesino disfrazado Eshin mata-mata Skavens odian. Aquí tienes tu recompensa, más preciado polvo de disformidad para tu plan contra iglesia Dios-hombre. Cosas-hombre siguen sirviéndonos bien, nosotros recompensar mucho mucho.-
El grupo intercambia miradas en silencio, parece que todos están de acuerdo, ese repugnante ser y todos sus seguidores deben morir. Llevados por la locura y el ansia de sangre, muy probablemente influenciados por la densa humareda de raíz de mandrágora que reina en la casa de la elfa, desenvainan sus armas y cargan contra los sorprendidos sectarios.
Eddrick es el primero en golpear y de un solo tajo de su enorme hacha acaba con la vida de los seguidores de los hombres rata que había intentado  parar el ataque levantando torpemente una daga, otro enmascarado le hace un corte en un brazo al leñador mientras retira el hacha del cuerpo inerte del fallecido. En un abrir y cerrar de ojos todos están enzarzados en combate contra varios de estos seguidores en medio de un caos de túnicas y máscaras.
Rokatanski hace un barrido con su garrote y golpea a dos rivales, dejando al primero herido y destrozando el pecho del segundo. Dos cultistas lo atacan con dagas pero yerran su ataque compungidos por el enorme tamaño del ogro y la ridícula arma con la que intentan matarlo. Rokatanski por su parte vuelve a golpear a uno de ellos y la potencia del golpe rompe el cráneo del sectario salpicando de sesos y sangre a sus compañeros más cercanos. El resto que esta junto al ogro intenta mantener la distancia con él y esquivar sus mortíferos, aunque algo lentos, golpes. La gran mayoría de los cultistas comienzan a huir por las escaleras asustados por la inesperada sangrienta aparición del grupo y de los bramidos del ogro. El skaven junto con el líder humano,  desaparecen por el agujero del centro de la habitación.
Thomas con su espada mantiene a raya a dos adversarios intercambiando golpes con ellos aunque le superan en número el alcance que le proporciona su espada en comparación con las cortas dagas es suficiente para poco a poco ir  infringiendo heridas a sus contrincantes que cada vez están sangran por más sitios.
Gotthold  se abalanza contra sus enemigos hiriendo de gravedad  del primer golpe a uno de ellos, rápidamente dos sectarios más comienzan a hostigarle por ambos lados haciéndole parar una y otra vez las puntiagudas dagas y esquivando sus pesados golpes a dos manos de su maza. Una de las dagas logra penetrar su defensa y le hace un corte en la pierna, pero se ha acercado demasiado al norlandés que enfurecido levanta su maza con ambas manos por encima de la cabeza y le destroza la columna al atacante, que no  recupero la posición con suficiente rapidez  después del su acierto.
Kiefer lucha contra otros tres rivales, una de sus mazas golpea incesantemente mientras con la otra intenta parar los ataques de sus rivales, aunque sus enemigos a base de pequeños cortes de daga le hacen sangrar por una decena de heridas. Sacando fuerzas de flaqueza y con el constante vaivén de sus mazas cada vez son más golpes que acierta y menos los que recibe y uno a uno a sus tres contrincantes caen sin vida al suelo. Libre de atacantes y después de comprobar que sus amigos se las arreglan solos coge una antorcha de la pared y salta al interior del agujero en pos del skaven. Hay una leve caída de unos dos metros a una pequeña estancia  excavada inundada de  agua que cubre a la altura de la cintura, en un lateral hay una abertura que da a un estrecho pasaje por el que hay que introducirse a rastras y tras una corta distancia  da a una gruta más espaciosa. Rokatanski, que ha eliminado a todo el que se ponía por delante,  baja también y tras comprobar que no coge por la angosta gruta deja paso al iniciado que desaparece rápidamente por la abertura.
En el otro lado hay una enorme cavidad por la que pasa un rio subterráneo, en el rio hay un embarcadero de madera medio podrida donde hay amarrada un pequeño barco con una rueda enorme en la parte de atrás. Un skaven sube a la embarcación y manipula unas palancas que hacen que el barco comience a hacer ruido y escupa un montón de humo, el skaven se vuelve hacia la apertura y tras ver a Kiefer emite unos chillidos agudos, otros dos hombres rata bajan de la embarcación y comienzan a soltar amarras. Un hombre junto con otros dos skavens, mucho más grandes y fuertes que los demás,  se encuentran junto al muelle con unas grandes hachas en las manos. Sin detenerse a pensar lo que está haciendo corre a por ellos con un grito a Ulric en sus labios. Su carrera es frenada en seco por un golpe de una de las enromes ratas que le hace perder el aliento y un profundo corte en el muslo, cuando la otra vil criatura se dispone a rematar al iniciado con su hacha recibe un tremendo mazazo en la cabeza que le destroza el cráneo y esparrama sus sesos por todas partes. Kiefer levanta la vista y ve como Gotthold  levanta su maza de guerra de lo que era la cabeza del skaven, Thomas se enfrenta al humano, que no es otro que Konrad Rottmeier el maestre del gremio de carreteros y miembro del consejo de la ciudad, Eddrick pasa de largo como una exhalación para intentar que el resto de skavens no huyan en el barco. El iniciado agradece en silencio la llegada de sus amigos y ataca con renovadas fuerzas a la rata que tiene delante deshaciéndose de ella en  breves segundos gracias a  la ayuda del mercenario.
Thomas continúa enfrascado con Konrad y parece mantener a raya al carretero así que ambos corren hacia el embarcadero para intentar que escapen estas viles criaturas. Eddrick ya se encuentra peleando con uno de los menudos pero rapidísimos skavens mientras el otro intenta cortar las amarras bajo los incesantes chillidos de su líder. El leñador lanza un potente golpe que la rata esquiva con facilidad, sin embargo no logra esquivar los mazazos ataques de Kiefer y Gotthold que la dejan aturdida, con el movimiento de recogida del hacha el leñador incrusta su arma en las costillas de la alimaña que muere al instante. Gotthold corre a por la otra rata aprovechando la inercia de la carrera  hunde su arma en el pecho de la criatura que seguía intentando cortar las amarras, el skaven cae al suelo y el mercenario le golpea de forma frenética una y otra vez machacando el cuerpo de la rata.
¡¡¡Aaahhhgrrrrr!!! Todos se vuelven y ven como Thomas cae al suelo con la pierna ensangrentada y se retuerce de dolor. El carretero corre hacia el embarcadero a atacar al resto del grupo. Kiefer sube al barco y golpea al líder de los skavens acertándole en una pierna que le hace caer de rodillas, el leñador golpea con la naturalidad que le dan los años cortando arboles en el bosque y cercena la cabeza de la vil criatura que rueda por la cubierta de la embarcación hasta caer al agua por la borda.
Eddrick corre a socorrer a Thomas mientras que Kiefer rodea al carretero que está luchando con Gotthold.
-¡Suelta el arma y te perdonaremos la vida!- Le ordenada el iniciado, Konrad parece como poseído,  no escucha sus palabras  y se abalanza sobre él. Kiefer para el golpe con una de sus mazas y con la otra le  golpea en las costillas, haciendo que pierda el aire de sus pulmones. Mientras intenta respirar Gotthold  aplasta la pierna y cadera con su maza, y el infeliz humano muere por hemorragia interna tras varios espasmos.
Kiefer corre junto a Thomas y le hace un torniquete en la pierna, la herida es profunda y sangra abundantemente, un momento más y habría muerto desangrado. Mientras el iniciado venda la herida, Eddrick y Gotthold registran los cuerpos y el barco, hay poco botín, solo unas cuantas armas herrumbrosas, nueve coronas de oro, raíz de mandrágora y un saquito con un polvo de color verdoso enfermizo. El leñador hunde el barco a golpes de hacha y tiran al rio todo menos el oro.
Salen del agujero al sótano de la casa de la elfa ayudando a Thomas que apenas puede andar. Allí les espera Rokatanski, he encontrado una máquina de hacer monedas con el triangulo de los Skavens y tiene a Tarshalares Wintermoon arrinconada en una esquina, Gotthold se aproxima a ella y le pone una daga en el cuello.
-Cuenta todo lo que sepas.-
-No se nadaaa.- aunque asustada se encuentra bajo la influencia de drogas y su hablar es lento y arrastra las palabras. –Se reunían en mi caaaasssaaa, toooomabamos drooogasssss, nooooossss divertíamoooossssssss. Naaaada maaaasssssssss.- contesta sonriendo.
Esto enoja al mercenario y le hace otra sonrisa de oreja a oreja cortándole el cuello con su daga y cae al suelo con los ojos abiertos como platos sin comprender lo que ha pasado.
-¡Estúpido!- le recrimina Kiefer. –No te pagamos por asesinar. Tenía información. Podría habernos sido útil.- El mercenario sonríe y se encoje de hombros.
En el exterior de la vivienda se dividen en dos grupos. Thomas, llevado en volandas por Rokatanski junto con Gotthold,  van a la casa de Reinhold. Eddrick y Kiefer  van a la casa de Wolfgang Von Drachensturn creen  que, por las palabras que dijo el skaven, intenten asesinar al hombre que los contrató. Cuando llegan a la mansión de Wolfgang sus sospechas aumentan al ver una diligencia negra parada junto a la verja abierta del jardín. En el pescante de la diligencia el cochero está muerto con el cuello degollado. Ambos empuñan sus armas y corren al interior de la casa, en la puerta de entrada hay otros dos cadáveres, el del mayordomo y de un sirviente, ambos también degollados.  Entran y se dirigen rápidamente al despacho de Drachensturn, todas la puertas del pasillo están abiertas y en varias las habitaciones hay más cadáveres de sirvientes en un charco de sangre. Penetran en el despacho del Lord, todo está en penumbra iluminado solamente por el fuego que arde en la chimenea. Sentado en un sofá  se encuentra el señor Drachensturn entre las sombras, se acercan lentamente y comprueban que han llegado demasiado tarde, de uno de sus ojos sobresale la empuñadura de una daga de extraña manufactura, por la mejilla aun corre un hilillo de sangre que empapa sus ropas de color carmesí. En una de sus manos sostiene una nota:
-He encontrado un prisionero que confirma nuestras sospechas.
Voy a su residencia- firmado I.A.

En la chimenea arden varios libros, hojas sueltas con anotaciones que intentan salvar de las llamas, pero el fuego es demasiado intenso para rescatar algo. Salen abatidos al exterior y examinen la diligencia, en el interior encuentran unos grilletes rotos y otro sirviente degollado. Eddrick registra el cuerpo del conductor y se guarda una moneda de oro y una pistola, se montan en la diligencia y se llevan a casa del cirujano, les vendrá bien un medio de trasporte para llegar a Altdorf en caso de que no encuentren barco.


Una vez todos están reunidos en la casa del médico, cuentan todo lo sucedido a Barak y al Padre Odo. El ogro propone ir al gremio de carreteros por si quedara con vida algún cultista o estuviera allí prisionero Isidro Armentero como dijo el hombre rata. Todos están de acuerdo. Rokatanski, Eddrick, Gotthold y Kiefer se montan en la diligencia  y van a las afueras de la ciudad donde el gremio tiene su sede.
La puerta está cerrada, pero no es problema  Rokatanski  la derriba de una fuerte patada. Hay una serie de oficinas que dan al aparcamiento donde hay varias carretas. Suben las escaleras y registran a fondo toda la sede. Hay varias habitaciones, todas cerradas con llave. El ogro las abre una a una. Muchas son dormitorios con una  cama y nada más. También hay un gran despacho. Todo está desordenado y un fuerte olor a raíz de mandrágora impregna el aire de la estancia. En la pared detrás del escritorio hay un enorme tapiz de una rata cornuda. Desenrollado encima de la mesa hay un mapa de una ciudad con doce marcas. Junto al mapa varias notas de cálculos, proporciones de piedra de disformidad. Mientras Kiefer lee las notas y recoge todos los papeles de utilidad el resto registra la cochera, en las sombras encadenado a una silla encuentran a Isidro Armantero. Tiene la cara destrozada, le han arrancado las uñas de los dedos y partido las dos piernas. Lo torturaron durante días, aunque aún sigue con vida y consigue susurrar unas palabras.
-Me capturaron… Cofff coff. Ellos se reunían esta noche…cofff Me obligaron a escribir una carta para el eshin skaven….Estuve cerca de detenerlos.- logra decir Isidro antes de morir.
Registran las pertenencias y el cuerpo sin vida de Armantero y encuentran un pequeño diario en el que Isidro anotaba cuanto descubría. Cogen todas las cosas de importancia y se van a la casa del médico. Por el camino Kiefer  ojea el diario de Isidro Armantero y una vez reunidos todos  comparte su información. Contiene un montón de información sobre los hombres rata y les cuenta a sus compañeros que la secta se llamaba Ordo Triangulus. Robaron la piedra de disformidad de la mina enana para impregnar monedas con el polvo. El mapa que encontramos en su habitación era de BajoDelzberg  donde puede haber alrededor de cuatro mil skaven. Foulsqueek, el líder de los skaven, era un vidente gris que llegó desde Talabheim. Hace unos cien años los skavens llegaron a la ciudad y compraron a los nobles señores de la ciudad con oro y promesas fundando así el Ordo Triangulus.  En los doce puntos señalados  más otro (el trece es un numero sagrado para los skavens) en el mapa de Talabheim distribuiría las monedas impregnadas de polvo de disformidad en esos sitios clave para propagar la corrupción, eso unido a los panfletos que estaban imprimiendo sembraría el caos en la ciudad y en el culto sigmarita de Talabheim. En BajoDelzberg  se están preparando para algo gordo.
Todos están de acuerdo en avisar a las autoridades, aunque con precaución ya que muchos cultistas escaparon con vida y ocupan altos cargos en la ciudad. Kiefer avisará a los sacerdotes de Ulric, ellos sabrán que hacer. Tras contarle todo lo sucedido al sacerdote guerrero del templo, éste le contesta:
-¿Conoceréis, sin duda, la leyenda urbana de los viles hombres rata? Me temo que las historias son muy reales y nos consta que estas repugnantes criaturas han sido una plaga en el norte, en Middenheim durante siglos. Algunos dicen que los hombres-ratas, como se les conoce, son otro tipo de Hombres Bestia, pero he luchado con ambos y tienen muy poco en común, solo su aspecto bestial. Los hombres-ratas son más pequeños, más rápidos y más retorcidos. Los Hombres Bestia en realidad sólo son unos brutos. Durante la Tormenta del Caos, cuando fuimos a socorrer Middenheim, tuvimos muchos problemas con los Skavens durante el asedio. Gran parte de la SubCiudad de Middenheim se selló para mantenerlos alejados, pero no ha habido avistamientos desde que el ejército del Caos se ha retirado. Los que escaparon de Middenheim deben de haberse escondido en las alcantarilla de Delzberg, si todavía hay hombres rata por aquí abajo, capaces de llegar a la ciudad y matar a su antojo, este es un asunto serio. Debemos convocar a las autoridades para que vean las pruebas que nos trae, el alcalde y el capitán de la guardia serán informado inmediatamente... pero si dices que había humanos implicados, el asunto puede ser más grave de lo que parece. Von Drachensturn era un loco que llegó de Talabheim, durante mucho tiempo estuvo fisgoneando y por lo que describes parece que era el líder del culto.-
-Hermano- contesta Kiefer. – Von Drachensturn no era el líder del culto, sino la única persona en esta ciudad que se preocupo en descubrirlo todo. El líder del Ordo Triangulus no es otro que Konrad Rottmeier, jefe del gremio de los carreteros. Si no basta con las pruebas que te muestro, ni tampoco mi palabra en la sede del gremio de carreteros encontraras más pruebas de que lo que digo es cierto.- Tras decir esto se marcha apresurado. Ya casi ha amanecido y tienen que coger un barco.
Al reunirse con sus amigos ve una lujosa diligencia aparcada junto a la casa de Reinhold.  El mercenario ha vuelto al gremio de los carreteros y ha robado una de las diligencias aparcadas en la cochera. En el interior aguardan Thomas, algo más recuperado de la herida en su pierna, Illesia y Barak que aunque el médico le recomendaba no viajar hasta dentro de una semana, no puede quedarse de brazos cruzados ante hechos tan importantes.
-Esta noche he tenido otro sueño extraño.- Cuenta Thomas de camino al embarcadero. -Una mujer que reía mientras se escondía tras unas cortinas, de  repente en la oscuridad unos tentáculos la rodeaban.-
Cuando llegan a los muelles acuerdan un precio justo por el pasaje a Altdorf y embarcan. A bordo del barco se encuentran a Rog Thunder que los abraza efusivamente uno a uno, en estos tres días ha engordado, parece que le han ido bien los negocios. Thomas les cuenta que entrando a un camarote se ha encontrado a Wolfgang Scheunacht que también va a Altdorf y le gustaría contratar unos guardaespaldas le ha dado una dirección en la ciudad donde poder encontrarlo, estará gustoso de poder ayudarlos.
Entre todos deciden que será mejor dejar apartado al Mago, llevan una carga muy valiosa y podría ser peligroso que descubriese algo. El trayecto dura todo el día, Gotthold no deja de retocar la diligencia  haciéndole arañazos, pintando partes de otro color y manchándola con barro para que nadie la reconozca.
Poco antes de anochecer se divisan a lo lejos las inexpugnables  murallas de Altdorf

miércoles, 18 de abril de 2012

Capitulo VI

Tras informar a Barak de lo sucedido, discuten sobre cómo proceder en adelante.
-Creo que teniendo en cuenta el estado en que nos encontramos.- Dice Kiefer mientras mira uno a uno al grupo y detiene su mirada en el enano. -Deberíamos reconsiderar el adentrarnos en las cloacas en busca de los skavens que intentan invadir la ciudad. No es que tenga miedo a la muerte, solo que  debo llevar a Altdorf el cráneo y para eso he de seguir vivo. O  sanamos nuestras heridas antes de seguir adelante o más de uno de nosotros caerá.-
-Yo no estoy tan mal como vosotros.- dice orgulloso Gotthold mientras hincha el pecho. –En cuanto a lo de bajar a las cloacas ¡¡Ja!! Hasta que el patrón se recupere, como si os quemáis vivos en nombre de Sigmar.-
-Es importante dejar el cráneo en Altdorf y además custodiar hasta sus protectores a Illesia.- Comenta Eddrick con semblante serio y poco a poco sube el tono de voz. -¿Podemos hacer las dos cosas mientras por un lado nos siguen caza-recompensas y por otro seguidores de Khorne? Nos hemos desviado de nuestra misión hasta Altdorf  con Illesia, por sugerencia del padre Odo. ¿Podemos seguir nuestro camino recto hasta Altdorf y resistir más asaltos en el camino de decenas de hombres bestia? ¿O conseguiremos un barco donde el ogro pueda embarcar? ¿Atiende Ulric tus plegarias Kiefer? ¿Qué te aconseja? ¿Llevaremos un poderoso regalo a los Skavens? ¿O dejaremos que las bestias lo adoren?- Y ras darse cuenta que estaba gritando añade. -Perdonad mis dudas, estoy muy cansado y herido, hace días que no dormimos bien.-
-Debemos calmarnos.- Dice con voz débil Barak. –Empecemos por encargadle a un herrero que haga un pequeño cofre de hierro, después lo rellenaremos de plomo fundido y echaremos dentro el maldito cráneo. Por lo menos su transporte será más seguro hasta Altdorf.-
-Por la mañana pediré a los hermanos del Templo de Ulric que una hermana de Shallya sane nuestras heridas. Hasta entonces podríamos acercarnos a la taberna a ver que sabe la gente de Isidro Armantero, no creo que entrañe mucho peligro.- Dice Kiefer.
Todos salvo el enano, aún convaleciente de sus heridas y el mercenario norlandés salen de la casa de Reinhold, el cirujano que los ha acogido amablemente, hacia el “Vidente Sórdido” a fin de recabar alguna información. La posada se encuentra en la periferia de la ciudad, aunque con tanto refugiado ha sido absorbida en mitad de una marea de chabolas y tiendas de campaña. Es una posada de dos plantas, hecha de madera algo enmohecida. El interior está abarrotado de gente y hay un fuerte olor a humedad y cerveza agria. La propietaria, Hega Knopp, una mujer rechoncha con el pelo canoso, despacha a la clientela de forma tosca y desdeñosa.
Eddrick se acerca a la barra y pide cerveza para todos. Mientras beben tranquilamente averiguan que quedan dos habitaciones disponibles. Se escabullen entre el gentío y tras unos minutos vuelven a juntarse en una esquina del salón.
-¿Sabéis una cosa?- Comenta Thomas en tono jocoso. –La vieja dueña del local se lo monta con el cocinero, ¡¡¡un halfling!!!-
-¿Es que no puedes pensar en otra cosa, chico?- Le reprende el iniciado de Ulric.
-Está bien.- Levanta las manos el joven a modo de disculpa. –El gremio de los cazarratas se reúne en un viejo local junto al río.-
-Eso está mejor.- Aprueba Kiefer. –Yo he averiguado que muchos parroquianos suelen ir a casa de una tal Tarshalares Wintermoon en busca de drogas.-
El resto del equipo no averigua nada que destacar. Kiefer se acerca a la dueña del local.
-¿Conoce usted a Isidro Armantero?- pregunta.
-Ese tileano alquiló una habitación por una semana- contesta Helga. –No le vuelto a ver desde hace una semana, si no me paga esta noche mañana tiraré todas sus cosas y alquilaré la habitación.-
-¿Podría alquilarme una habitación?-
-Por seis peniques es tuya. Solo es para dos personas, ni una más u os echaré a la calle. Sígueme, está arriba.-
Kiefer, junto con Thomas, siguen a la posadera a la planta de arriba, al final del pasillo les abre una puerta y tras entregarles la llave se marcha. La habitación es bastante sencilla, dos jergones de paja, una mesa y una ventana enrejada. Tras cerciorarse de que no hay nadie en el pasillo buscan la que pudiera ser la habitación de Isidro. En la segunda puerta del pasillo hay una mancha de sangre reseca en el suelo. Kiefer toca suavemente a la puerta sin obtener contestación. Sin mediar palabra Thomas saca una daga de su cinturón y hacen palanca junto a la cerradura hasta que finalmente ésta cede, el ruido es amortiguado por las voces de la taberna y parece que nadie se ha percatado. Se introducen silenciosamente en la habitación.  La cama está revuelta, hay una silla por el suelo, una piel de cordero enrollada y en la mesa hay varios papeles. Hay una nota con mala caligrafía clavada con un cuchillo a la mesa: “Maten tu nariz fuera de los asuntos locales”. Recogen todos los papeles y se marchan a su habitación a ojearlos tranquilamente. Kiefer ojea todos los documentos mientras Thomas, que no sabe leer, examina la piel de cordero. Todos los papeles están escritos en un idioma incomprensible para el iniciado, salvo la nota del cuchillo, en el reverso hay impresa una profecía que lee en voz baja:
"Cuando las lunas se encuentren, el terror ascenderá de la infra oscuridad, será la condena de los hombres y mostrará la verdadera cara del terror. Bajos vuestros pies, sin que sepáis que están ahí, recorriendo vuestras casas, llevándose a vuestros hijos. Es la hora por llegar. Sólo los elegidos podrán hacer frente a la ola roja de oscuridad"

Thomas desenvuelve la piel de cordero y descubre un tosco mapa con extraños símbolos pintado en la piel. Parece  subterráneo, como túneles excavados, se ve un río. Seguramente sea Delzberg, concluyen ambos. Recogen todas las cosas y se marchan a casa del médico, asegurándose de que Eddrick los vea salir de la posada. Esperan al resto en un callejón cercano a la taberna y se marchan todos juntos. Por el camino el leñador les comenta que la gente  cuenta cosas raras con ratas, un tal Oden vio en la esquina de su casa a una persona encapuchada que parecía hablar con las ratas del callejón, cuando se acercó se desvanecieron como una neblina ante la brisa. También la  mujer del panadero, Elise, se encontró una rata enorme en el sótano y dice que tenía pendientes….Una vez en la casa de Reinhold   Kiefer lee la nota y la profecía al resto del grupo, que salvo Barak ninguno de ellos se ha molestado en aprender a leer ni a escribir, tras discutir un momento quedan en volver por la mañana para continuar. Se retiran a descansar a sus habitaciones en el Jabalí Ruidoso.
Por la mañana Kiefer lleva los documentos al templo de Ulric, pero ninguno de los sacerdotes conoce el extraño idioma en el que están escritos, también solicita los servicios de las hermanas de Shallya  y le dicen que le hermana Ludmila Hrolf hará lo que pueda para sanarles pero ha de ser por la tarde pues las mañanas se encuentra en una zona que han habilitado para atender a los refugiados heridos. El resto vuelve a la casa del médico, quien les cambia los vendajes y les lava las heridas. Cuando Kiefer se reúne con ellos le comentan que han averiguado que Tarshalares Wintermoon es la que cada cierto tiempo extiende el rumor de la profecía pero como traficante y consumidora habitual de drogas su cabeza está  trastornada. Por otro lado solo hay una imprenta en Delzberg, la de Hesekiel Buchman. Gotthold se despide del grupo y se va a hacer unos encargos para Barak, comprara un cofre de hierro y  lingotes de plomo, para posteriormente con las indicaciones del enano introducir el cráneo en el cofre y verter el plomo fundido por encima, a fin de mantener momentáneamente a raya los poderes oscuros de la calavera. Los demás se dividen en dos grupos a fin de abarcar más en sus investigaciones y regresaran al medio día. Eddrick  y Thomas van al gremio de caza ratas mientras que Kiefer, Illesia y Rokatanski van a la imprenta.


La imprenta de Hesekiel es una casucha destartalada  de una sola planta que parece que va a derrumbarse de un momento a otro. Entran al interior, el  ogro permanece encorvado para no chocar la cabeza contra el techo. Un hombre delgado, con el rostro pálido y las manos negras deja lo que estaba haciendo y mira a los recién llegados atónito.
-¿Qué hacéis aquí?- pregunta intimidado por la presencia del Rokatanski.
-¿Quién le encargó esto?- dice Kiefer con tono frío mostrándole el impreso de la habitación de Isidro Armantero.
-Es la estúpida profecía de  Tarshalares, cada cierto tiempo viene vaticinando el fin del mundo y me paga por imprimir unos cuantos panfletos. ¿Qué hay de malo en eso?-
-Hace unos días unos hombres armados le encargaron hacer unos pasquines con nuestros rostros, ¿bajo qué autoridad? ¿Le enseñaron algún sello oficial?-
- Yo solo hago mi trabajo.- contesta nervioso.
-Si te pagara por hacer un cartel poniendo precio a tu cabeza, ¿también lo harías?-
-Por favor, no me hagan daño.- solloza Hesekiel.
-¿En que estas trabajando?-
-Me lo encargó el señor Rottmeier.- Dice mientras  coge un panfleto recién impreso y se lo da a Kiefer con manos temblorosas.-Puede quedárselo.-
 En el panfleto Kiefer lee en voz alta: "La Iglesia de Sigmar en Talabheim es avariciosa y corrupta, oprimiendo a los hombres comunes"  tras lo que se marchan del local sin despedirse. Ya en la calle el ogro abre el saco que porta al hombro, mira en su interior y lo vuelve a cerrar para inmediatamente después volver a abrirlo y mira a Kiefer mal humorado.
-El tileano no está. ¿Lo has cogido tú?-
-No.- contesta el iniciado. – ¿Seguro que estaba muerto?- A lo que Rokatanski se encoge de hombros y mira detenidamente la gente que pasa por la calle.
Aun es pronto para volver, por lo que Kiefer decide ir a los muelles a preguntar por algún barco de camino a Altdorf.  En dos días pasará un barco mercante donde pueden conseguir pasaje, aunque se pueden contratar embarcaciones más pequeñas aunque a un precio más elevado. Sabiendo la negativa del ogro a embarcar, Kiefer le pide a Illesia que intente persuadirlo, ya que sería el trayecto más corto y menos peligroso para llegar a la gran ciudad.

Thomas y Eddrick van camino de la hermandad de cazarratas cuando de pronto al pasar cerca del río oyen unos gritos de una mujer pidiendo auxilio. En un callejón tres hombres de aspecto rudo tienen acorralada a una mujer a la que han roto parte de su ropa, uno de los hombres se está bajando los pantalones en ese momento.
-¿Qué coño miráis? Largaos de aquí si no queréis que os abra la cabeza.- Dice uno de ellos mientras desenvaina una espada.
-Dejad a la chica, ahora que aun estáis a tiempo.- Contesta Eddrick que agarra con ambas manos su hacha y mira a Thomas esperando que imite su gesto. El joven tras mirar al suelo unos instantes y menear la cabeza desenvaina su espada y se coloca junto a Eddrick. Los maleantes se sonríen al ver lo heridos que están y se abalanzan sobre ellos. Dos se dirigen hacia el leñador y el otro a por Thomas. Eddrick recibe a  uno de los asaltantes con un tajo en el costado mientras que el segundo falla su ataque. El leñador gira sobre sí mismo y aprovechando la inercia de su movimiento hunde su pesada hacha en la barriga de su oponente ya herido, que ve impotente cómo se le salen las tripas de la herida y con ellas su vida. El segundo de ellos aprovecha ese momento para asestar un potente golpe descendente con su espada que apunto está de seccionar la pierna derecha del leñador que cae al suelo  semiinconsciente mientras se va desangrando lentamente.
Thomas ha aguantado bien a su rival, intercambiando tajos poco profundos, mientras solo era uno. Aprovechando su superioridad numérica no dejan de atosigar al joven cazarratas que no deja de parar y esquivar ataques. En un arrebato de locura, pasa al ataque y logra atravesar la guardia de uno de sus atacantes introduciendo dos tercios de su espada en el pecho del rufián. Como si estuviera esperando un momento así, el otro asaltante aprovecha que Thomas está sacando su arma del cuerpo de su compañero y le golpea por la espalda dejando al cazarratas medio muerto tirado en el suelo. El ruido del combate y los gritos de la chica han convocado gran expectación,  por lo que el vencedor del mismo huye por temor a ser apresado por la guardia de la ciudad.

Kiefer, Illesia y Rokatanski  esperan impacientes en la casa del médico la llegada de  sus dos amigos, poco antes del atardecer hartos de esperar deciden ir en su busca.  Por el camino al lugar en que se reúnen los cazarratas locales, van preguntando a la gente y afortunadamente una mujer les cuenta lo sucedido. Se encuentran en su casa  donde les ha lavado las heridas, no podía hacer menos después de salvar a su hijita. El estado en que se encuentran es lamentable, más muertos que vivos. Rápidamente los trasladan, con la ayuda remunerada de dos viandantes, a la casa del cirujano para que haga lo posible por salvarles. Kiefer va apresuradamente al templo de Shallya en busca de ayuda y regresa a las pocas horas acompañado de la hermana Ludmila. Tras poner las manos en el cuerpo herido de Eddrick recita una plegaria a Shallya para que  sane. Este acto lo repite con cada uno de nosotros. Antes de marcharse nos dice que si Shallya nos ha concedido su don lo sabremos al amanecer.
Tras marcharse la sacerdotisa Rokatanski se dirige al resto.
-¿Alguien ha cogido al tileano de mi saco?-
-Dice que lo metió anoche y a media mañana ya no estaba allí.- explica Kiefer. -¿Alguno de vosotros comprobó si estaba realmente muerto?-
-¡Una vez en el suelo hundí mi maza en su fea cabeza destrozándole el cráneo! ¿Te parece bastante comprobación?- contesta Gotthold alterado encarándose al iniciado.
-¿Seguro que no se te ha caído?- pregunta Eddrick. -¿Dónde demonios se habrá metido ese Dante?-
-¿Habláis de vuestro amigo el tileano? Anoche lo curé de su herida en la cabeza, supongo que ya se habrá recuperado y a salido fuera.- comenta Reinhold que acababa de entrar en la casa y ve las caras sorprendidas del grupo. – Tranquilos, no hace falta que me paguéis por eso.-
-¡¡¡Maldito imbécil!!!- grita Gotthold y cogiendo al cirujano por  el cuello le propina un fuerte golpe en el ojo con el pomo de su daga. –Yo lo maté. ¿Acaso eres un nigromante? No vuelvas  a resucitar a los cadáveres que traigamos o yo mismo me encargaré de que ardas en una hoguera por practicar la brujería.- Tras soltarle el médico sale corriendo y gimoteando se encierra en su habitación.
Una vez a solas y con los ánimos más calmados charlan sobre todo lo que saben. No cabe duda de que los skavens están metidos en el ajo, pero necesitan demostrarlo antes de avisar a las autoridades. Kiefer y  Rokatanski, además de  Gotthold, que ha accedido a acompañarlos tras unas cuantas monedas, salen de la casa en busca de los cazarratas de la ciudad y dejan a los heridos que descansen. La taberna “Las ruinas del Graf”, donde se reúnen tiene bien ganado su nombre, es un antro de mala muerte hecho de tablones y techo de paja a punto de venirse abajo que apesta a excrementos y sudor. En el interior una veintena de hombres esta congregada alrededor de una mesa donde hay muerto un perro. Néstor Leiber, líder del gremio de cazarratas, está rezando a Taal  y a Morr por el alma de Ralf, parece que anoche durante una ronda en las cloacas el perro olio algo y salió disparado ladrando, al poco tiempo Néstor  lo encontró muerto. Una vez terminan los rezos brindan por el compañero caído y Kiefer le pregunta en tono afable.
-¿Conoce usted a Isidro Armantero?-
-Llegó aquí hace una semana, buscaba algo en las cloacas y pidió que lo acompañásemos. Encontramos una tosca sala desconocida para nosotros, estaba llena de símbolos extraños. Allí parece que encontró lo que buscaba y nos marchamos. No hemos vuelto a saber de él.-
-¿Podrían llevarnos a ese lugar?-
- Serán cuatro monedas de plata por persona. Iremos yo y dos de mis ayudantes. En total doce de plata.-
-Hecho.- dice Rokatanski.
Entran a las cloacas por una salida que da al río. El viaducto tiene dos metros de ancho por uno y medio de alto, aunque en algunas zonas es más espacioso,  el ogro tiene que ir encorvado. Por el centro una acequia conduce las heces y orines. Néstor va primero con una linterna, les dice que cubran sus bocas, respirar los efluvios de la ciudad puede ser contraproducente, sus ayudantes encienden sus linternas y entregan una a Kiefer. Poco a poco se van entrediciendo en la pestilente oscuridad de las cloacas de Delzberg.
-A partir de aquí nos guió Isidro. Ninguno de nosotros conocíamos estas galerías.- dice Néstor en voz baja después de caminar al menos una hora por las laberínticas cloacas. Después de una par de giros y más giros el cazarratas se detiene y señala una abertura en la roca. –Aquí está.-  Su linterna ilumina una cámara rectangular de unos seis metros de largo. Las paredes están llenas de extrañas marcas, similares a las del mapa, por todas partes y el suelo está lleno de basura. En la pared del fondo hay grabado un gran triangulo invertido, el hedor que sale de la habitación es terrible. Una extraña sensación invade a los presentes y ninguno de ellos se atreve a poner un pie un el interior. Finalmente Kiefer entra y empieza a buscar por las paredes alguna gruta o entrada oculta pero parece que no hay salida. Rebusca  entre la basura sin encontrar nada que indique lo que Isidro vino a buscar. Kiefer saca el mapa e intenta situar la habitación, al verlo Néstor dice que eso es lo que Armantero cogió de aquí, le echa una ojeada y manifiesta que no concuerda con los subterráneos de esta ciudad, al menos los que el conoce.
-¿Qué es eso que brilla?- dice Gotthold señalando un montón de basura en una esquina desde la entrada de la gruta.
Kiefer se acerca y ve entre los desperdicios unas treinta piedrecitas de color verdoso burdamente talladas y con un triangulo en una de las caras. Coge una de ellas y se fija que emite un inquietante brillo desde el interior se la pasa a Gotthold que tras examinarla se la guarda en un bolsillo. Kiefer sigue hurgando en el montón y saca lo que parece ser una mascara con un hocico alargado imitando la cara de una rata.
-Alguien viene por los túneles.- dice alarmado uno de los cazarratas. -¡Vámonos!-
-Es un grupo de unos ocho. Se acercan corriendo.- añade Gotthold.
-Nos vamos.- dice Néstor que empieza a alejarse rápidamente por los túneles.
Kiefer tira la máscara y sale en pos de los cazarratas, Rokatanski la recoge y lo sigue. Los cazarratas corren asustados, se mueven rápido por estos túneles, uno de ellos tropieza y cae al canal, apagándose su lámpara. Gotthold le ayuda a  ponerse en pie y seguimos corriendo. Nuestros perseguidores nos van ganando terreno. Néstor nos guía por este laberinto.
-¡Esperad! Un momento, por aquí, cogeremos un atajo. Rápido, rápido.- dice señalando un nuevo pasaje que sale a nuestra derecha. Al girar en la nueva dirección Kiefer tropieza con Gotthold y ambos caen al canal del centro, empapándose con las aguas fecales. La linterna de Kiefer se apaga, solo  la luz de Néstor impide que se pierdan para siempre. Siguen corriendo un largo trecho, los perseguidores les pisan los talones, pero finalmente encuentran una salida. Al final del pasaje hay una escalera de mano que comunica con el exterior. Uno a uno van subiendo lo más rápido posible, mientras unos sorprendidos ciudadanos de Delzberg miran asombrados a los pestilentes recién llegados de las alcantarillas. Una vez han recuperado el aliento y comprobado que nada mas sale de las cloacas, Néstor y sus hombres se despiden.
-La próxima vez os costará más. Ya sabéis donde encontrarme.-
De camino a casa de Reinhold Kiefer se baña en las frías aguas del rio, mientras que Gotthold encarga unos barreños de agua caliente para darse un baño en la casa del cirujano. Una vez allí cuentan su aventura al resto y duermen.
Mientras investigan las profundidades de Delzberg, Barak aprovecha que está a solas con Illesia para hacerle preguntas y más preguntas. Se dirige a Altdorf para casarse con su prometido el Erario de Nuln Reuden Kuhn III, pero antes el  Emperador debe dar su aprobación. Asistirá al evento prácticamente toda la nobleza del Imperio, aunque lamentablemente su padre, el señor Steiger, no podrá ir, pues unos asuntos en el norte requieren su atención. Barak sabe que la niña le oculta algo, pero por más preguntas que le formula no logra descubrir que.

Al amanecer se despiertan con buen ánimo y milagrosamente repuestos de las heridas. Parece que Shallya se ha apiadado de ellos sanado parte de sus heridas. Gotthold indicado por Barak, se queda en la casa para encerrar el cráneo en plomo fundido en el interior del cofre, Illesia se quedará con ellos.
Deben apresurarse pues al día siguiente llegará el barco en el que tienen pensado viajar hasta Altdorf. Van a la casa de Tarshalares Wintermoon, a ver si sabe algo. Es una casa lujosa que está junto a un parque, en la zona rica de la ciudad. Tocan a la puerta, trascurridos un par de minutos les abre la puerta una bellísima  elfa con muy poca ropa y con los ojos enrojecidos por el uso abusivo de sustancias alucinógenas.
-¿Qué queréis? Ah, otros humanos…..pasad, pasad.-
Les guía por un largo pasillo hasta el salón, cada pocos pasos se detiene y mira fijamente a los ojos de alguno de sus invitados durante un momento, como si viera más allá. Por su actitud parece  que está bastante drogada. Una densa humareda inunda el salón con fragancias y promesas.
-¿Qué sabes de la profecía?- pregunta Kiefer.
-El pueblo está maldito. Hace cientos de años que sus profundidades están corruptas, la ciudad será devorada mientras arde.- se queda callada mirando fijamente al ogro y prosigue. –Pronto ocurrirá. Cuando las dos lunas se junten ocurrirá……. ¿Queréis un poco?-  añade mientras les ofrece un poco de raíz de mandrágora.
 La elfa empieza a alucinar y a susurrar arrítmicas canciones bajo los efectos de la droga. No conoce a Isidro Armentero ni tampoco reconoce el mapa de la piel de cordero. Una vez en el exterior.
-Anoche tuve un sueño, parecía real y lo que ha contado esa elfa me da escalofríos.- dice un pálido Kiefer. –“Cientos de sombras escuálidas se mueven a mí alrededor, siento como me hostigan... Me encuentro en mitad de una urbe hundida en la tierra  y parece que empieza a arder como una tea... Siento como nadie puede huir... En la oscuridad cientos de ojos rojos me miran... "
Antes de volver a la casa de Reinhold deciden pasar por “El vidente sórdido” por si Isidro hubiera vuelto a su habitación. No ha sido así, Helga a tirado a la basura las pocas cosas que quedaban en su habitación. Eddrick busca entre la basura pero no encuentra nada. Sin embargo Thomas averigua que Rottmeier, el que encargó los panfletos sobe la iglesia sigmarita en Talabheim preside el gremio de los carreteros. Por su parte el ogro se entera que un estaliano llamado Isidro tuvo una pelea hace una semana  cuando se disponía a entrar en su habitación, los atacantes iban vestidos con túnicas y una extraña máscara con forma de rata tapaba sus caras, parece que logró herir a uno de ellos y salió corriendo persiguiéndolos. Nadie lo ha vuelto a ver.
Ya casi es medio día cuando llegan a  la casa del cirujano…….